La protesta por el confinamiento se propaga por EE.UU.

La Casa Blanca ha dejado en manos de los estados la decisión de cuándo reabrir

Un sanitario discute en Denver con una adversaria del confinamiento REUTERS

David Alandete

Las protestas en contra de las órdenes de confinamiento para reducir los contagios de coronavirus se han multiplicado por todo Estados Unidos, rodeando capitolios y residencias de gobernadores en ambas costas, de norte a sur . Ayer miles de personas, que no respetaron las recomendaciones de distancia para evitar propagar el virus, se concentraron en la capital de Pennsylvania, Harrisburg, con carteles en los que se leían lemas como «libertad» o «acabad con el cierre ya». Varios manifestantes lucían gorras y camisetas de la campaña de reelección del presidente, en las que se leía Trump 2020.

El presidente ha alentado esas protestas, llamando a «liberar» estados con las órdenes de cuarentena más duras, como Michigan o Virginia, y diciendo que «comprende» a los manifestantes. «Yo apoyo a todo el mundo», dijo el presidente en su rueda de prensa del domingo, cuando esas protestan se extendían ya por todo el país, de Colorado a Maryland. En Denver, un grupo de médicos y enfermeros, vestidos de uniforme y con la cara cubierta, se enfrentaron a los coches que avanzaban protestando en contra del confinamiento.

Estas protestas son parte de una guerra que se ha declarado entre Trump y los gobernadores demócratas y algún verso suelto republicano por el estado de alarma y la cuarentena. En un principio, Trump se arrogó poder «absoluto» para dictar la reapertura de fábricas y negocios, pero varios gobernadores se opusieron. Entonces el presidente se lavó las manos, emitió unas recomendaciones voluntarias y cambió su discurso. Ahora, la adquisición de respiradores y máscaras y la distribución de pruebas de diagnóstico, como la fecha de reactivación de la economía son potestad de los gobernadores. Si fracasan, y siguen aumentando los contagios y los fallecimientos, la responsabilidad será de los gobernadores.

Ayer, Trump lamentó que los gobernadores demócratas «estén jugando a un juego muy peligroso», el de pedir más respiradores y tests de diagnóstico de los que necesitan, para dejar en mal lugar a la Casa Blanca . «Aun así, colaboraremos y se los mandaremos», dijo el presidente. «Cabe recordar que los gobernadores querían tener un control total sobre la reapertura de sus estados, pero ahora quieren que nosotros, el gobierno federal, hagamos las pruebas. No puede ser de las dos formas. La prueba es algo que se debe hacer a nivel local», añadió Trump.

De momento, los gobernadores de los estados más afectados no han cedido a las presiones, y han ido prolongando las órdenes de confinamiento mientras tratan de incrementar las pruebas y reducir el número de ingresos. En Nueva York, el demócrata Andrew Cuomo reveló ayer que en todas las viviendas de protección oficial del estado se harán pruebas de diagnóstico de forma gratuita. En ese estado ya se ha superado los 40.000 fallecimientos, aunque los contagios se han ido estabilizando. Según lamentó ayer Cuomo en su rueda de prensa diaria, «no se necesitan todas esas protestas para convencer a nadie de que la ciudadanía quiere reactivar la economía, que quiere volver al trabajo y salir de sus casas».

Mayor es la presión sobre la gobernadora de Michigan la demócrata Gretchen Whitmer, quien ha padecido incluso escraches en su casa en Lansing. Los manifestantes le piden que reabra la economía cuanto antes. «Debemos hacerlo sólo cuando se reduzcan los contagios, no podemos arriesgarnos precisamente ahora», insistió la gobernadora el domingo en una entrevista en televisión.

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