Obama ultima medidas para limitar la venta de armas de fuego

Pretende dificultar el acceso a personas o grupos peligrosos con topes a los fabricantes

Unos norteamericanos revisan unos fusiles exhibidos por la Asociación Nacional del Rifle en Huston (Texas) REUTERS

MANUEL ERICE

El presidente Obama no está dispuesto a sucumbir en 2016 al síndrome del «lame duck» (pato cojo), como familiarmente se denomina al inquilino de la Casa Blanca, no reelegible por ley, durante su último año de mandato. Su primera iniciativa para hacer útil la recta final, la limitación de las armas de fuego, ya está en marcha.

El ataque que una pareja de islamistas radicales protagonizó hace un mes en San Bernardino (California), además del evidente reto en materia de lucha antiterrorista, disparó las alarmas por la facilidad con la que un vecino del matrimonio les facilitó un verdadero arsenal. Obama siempre ha querido que las medidas para paliar la sangría de víctimas que suponen los frecuentes tiroteos en la mayor parte del país formen parte de su legado. Pero también sabe que choca con una mayoría republicana, en la que se amparan poderosos grupos de presión, y con el rechazo de los estados gobernados por ese partido (aunque no sólo). Pero lo va a intentar. Tras unos días de trabajo con miembros de la Administración y su equipo, el lunes Obama se reúne con la Fiscal General, Loretta Lynch, para analizar medidas concretas, que tienen como objetivo limitar el acceso a las armas de personas o grupos potencialmente peligrosos. Aunque no han trascendido los detalles, se trataría de poner topes a las operaciones de venta de los fabricantes a los establecimientos a los que accede el comprador, bien con un máximo de unidades o bien con una limitación en los ingresos.

Una de las lagunas en la aplicación de la ley consiste en que muchos fabricantes no cuentan con licencia federal para el suministro a los numerosos vendedores que ofrecen todo tipo de armas, los llamados gun shows. Ello facilita un fácil acceso a cualquiera que tiene prohibida por ley la compra. Las nuevas medidas pretenderían un mayor control del historial de esas operaciones de venta de los fabricantes.

Desde Hawai, Obama ha precisado esta semana que se trata de una batalla entre «el lobby de las armas , bien organizado y empeñado en que cualquiera tenga acceso, y todos los demás, que tenemos que estar igual de concienciados y bien organizados en la defensa de nuestros niños».

Compaña de concienciación

No está claro que Obama vaya a utilizar todo su poder presidencial para sacar adelante las nuevas medidas, como ha llegado a hacer en materia de inmigración. Su primera idea es comprobar la reacción republicana y ver hasta qué punto puede doblegar una casi segura oposición, y más contando con que estamos en plena carrera electoral. Los asesores del presidente estudian una campaña de concienciación para preparar a la opinión pública ante una batalla política.

La Asociación Nacional del Rifle se opone a que se refuercen los controles del historial de ventas y argumenta que eso «no va a suponer el freno a que los criminales accedan a las armas», lo que vinculan a su robo, al mercado negro y a los familiares y amigos que se las proporcionan.

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