Putin, inamovible, ignora todas las presiones internacionales por el caso Navalni
Ni las presiones de la OTAN, EE.UU., Alemania o la UE -que no se atreve a imponer sanciones-, logran sacar de su mutismo al presidente ruso
El presidente Vladimir Putin , que nunca llama por su nombre a su principal adversario político, Alexéi Navalni , continúa en silencio desde que éste último fuera envenenado el pasado 20 de agosto en la ciudad siberiana de Tomsk. Ni siquiera las presiones internacionales, especialmente por parte de la Unión Europea y Estados Unidos, han conseguido sacarle de su mutismo.
A este clamor general se unió este viernes la OTAN, que ha pedido a Moscú que entregue a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) toda la documentación disponible sobre el programa Novichok, el grupo de sustancias tóxicas de uso militar con el que presuntamente fue envenenado Navalni. Al tratarse de un arma química, su uso está completamente prohibido.
Las únicas reacciones del Kremlin habidas en los últimos días en relación con lo sucedido con el líder opositor han sido las expresadas por el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov , que tampoco quiere pronunciar el apellido Navalni. Empezó por negar la necesidad de llevar a cabo ninguna investigación, ya que, según él, para eso hace falta primero determinar el hecho del envenenamiento, «se necesita un fundamento», dijo.
Su último pronunciamiento al respecto, tras llegar desde Alemania la noticia de la certeza de que el dirigente opositor fue atacado con Novichok , fue que «no hay ninguna razón para acusar al Estado ruso». Peskov ha dicho que «se han examinado diferentes pistas, entre ellas la posibilidad de envenenamiento, (...) pero no se ha confirmado tal supuesto. Se están estudiando otras posibilidades».
Aunque es cierto que el Departamento de Transporte del Ministerio de Interior del Distrito Federal de Siberia anunció el 27 de agosto que hay en curso una investigación «preliminar» sobre las circunstancias del envenenamiento de Navalni, la Fiscalía General de Rusia no ha abierto ninguna causa penal por el momento.
Andréi Ivanov, portavoz de la Fiscalía, declaró que «no hay datos todavía que permitan suponer que se cometió un crimen». Peskov había subrayado con anterioridad que «primero hay que encontrar la sustancia y después establecer la causa de que se encuentre en ese estado. Debe haber un motivo para iniciar una investigación y, por ahora, lo único que hemos constatado es que el paciente está en coma». En la misma línea el ministro del Interior, Vladimir Kolokóltsev, consideró este viernes que «no hay ninguna razón» para pensar que se cometió un crimen.
Hasta el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko , acosado por multitudinarias manifestaciones que cuestionan su victoria en las elecciones del 9 agosto, se permitió el jueves, durante la visita efectuada a Minsk por una delegación gubernamental rusa , decirle al primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin , que el ataque sufrido por Navalni con Novichok «es una mentira». «Hemos intervenido una conversación telefónica interesante -entre Berlín y Varsovia- que muestra claramente que se trata de una falsificación. No hubo ningún envenenamiento», aseguró Lukashenko.
Los médicos que trataron al líder opositor ruso en Omsk, antes de ser trasladado a Berlín, sugieren incluso que su estado pudo haber sido provocado por problemas digestivos. «Según su mujer y otras personas de su entorno, tuvo durante unos cinco o siete días problemas relacionados con la digestión y la alimentación», señaló Alexánder Sabáyev, médico toxicólogo del hospital siberiano en donde fue tratado Navalni. Según sus palabras, que cita la agencia rusa Interfax «seguía una dieta para perder peso (...) y la situación pudo desencadenarse por culpa del estrés, el agotamiento, el alcohol y los cambios bruscos de temperatura, no por una sustancia tóxica». Sabáyev cree que los problemas metabólicos comenzaron ya antes de que entrara en coma. «Su organismo no reaccionó al veneno, así que no había», recalcó.
Peskov ha vuelto a insistir que para poder abrir una investigación «es necesario hallar pruebas de la existencia del veneno». A este respecto, un tribunal de Moscú rechazó la solicitud presentada por los abogados de Navalni para que se abra una investigación penal por envenenamiento contra las autoridades rusas.
Los canales públicos rusos emiten una y otra vez las declaraciones de Peskov, de los médicos de Omsk, de los responsable judiciales, del ministro de Interior, de todos aquellos que en Rusia defienden que Navalni no fue envenenado y menos aún a causa de una orden dada por los dirigentes del país.
Primer caso de este tipo en territorio ruso
De ahí que, mientras en la ciudad siberiana de Jabárovsk la población lleva semanas manifestándose en la calle por la detención del gobernador local, Serguéi Furgal, el caso Navalni apenas ha provocado protestas en Rusia. Hubo piquetes aislados en distintos puntos del país tras conocerse el envenenamiento, que fueron inmediatamente reprimidos, pero en los últimos días las movilizaciones exigiendo justicia por lo sucedido con el dirigente opositor son casi inexistentes.
La indignación y las críticas contra el poder se circunscriben solamente al ámbito de las organizaciones opositoras y al entorno de Navalni. Uno de sus abogados, Iván Zhdánov, ha calificado de «acontecimiento gravísimo» lo sucedido con el político. A su juicio, «nunca antes un agente tóxico de origen militar había sido utilizado contra un líder de la oposición dentro del territorio nacional».
«Es un nuevo tipo de violencia, una nueva forma de atacar a los opositores. Es, evidentemente, un nuevo capítulo en la historia rusa», estima Zhdánov. Efectivamente, los que fueron atacados con sustancias tóxicas lo fueron en el exterior y eran personas que llevaban tiempo fuera del país y no en primera línea de la lucha política contra el presidente Vladímir Putin. Tales fueron los casos de los antiguos espías, Alexánder Litvinenko y Serguéi Skripal . Ambos fueron envenenados en el Reino Unido, el primero en Londres y el segundo en Salisbury. El dirigente de la formación liberal rusa, Yábloko, Grigori Yavlinski , lamenta que los dirigentes del país «se han ganado una reputación internacional de envenenadores».
Noticias relacionadas