El principal adversario de Putin denuncia que Rusia oculta las cifras reales de afectados por el coronavirus
El abogado anticorrupción ruso, Alexéi Nalvani, cree que hay menos casos porque los «test para detectar el virus son 10-16 veces menos sensibles que los que se emplean en Europa y Estados Unidos»
El abogado y activista anticorrupción ruso, Alexéi Navalni, principal adversario político del presidente Vladímir Putin, cree que en Rusia hay muchos más casos de coronavirus que lo que indican las cifras oficiales, muy bajas para una población de casi 146 millones de habitantes. Según asegura a través de su cuenta de Telegram, tal desfase se debe al hecho de que «nuestros test para detectar el virus son 10-16 veces menos sensibles que los que se emplean en Europa y Estados Unidos».
Navalni explica que los fármacos para descubrir la presencia de COVID-19 en las personas se elaboran en Rusia en un único lugar, en el Centro de Virología «Véctor» de Novosibirsk (Siberia), el mismo que, según el órgano de control ruso, Rospotrebnadzor, está probando ya en primates una vacuna contra la enfermedad que podría estar lista hacia el otoño.
David Biérov, el primer caso confirmado de coronavirus en Moscú, escribió en Instagram a comienzos de de marzo que su primera prueba dio positivo, la segunda negativo y la tercera volvió a dar positivo por coronavirus. Según sus palabras, «no detectaron el virus en mi sangre, pero sí en mi saliva». Por eso Navalni y su equipo están convencidos de que las pruebas no son del todo fiables.
A día de hoy y a la espera de que se actualicen los datos facilitados ayer lunes por primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin, hay 438 infectados , de los que 191 corresponden a Moscú, el centro de población más afectado del país. Efectivamente, la tasa de infecciones es muy baja para un país de las dimensiones de Rusia. De ahí las sospechas en cuanto a que las cifras reales podrían ser más abultadas.
Tradición de maquillar datos
De hecho, con un pasado de flagrantes ausencias de transparencia como sucedió cuando se trató de ocultar a la población la envergadura de la catástrofe de Chernóbil , en 1986, o maquillando los espeluznantes datos sobre la incidencia de la epidemia de SIDA en la década de los 80, los rusos tienden a desconfiar de sus dirigentes.
Lo cierto es que las autoridades rusas están habilitando cada vez más hospitales para recibir enfermos de coronavirus y se está levantando uno nuevo según el esquema chino de construcción acelerada en la periferia suroeste de la capital rusa. Estas medidas junto a otras tan tajantes como cerrar el país a los extranjeros, suspender los eventos públicos, incluidas las competiciones deportivas, cerrar teatros y museos y castigar con hasta cinco años de cárcel a quienes se salten una cuarentena, son las que hacen sospechar a la población que los casos de COVID-19 en el país están muy por encima de lo que indican la cifras oficiales.
Por otro lado, se observa un afán desmedido de la cúpula rusa por perseguir lo que consideran «noticias falsas» sobre el coronavirus. Cualquier pronóstico no en la línea que marca el Gobierno del país puede ser tachado de alarmista. La Fiscalía General de Rusia se propone adoptar medidas por la publicación de una entrevista con un politólogo que vaticinaba como «inevitable» que se terminen produciendo centenares de muertos en el país como consecuencia de la pandemia.
La lucha de las autoridades rusas por contrarrestar lo que califican de «bulos» ha llevado a que los servicios secretos, el FSB, y Rospotrebnadzor, tomen cartas en el asunto en relación con todo lo que aparece en Internet. Por ejemplo, fue eliminada una publicación que aseguraba que los casos reales de coronavirus en Rusia superan los 20.000.
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