Manuel Trillo - Análisis
El donjuán se pone a prueba
Boris Johnson debe emplearse a fondo si quiere ganarse a los unionistas norirlandeses, para los que el acuerdo resulta lacerante
Johnson debe emplearse a fondo si quiere ganarse a los unionistas, para los que el acuerdo resulta laceranteNueva jornada de infarto en Westminster. La sesión en los Comunes promete emociones fuertes, con Boris Johnson poniendo a prueba hasta el final sus dotes de seducción para ganarse los respaldos que ahora no tiene para el acuerdo del Brexit al que llegó con Bruselas. En él pone sus esperanzas no solo de poner fin a este turbulento periodo político, sino también de atornillarse al despacho de Downing Street.No lo va a tener fácil el «premier», que agravó la falta de mayoría conservadora con la purga de los rebeldes que le plantaron cara. Su triunfo pasa en buena medida por atraerse a los unionistas norirlandeses del DUP, para quienes la nueva fórmula para cuadrar el círculo es especialmente lacerante. Resulta que para evitar un «backstop» que iba a mantener al conjunto del Reino Unido ligado a las normas europeas, inaceptable para los «brexiteros» pata negra, ahora se pacta una salvaguarda solo para Irlanda del Norte. Ello supone que en lugar de levantar una frontera física en la isla de Irlanda, algo que nadie quería para no reabrir las viejas heridas suturadas con el Acuerdo de Viernes Santo, se establezca una barrera aduanera en el interior del propio Reino Unido, en el mar de Irlanda, entre la provincia norirlandesa y el resto del país. Más aún: serán las mismas autoridades británicas las encargadas de cobrar los aranceles comunitarios para aquellos productos que pasen desde la isla de Gran Bretaña a Irlanda del Norte y cuyo destino final sea la UE. Se habla incluso de que el primer ministro se vea obligado a tirar de chequera para ablandar la voluntad del DUP, aunque puede que ni siquiera eso sea suficiente.Con todo, los votos unionistas no bastan. Debe convencer también a parte de los «tories» expulsados o de los laboristas. Y mantener prietas las filas para que no haya defecciones entre los «espartanos», conservadores duros a los que el acuerdo puede parecer corto. No apto para cardiacos.
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