La retirada de un juez del Supremo permite la primera nominación de Biden

El adiós de Stephen Breyer, que será sustituido por la primera jueza negra, no cambiará la línea conservadora del tribunal

AFP

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Stephen Breyer , juez del ala progresista del Tribunal Supremo de EE.UU., dejará el principal órgano del poder judicial cuando acabe su actual periodo de sesiones, el próximo octubre. La retirada de Breyer, de 83 años, no cambiará la línea ideológica del alto tribunal -de clara mayoría conservadora-, pero permitirá al presidente de EE.UU., Joe Biden, colocar a un nuevo magistrado también de corte progresista.

La potestad de nominar a los jueces del Supremo recae en el presidente, pero es el Senado quien debe confirmar al candidato nominado. Biden tiene ahora de su parte que la mayoría del Senado es, aunque por la mínima, demócrata: hay 50 legisladores de su partido y otros 50 republicanos, pero el empate lo rompe la presidenta de la Cámara Alta, que es la vicepresidenta del país, Kamala Harris.

Ese ventaja corta de los demócratas podría esfumarse en las elecciones legislativas del próximo otoño, en las que se renovará un tercio del Senado. De ahí la conveniencia para los demócratas de que Breyer se retire antes de que los republicanos tengan la posibilidad de tomar el control de la confirmación y exigir a Biden un candidato más de su gusto.

El adiós de Breyer abrirá la puerta a una nominación histórica: Biden prometió en la campaña que le llevó a la Casa Blanca que su primera nominación para el Supremo sería una mujer de la minoría negra. En los 232 años de historia del tribunal ha habido dos jueces negros -Thurgood Marshall y Clarence Thomas, que sigue en su cargo- y cinco mujeres en total, entre las que están tres magistradas actuales: Sonia Sotomayor, Elena Kagan y Amy Coney Barrett.

La nominada de Biden será la primera jueza negra en el Supremo y las favoritas para la nominación son Ketanji Brown Jackson, que forma parte de la instancia federal de apelación de donde se suelen escoger a los magistrados del Supremo, y Leondra Kruger, jueza del Supremo de California que ha intervenido ante el alto tribunal como abogada del estado.

A Breyer se le considera un moderado pragmático, con inclinación a buscar consensos con el ala conservadora del tribunal. No está claro que su sucesora siga esa línea moderada, ya que es posible que Biden busque un perfil a todas luces progresistas ahora que tiene el control del Senado para compensar la línea ideológica conservadora.

Su antecesor, Donald Trump, tuvo la oportunidad de nominar y colocar en el tribunal a tres jueces conservadores: Neil Gorsuch -después de que los republicanos del Senado utilizaran su mayoría en 2016 para bloquear una nominación de Barack Obama, la del actual fiscal general, Merrick Garland-, Brett Kavanaugh -tras la retirada del juez Anthony Kennedy- y de Barrett, tras el fallecimiento de Ruth Bader Ginsburg, el tótem judicial de los demócratas.

Tras la presidencia de Trump, hay seis jueces nominados por presidentes republicanos -uno de ellos, John Roberts, se une en ocasiones a la minoría progresista- y solo tres elegidos por demócratas.

Biden y los demócratas han buscado evitar un caso similar a la sucesión de Ginsburg. Cuando Obama estaba en la recta final de su segundo mandato, con Ginsburg con más de 80 años y varios padecimientos médicos a sus espaldas, la magistrada recibió presiones para que abandonara el cargo. Eso hubiera posibilitado que Obama eligiera un candidato progresista. Ginsburg, como tantos otros, nunca creyó que Trump tendría posibilidades de ganar las elecciones de 2016 ante Hillary Clinton. Se equivocó y falleció solo dos meses antes de que Trump perdiera su reelección frente a Biden. Fue tiempo suficiente para que el multimillonario neoyorquino nominara a una jueza conservadora y el Senado -bajo control republicana- la confirmara a toda velocidad.

Breyer ha sufrido presiones inmensas para evitar que se repitiera el caso y para permitir que Biden nomine con un Senado, en principio, a su favor. Porque los demócratas tienen mayoría en la Cámara Alta, pero es tan exigua que no pueden permitirse ninguna defección. Y en sus filas hay dos moderados díscolos -Joe Manchin y Krysten Sinema- que han demostrado que no les ha temblado el pulso para contener la agenda más izquierdista de Biden, como el plan multimillonario de gasto socioclimático.

La composición del Tribunal Supremo es de una importancia máxima en EE.UU. Es el árbitro definitivo de la constitución y su impacto en un sistema legal muy basado en la jurisprudencia es central. En los próximos años, el tribunal podría definir aspectos centrales de la sociedad estadounidense, como el derecho al aborto, el acceso al voto, la regulación de las armas de fuego, la discriminación por orientación sexual o, incluso, la contestación de resultados electorales en un momento de máxima polarización política.

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