Rusia 2020: pandemia de desconfianza

Ante el creciente descontento de la población, las autoridades rusas han empezado a afilar los instrumentos de represión contra la ciudadanía

Vladímir Putin, en un discurso por el Día de los Trabajadores de las Agencias de Seguridad en Rusia AFP

Por Grigori Yavlinski

El régimen autoritario ruso llevó a cabo en 2020 significativas enmiendas constitucionales. Como resultado de ello, las normas del Derecho Internacional no son ya prioritarias en Rusia y fue liquidado el sistema de contrapesos entre los distintos poderes. En el país se ha abolido el principio de la supremacía del Derecho y se ha introducido un sistema de poder individual. Sobre la base de un plebiscito y con la aprobación unánime de todos los poderes, Vladímir Putin tiene ahora un poder casi ilimitado .

En las condiciones de un sistema económico ineficaz, basado en las materias primas, con el contexto de la pandemia de coronavirus y ante el creciente descontento de la población con la situación socioeconómica del país, las autoridades rusas han empezado a afilar los instrumentos de represión y a preparar acciones punitivas contra la ciudadanía. Así, en diciembre, la Duma Estatal (Cámara Baja del Parlamento) aprobó enmiendas a la ley que regula la actividad de las fuerzas de seguridad .

Ahora la Policía podrá, de forma discrecional, forzar las cerraduras de automóviles, acordonar edificios residenciales y también usar armas de fuego. Además, la ley amplía la tipificación del concepto de «agente extranjero» a las personas físicas, que podrán ser condenadas con hasta cinco años de prisión por violar las restricciones impuestas a sus actividades por la nueva ley.

En Rusia, unos poderes extremadamente opacos y fuera del control de la sociedad aprovecharon el coronavirus para introducir nuevos procedimientos de vigilancia sobre la población: salvoconductos electrónicos, reconocimiento facial y control total de movimientos. No hay duda de que, después de la pandemia, la vigilancia del Estado sobre los ciudadanos continuará.

Y, a diferencia de éste férreo control sobre la población, las autoridades han tenido menos éxito a la hora de contener la propagación del coronavirus. En el país son pocas las personas que creen en los datos oficiales sobre el número de casos y muertes por Covid-19. Las ambiciones políticas del Kremlin exigían apresurarse. Por eso, la vacuna rusa Sputnik V se registró en modo urgente el 11 de agosto, justo después de la segunda fase de los ensayos clínicos.

El mes pasado, el 59% de los rusos dijeron no estar dispuestos a vacunarse con la Sputnik V. Por cierto, Putin también ha dicho que no se inyectará el medicamento, y argumenta su avanzada edad para eludir la vacuna. Recientemente, se anunció el inicio de ensayos clínicos conjuntos con la Sputnik V y la británica AstraZeneca . Quizás de la combinación de ambos fármacos surja un medio de protección más fiable contra el coronavirus. Sin embargo, para superar la desconfianza de los ciudadanos en el régimen autoritario, incluso una vacuna eficaz no va a ser suficiente.

* Grigori Yavlinski es fundador del partido liberal ruso Yábloko (manzana) y actual presidente del Comité Político Federal de la formación.

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