Trump mantiene el discurso duro pese a su «marcha atrás» en inmigración

La primera dama muestra el corazón de la Administración, pero el presidente persiste en que no cejará en su mano dura

Melania Trump, con agentes de vigilancia de fronteras tras su visita a un centro de detención en Texas Reuters | Vídeo: El polémico mensaje de Melania Trump ATLAS

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Melania Trump es la primera dama más discreta y con menos peso político de las últimas décadas en EE.UU. Este jueves, sin embargo, se montó en un avión, sin aviso previo, y apareció en McAllen, en la frontera de Texas con México . Su plan: visitar centros de menores inmigrantes separados de sus padres tras entrar de forma ilegal en EE.UU. Donald Trump lanzaba así a la primera dama como una paracaidista en la peor crisis de imagen de su administración desde su ascenso al poder.

Las imágenes de niños arrancados de los brazos de sus padres y de adolescentes enjaulados en centros de detención han provocado el escándalo en la opinión pública. La primera dama, cuyo vago discurso político ha estado siempre centrado en la atención de menores, era la encargada de mostrar la cara amable de Trump, después de que hayan llovido las críticas -«cruel», «inhumano», «desalmado»- por su política de «tolerancia cero» en la frontera.

La presencia de Melania en la frontera es la mejor prueba de la ambivalencia en la que vive Trump en inmigración: entre el puño y el corazón. El miércoles, antes de firmar una orden ejecutiva para poner fin a la separación de familias de inmigrantes en la frontera , reconoció el «dilema» al que se enfrenta: quiere, al mismo tiempo, aplicar con la máxima dureza la ley sobre inmigración y tratar a los inmigrantes con humanidad.

En realidad, es un discurso de dos caras para convencer a su electorado. Buena parte de él exige mano dura con los inmigrantes y les ha calado el discurso de que son «violadores y criminales» los que cruzan la frontera, como dijo Trump en el discurso con el que inició su campaña electoral, hace ahora tres años. Pero, al mismo tiempo, ver a niños que apenas pueden andar llorando solos entre uniformes y no hacer nada al respecto es irreconciliable con los valores familiares del votante conservador.

Este jueves, Trump reconocía en una reunión con su Gabinete que le «perturbaba» la imagen de los niños separados de sus padres. Pero la marcha atrás en la separación de familias de inmigrantes ilegales la compensó con un endurecimiento de su discurso. En un mitin la noche anterior en Duluth (Minnesota), aseguró sobre los países de origen de la inmigración que «no están enviando a los mejores» y que «¡los vamos a mandar de vuelta!», entre gritos de «¡Levanta el muro!», en referencia a la frontera con México.

Culpa a los demócratas

Como hizo en las semanas anteriores a la firma de su orden judicial, Trump sigue responsabilizando a la oposición demócrata de la situación en la frontera. Su objetivo es que aprueben una reforma migratoria que incluya la financiación del muro con México, algo a lo que se oponen de frente.

Este jueves, dos votaciones de dos proyectos de ley impulsadas por los republicanos de la Cámara de Representantes -donde cuentan con mayoría- se veían paralizadas ante la incapacidad de los legisladores conservadores de encontrar suficientes apoyos entre sus propias filas.

Trump, sin embargo, apuntaba sin descanso a la oposición: «Los agujeros en nuestras leyes de inmigración están sostenidos por demócratas extremistas a favor de la apertura de fronteras», dijo. También les acusó de favorecer «una industria gigantesca del contrabando de niños» y de querer montar para los inmigrantes «un hotel del máximo lujo sin querer pagarlo».

En ese sentido, aseguró que las condiciones de los centros de detención en los que están miles de menores son «las mejores que han visto», frente a las imágenes e informes sobre la situación de los niños.

Más allá de las palabras, la Administración Trump tiene abiertos varios frentes para conciliar las dos almas que ha demostrado el presidente sobre la separación de familias. La orden ejecutiva obliga a que no se separe a los menores, pero, al mismo tiempo, la jurisprudencia impide que los niños estén detenidos más de 20 días.

« The Washington Post » asegura que, de momento, la policía de frontera no enviará a las familias detenidas en la frontera a los juzgados para que sean incriminadas y detenidas. La razón es que los centros de detención no están aún preparados para alojar a menores en las condiciones expuestas por la orden ejecutiva de Trump. El Departamento de Justicia, sin embargo, aseguraba que nada de la política de «tolerancia cero» ha cambiado. El Departamento de Salud y Servicios Humanos ha pedido al Pentágono que se prepare para albergar a 20.000 niños inmigrantes no acompañados en bases militares, según un funcionario citado por « The New York Times ».

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