Menos de 40.000 chalecos amarillos protestaron ayer en toda Francia
En París hubo entre 3.000 y 4.000 manifestantes, mientras que en toda Francia lograron movilizar apenas a 38.600 personas
El acto VI de la franquicia chalecos amarillos estuvo marcado por una caída espectacular de la movilización, algunos choques violentos en los Campos Elíseos, la detención de un activista notorio y el espectáculo del canto a coro de canciones obscenas de ultra derecha a las puertas de la basílica del Sagrado Corazón de Montmartre.
Los chalecos amarillos han perdido 235.000 manifestantes en mes y medio de manifestaciones. 282.000 manifestantes el 17 de noviembre, 166.000 el 23 de noviembre, 136.000 el 1 y el 8 de diciembre, 66.000 el 15 de diciembre, y ayer 38.600 con movilizaciones modestas en toda Francia . En París hubo entre 3.000 y 4.000 manifestantes, divididos en varios «cortejos», deshilachados y de errático rumbo.
La manifestación convocada en Versalles terminó antes de empezar, a falta de un número llamativo de participantes. Las manifestaciones de París, fueron modestas e incontroladas: en los Campos Elíseos, la circulación no llegó a cortarse, pero se produjeron enfrentamientos violentos a última hora de la tarde de ayer. En la plaza de la Ópera, apenas una carga policial. En el Louvre, decenas de manifestantes. En Montmartre, a las puertas de la basílica del Sagrado Corazón, varias decenas de chalecos amarillos dieron un espectáculo entre obsceno y ultra derechista, cantando a coro una canción, «La Quenelle», que es una parodia de un himno revolucionario cantado en clave ultra derechista, con invitaciones a «penetrar» por el ano al presidente Macron.
«La Quenelle» fue una creación de Dieudonné, un humorista de ultra derecha, acompañada de un gesto obsceno y neo nazi. La quenelle es una suerte de albóndiga de pescado, en forma de supositorio semejante al falo, el sexo masculino. Dieudonné utilizó hace años esa misma palabra para nombrar un gesto muy semejante al saludo nazi.
Cantando esa canción, acompañada de gestos obscenos, decenas de chalecos amarillos dieron ante la puerta de la basílica de Montmartre un espectáculo de inquietante grosería, que no será fácil de olvidar para los chalecos amarillos de muy otras y distintas sensibilidades, que ayer sábado se manifestaron con «exigencias» de lo diverso a lo peregrino.
Bloqueo de fronteras
En el corazón de París, en la calle donde Azorín, corresponsal de ABC, afirmaba que se encontraba la «maravilla» de la capital, las fuerzas del orden detuvieron a Eric Drouet, un camionero de Melun que ganó cierta celebridad haciendo un llamamiento a «tomar» el Elíseo. La justicia decidirá si Drouet es acusado o no de «incitación a la violencia». Hubo otras 140 detenciones.
En el resto de Francia, las manifestaciones oscilaron entre las «sentadas» pacíficas, en muchas rotondas, y el bloqueo de los camiones en algunas fronteras , comenzando por la franco - española, en Le Boulou.
Sin organización, sin programa, sin portavoces oficiales, la franquicia de los chalecos amarillos «promete» relanzar el movimiento a primeros de año, cuando Emmanuel Macron comienza a ser criticado con severidad por su gestión personal de la crisis, inconclusa.
François Leotard , exministro de la defensa, centrista, ha declarado que el verdadero coraje político sería decir «basta» a un movimiento que está agravando varias crisis superpuestas (social, política, económica) con un costo gravoso para la economía nacional, víctima del crecimiento de la deuda y los déficits públicos, con anémico crecimiento económico. El gobierno francés deberá pedir los próximos meses más de 200.000 millones de euros en los mercados de deuda pública para atender los compromisos nacionales. Los intereses de la deuda nacional ascienden hoy a 40.000 millones de euros anuales, la segunda partida de los presupuestos del Estado.
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