Tensión en Hong Kong por la ley de respeto al himno chino

La Policía detiene a unas 240 personas en las protestas, que no han conseguido sabotear el debate en el Parlamento local mientras Pekín planea imponer una ley de seguridad nacional antisubversión ampliamente rechazada

La Policía registra las mochilas de varios detenidos en las protestas de hoy en Hong Kong EFE
Pablo M. Díez

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En plena reactivación de la revuelta en Hong Kong por la Ley de Seguridad Nacional que China planea imponer sin pasar por el Parlamento local, que desató violentas protestas el domingo, este miércoles se vive una nueva jornada de tensión en la ciudad. El motivo es otra ley, la de respeto al himno chino , que el Parlamento debate hoy para acabar con los cada vez más frecuentes agravios que sufre, sobre todo en los partidos de fútbol. Dicha normativa prevé penas de hasta tres años de cárcel y multas de 50.000 dólares de Hong Kong (5.800 euros) para quien lo insulte o silbe la «Marcha de los Voluntarios».

Siguiendo con sus movilizaciones para reclamar democracia al autoritario régimen de Pekín, la oposición había llamado a sabotear dicha sesión del Consejo Legislativo (Legco), como ya hiciera en junio del año pasado contra la ley de extradición a China, que fue finalmente retirada. Pero el blindaje policial del Parlamento, con 3.000 agentes antidisturbios y barreras de agua de dos metros en las calles de alrededor, ha disuadido a los manifestantes de intentar un cerco al edificio.

Centenares de detenidos

En cambio, sí ha habido incidentes en varios puntos de la ciudad, desde el distrito Central hasta la zona comercial de Causeway Bay y el barrio popular de Mong Kok, que se han saldado con al menos 240 detenidos hasta las cuatro de la tarde (diez de la mañana, hora peninsular española), según informa la radiotelevisión pública RTHK. Tal y como muestran sus imágenes, los antidisturbios han dispersado las concentraciones de protesta con pelotas de espray de pimienta y practicando numerosos arrestos. Con edades comprendidas entre los 14 y los 40 años, algunos de los detenidos portaban cócteles molotov, palos o barras que podían usar como armas, cascos, gafas y máscaras. Además de concentraciones callejeras, los manifestantes han intentado ralentizar el tráfico conduciendo muy despacio en uno de los túneles que conecta la isla de Hong Kong con la península de Kowloon y han bloqueado las puertas del metro para interrumpir su servicio.

Durante los últimos días, por las redes sociales han circulado numerosos llamamientos a la huelga y a paralizar tanto los transportes públicos como las clases, que hoy empiezan para 150.000 alumnos de instituto después de cuatro meses de suspensión por la epidemia del coronavirus. Como los jóvenes y adolescentes han estado en primera línea de las protestas desde el estallido de la revuelta, las autoridades se han preparado para una nueva jornada de agitación social. Al igual que viene ocurriendo desde hace ya un año, el objetivo de los manifestantes es poner contra las cuerdas al Gobierno local y al régimen chino en sus demandas de sufragio universal para elegir al jefe ejecutivo.

Mano dura

Pero Pekín ha respondido con más mano dura. Aprovechando la conmoción internacional por la pandemia del coronavirus, la Asamblea Nacional Popular (Parlamento orgánico del régimen) aprobará mañana jueves una moción instando a su Comité Permanente a redactar una Ley de Seguridad Nacional para Hong Kong. Sin ser debatida por su Parlamento autónomo, dicha ley será promulgada entre junio y agosto y penará la subversión, la secesión, el terrorismo y las injerencias extranjeras. Una normativa que, según teme la oposición demócrata, podría acabar con las libertades políticas que tiene Hong Kong, mayores que en el resto de China, y con la autonomía que le brinda el principio de “un país, dos sistemas, vigente en teoría hasta 2047.

Dicha ley no solo ha avivado las protestas, que se habían interrumpido con el coronavirus, sino que ha sido muy criticada por otros países, ya que la consideran una violación del acuerdo de devolución a China de esta antigua colonia británica. Mientras Estados Unidos se plantea retirarle a Hong Kong su estatus económico especial como castigo al régimen, el Reino Unido planea darle el permiso de residencia a los miles de ciudadanos que poseen el pasaporte de británicos de ultramar, concedido tras el traspaso de la soberanía en 1997.

Temiendo una fuga de capitales en este centro financiero global, la Bolsa se ha resentido con sus mayores pérdidas en cinco años y el Colegio de Abogados ha emitido un comunicado desmontando jurídicamente la potestad de Pekín para imponer su legislación saltándose al Parlamento local. Pero el régimen chino está decidido a atajar la revuelta antes de las elecciones legislativas previstas para septiembre, en las que la oposición demócrata podría hacerse con el control de la cámara y bloquear así al Gobierno local. Tras la vuelta de las protestas, prosigue así otra semana de lucha que continuará el domingo con la manifestación en recuerdo de la matanza de Tiananmen, que ya ha sido prohibida por la Policía pero volverá a sacar a la multitud a la calle. Mientras tanto, y a pesar de los intentos de la oposición por retrasar el debate con varias mociones que han sido rechazadas, el Parlamento discute la ley para prohibir que los hongkoneses silben el himno nacional de China.

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