Netanyahu confía en la vacunación masiva para ser reelegido mañana

El primer ministro israelí se presenta como favorito a las cuartas elecciones en dos años

Partidarios de Netanyahu en un mercado de Jerusalén AFP

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'Volvemos a la vida' es el eslogan de campaña de un Benjamín Netanyahu que ha intentado hacer suyo el éxito de la vacunación masiva en Israel para ganar las elecciones. En los carteles se puede ver al primer ministro con los brazos en alto, como si celebrara un gol, pero en muchos de ellos su cara está tapada con un rectángulo rojo colocado por sus detractores con la cifra 6.000, en alusión a las víctimas que deja la pandemia hasta ahora en el Estado judío. Los israelíes acuden a las urnas este martes por cuarta vez en menos de dos años y la cita electoral se convierte una vez más en un plebiscito en torno a la figura de un primer ministro que, según las encuestas y pese a los escándalos de corrupción, repetirá victoria al frente del Likud, pero volverá a tener complicado sumar los 61 escaños necesarios en la cámara para formar coalición.

El levantamiento de las restricciones y la vuelta a una relativa normalidad gracias a la inmunización de más de cuatro millones de ciudadanos han marcado una campaña que ha pasado desapercibida para muchos votantes. La gente está cansada de votar para que luego los políticos sean incapaces de formar coaliciones sólidas. La última se hizo en abril entre Netanyahu y el líder de la coalición Azul y Blanco, Benny Gantz , pero apenas duró siete meses. Se juntaron con el objetivo de hacer frente a la pandemia, pero las disputas personales fueron continuas desde el primer instante y las diferencias en torno a los presupuestos desencadenaron la ruptura definitiva de una coalición que, entre otros puntos, recogía una jefatura de gobierno rotatoria entre Gantz y Netanyahu.

Esta alianza le costará muy cara a Gantz, ya que, según las encuestas, Azul y Blanco pasará de ser la formación más votada de Israel con más de un millón de votos a casi desaparecer. En esta ocasión, los sondeos apuntan a una fuerte subida del centrista Yesh Atid, del experiodista Yair Lapid, y la entrada en escena de Tikva Jadasha (Nueva Esperanza), la nueva formación del desertor del Likud y exministro de Interior, Gideon Saar , y Yamina, partido del líder colono Naftali Bennet . También los ultranacionalistas religiosos radicales de HaTzionut HaDatit, liderados por Bezalel Smotrich, podrían superar esta vez el límite necesario para entrar en el parlamento.

Los partidos pequeños volverán a ser claves para llegar a los 61 escaños y analistas como Yossi Verter alertan en las páginas del diario Haaretz de que «estamos ante unas elecciones donde está en juego el alma de Israel. Una victoria del bloque de Netanyahu supondría la formación de uno de los gobiernos más extremista, ultranacionalista, racista y rabiosamente religioso de la historia».

Protestas semanales

En la protesta semanal contra Netanyahu que se celebra cada sábado noche desde hace nueve meses, las calles de Jerusalén volvieron a pedir a gritos la dimisión del político. Decenas de miles de manifestantes se concentraron frente a la residencia oficial en el barrio de Rehavia y marcharon hasta el parlamento al grito de '¡Democracia!' o '¡Bibi márchate!' (Bibi es el sobrenombre de Netanyahu).

Estas movilizaciones llenan semanalmente las calles del centro de la Ciudad Santa y han demostrado tener capacidad de organizar a miles de personas en todo el país, pero esa energía no se transforma en los votos suficientes para echar a Netanyahu y cuando llega la hora de depositar la papeleta la maquinaria del Likud demuestra su poderío. «Si sigue en el cargo tenemos el riesgo de que Israel se convierta en la España de Franco y no podemos permitirlo, hay que ir a votar y acabar son su mandato de una vez», reflexionaba una joven con un altavoz cubierto por pegatinas con el eslogan «crime minister».

Acercamiento a los árabes

Netanyahu es el primer ministro con más años en el cargo de la historia de Israel y ya ha superado a David Ben Gurion. En su último intento de rescatar la mayor parte de votos posibles no ha dudado a la hora de mirar a la minoría árabe del país, donde sus carteles de campaña le presentan como 'Abu Yair' (el padre de Yair). Frente al distanciamiento e incluso las voces de alarma ante el voto de los árabes en elecciones anteriores, esta vez el propio primer ministro ha hecho campaña entre este grupo que representa el 20 por ciento de Israel. No está claro que haya logrado ganarse su confianza.

Como la campaña de vacunación, también los acuerdos logrados con Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin, Marruecos y Sudán , gracias a la mediación de Estados Unidos, han sido uno de los reclamos empleados por Netanyahu estas semanas. En uno de sus últimos actos de campaña, el líder del Likud anunció incluso que, si resulta reelegido, tiene cuatro nuevos acuerdos listos e incluso prometió poner en marcha un vuelo entre Tel Aviv y La Meca, aunque de momento no hay acuerdo de paz con Arabia Saudí.

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