París intenta olvidar el coronavirus bailando en la Fiesta de la Música
En la capital, las celebraciones, que han sido criticadas, estuvieron muy concurridas y terminaron de madrugada con algunos altercados con las fuerzas del orden

Decenas de millares de franceses de la más diversa condición social se tiraron a la calle la tarde / noche del domingo para celebrar la Fiesta de la Música con mucho color y fervor . En París, las celebraciones estuvieron muy concurridas y terminaron de madrugada con algunos altercados con las fuerzas del orden en la emblemática plaza del Palacio Nacional de los Inválidos, donde está enterrado Napoleón.
El ministerio de Cultura había pedido mucha prudencia y el respeto de las normas sanitarias en vigor: uso de mascarillas, reuniones de menos de diez personas, nada de conciertos callejeros «multitudinarios».
Consejos repetidos en vano .
A partir de las 8 / 9 de la tarde noche del domingo, entre Saint-Germain-des-Prés, chic parisino clásico, y Saint-Michel, turismo de rompe y rasga , varios grupos musicales atraían a un público sediento de «marcha»; y una fiesta «Funny French Regae» se convirtió en un atractivo más que marchoso.
A la misma hora, entre Saint-Sulpice (gran iglesia barroca, adorada por Azorín y Josep Pla) y Mabillon (metro de citas juveniles), las callejuelas del «barrio de la sed» se convirtieron en un hormiguero de bandas de jóvenes , cerveza en ristre, de bar en bar, entre música, canciones y «marcha» de rompe y rasga.
Al otro extremo de París, en la plaza Villemin, junto al Canal Saint-Martin, inmortalizado por Sisley, Marcel Carné, Édith Piaf y Jean Vigo, el patriarca de la «nouvelle vague» cinematográfica, se montó un gigantesco «aperitivo electrónico» , que prolongó la fiesta más allá de la media noche.
En una de las plazas más monumentales de París, el Palacio Nacional de los Inválidos, donde está enterrado Napoleón, se reunieron millares de jóvenes de la más diversa condición, incluso étnica, celebrando sin mucho ruido la Fiesta de la música… hasta que, bien pasada la media noche, las fuerzas de seguridad del Estado aparecieron anunciando que había llegado la hora de “irse a dormir”.
Ese llamamiento al orden y el respeto de las normas sanitarias en vigor, se transformó en un intercambio de botellazos y bolas de goma: jóvenes «marchosos» se liaron a «bombardear» a gendarmes» y policía con lo que encontraban a mano. El orden quedó restaurado poco después de las cuatro de la mañana del lunes.
Los incidentes de la plaza de los Inválidos y las imágenes confirmando la más absoluta falta de «respeto» por las normas sanitarias, en vigor, en toda Francia, han abierto un debate de cierta gravedad. Le Figaro titula a toda página: «Millares de personas se reúnen sin respetar el distanciamiento». Le Monde agrega: «Vamos a bailar… en París se celebró una fiesta para olvidar la pandemia».
Hay quienes temen que la alegría festiva se transforme en riesgo de estallido de nuevos focos de propagación del coronavirus. El Gobierno prefiere guardar un prudente silencio oficial, poniendo «velas» a todos los santos que se ocupan del desconfinamiento, la desescalada, el fin (¿?) y salida la crisis sanitaria (¿?). Veremos.
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