Máxima seguridad para las elecciones municipales de Hong Kong

En medio de un clima enrarecido por la violencia, los antidisturbios vigilarán los comicios a los consejos de distrito, plebiscito para el Gobierno tras cinco meses de protestas

Pablo M. Díez

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Bajo una fuerte tensión por las protestas contra el autoritarismo de China que empezaron hace cinco meses y medio, la Policía antidisturbios vigilará este domingo las elecciones a los consejos de distrito en Hong Kong, que suponen un plebiscito para el cuestionado Gobierno y los partidos que lo apoyan. Para garantizar que la votación se produce con normalidad e impedir los disturbios de las últimas semanas, los 31.000 agentes de policía estarán de servicio ese día.

En modo de «reserva máxima», pero con una «presencia mínima» para no intimidar a los votantes, los antidisturbios custodiarán las más de 600 mesas electorales desplegadas por esta ciudad de 7,5 millones de habitantes. De ellos, cuatro millones podrán elegir desde las siete y media de la mañana hasta las diez y media de la noche a los 452 concejales con que cuentan los 18 distritos de Hong Kong. A sus escaños se presentan 1.090 candidatos en una amalgama de partidos, pero claramente diferenciados entre los azules (a favor del Gobierno) y los amarillos (en contra y reclamando pleno sufragio universal para elegir al jefe ejecutivo y a todo el Parlamento local).

«La violencia puede disuadir a la gente de votar, pero teniendo suficiente presencia garantizaremos su seguridad», prometió este viernes el nuevo jefe de Policía, Chris Tang, en su primera comparecencia ante los medios, informa la radiotelevisión pública RTHK. Recién nombrado tras la jubilación de Stephen Lo, asume el cargo con la difícil misión de aplacar la larga revuelta que sufre esta antigua colonia británica, que fue devuelta al régimen de Pekín en 1997 pero tiene más libertades que el resto del país.

Debido a las protestas, que empezaron pacíficamente en junio contra la ya retirada ley de extradición a China pero han desatado el caos y la violencia, estas elecciones se celebran en medio de una agitación política que ha dividido a la sociedad y sembrado el miedo en las calles. Destrozados por la deriva antichina que han tomado las protestas, los bancos estatales de Pekín se están blindando con planchas de metal y algunos comercios del continente han echado el cierre. Durante la campaña, han sido destrozadas varias sedes de partidos y atacados dos candidatos: el controvertido Junius Ho, el político más odiado por los manifestantes por su agresiva defensa del régimen chino, y el combativo Jimmy Sham , uno de los líderes del movimiento democrático que ha sacado a millones de personas a la calle contra Pekín. Tras el vandalismo de los manifestantes radicales y los enfrentamientos con la Policía y entre ambos bandos, que han dejado ya dos muertos y más de 4.500 detenidos, los candidatos han apelado a sus votantes a extremar la seguridad.

«En Hong Kong hemos llegado a tal extremo que tengo miedo a decir lo que pienso y debo mirar alrededor y bajar la voz antes de expresar mis ideas políticas», se queja Tammy, organizadora de bodas de 40 años que apoya al Gobierno y votará a los azules «para que vuelva a haber paz y estabilidad». Nacida en Hong Kong, en el seno de una familia nativa que ya vivía en los Nuevos Territorios cuando los ocuparon los británicos a finales del siglo XIX, se declara conservadora y ha trabajado muchos años en China continental. «Aunque no podamos elegir al Gobierno, en Hong Kong disfrutamos de todas las libertades del mundo y hemos vivido muy bien, pero los jóvenes tienen tantas dificultades para encontrar trabajo y comprarse una casa que ha estallado su malestar», achaca la revuelta al declive económico que sufre esta capital financiera de Asia frente al auge de China. Pero también critica «los muchísimos errores del Gobierno, que no sabe cómo hacer frente a la violencia», que amenaza con fracturar a la sociedad y también al movimiento democrático.

Sentada al lado de Tammy en un restaurante callejero bajo los rascacielos del distrito financiero, Glory, consultora de 30 años, reconoce que «yo fui a las manifestaciones contra la ley de extradición cuando eran pacíficas, pero estoy en contra de los destrozos y ataques a la Policía». Confundida, todavía no sabe si el domingo votará a los azules o los amarillos.

Más claro lo tiene M, que a sus 23 acaba de licenciarse de la Universidad Politécnica de Hong Kong, escenario de la batalla campal del domingo donde siguen sitiados por la Policía unos 60 manifestantes que se niegan a entregarse. «La culpa de la violencia es del Gobierno, que no ha respondido a nuestras demandas pacíficas y ha forzado la escalada de los estudiantes», reprocha ante el cordón policial que rodea el edificio. Sin un plazo para su desalojo, los manifestantes resisten en su interior con muy pocos víveres y divididos en grupos por una creciente desconfianza mutua por miedo a que haya un infiltrado de la Policía. Triste metáfora de una división que también amenaza al movimiento democrático de Hong Kong por la violencia que han sembrado los radicales.

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