Macron, recibido con una batalla campal en su visita a Guayana: «No soy vuestro papá noel»
El presidente francés mantiene muy deterioradas las relaciones con los territorios de Ultramar desde su victoriosa campaña electoral, cuando confundió Cayena y la Guayana con una «isla»
Emmanuel Macron ha sido recibido en el departamento de ultramar de la Guayana con manifestaciones de protesta y una batalla campal muy violenta a su llegada a Cayena, la capital de la antigua colonia, explosivo polvorín social, cultural y político, en la costa norte de América del Sur , entre Brasil y Surinam.
Triunfante en la Francia metropolitana, el presidente Macron tiene siempre pendiente y empantanadas sus relaciones personales y políticas con los departamentos de ultramar (antiguas colonias), muy deterioradas desde su victoriosa campaña electoral, cuando confundió Cayena y la Guayana con una «isla», cuando sus declaraciones sobre Argelia precipitaron una tormenta de granizo cultural muy duro.
Instalado en el Elíseo, imponiendo sus reformas a paso de carga, Macron había programado un viaje a la Guayana (260.000 habitantes), departamento nacional francés, con el estatuto de región ultraperiférica para la UE. El presidente esperaba «reanudar el diálogo» con una opinión pública local en estado de angustia social permanente.
Esperanza vana, la del presidente. El movimiento social Pou Lagwiyann dékolé (PLD, Por el despegue de la Guayana, en criollo local) ya paralizó el departamento de ultramar la primavera pasada. Las promesas parisinas y la campaña presidencial enterraron la crisis durante unos meses. Hasta la llegada de Macron a Cayena, la capital, donde fue recibido con manifestaciones de protesta muy duras que terminaron con enfrentamientos violentos con las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS, anti disturbios).
«No he venido como Papá Noel»
Macron tuvo la tentación de «dialogar» personalmente con los manifestantes. Sus consejeros lo disuadieron: temían los riesgos físicos.
El movimiento PLD reclama desde hace meses ayudas masivas y una intervención «generosa» del Estado en un departamento que los manifestantes consideran «abandonado de la mano de Dios». El presidente Macron responde que «no he venido a la Guayana como Papá Noel».
Los 260.000 habitantes de la Guayana, a miles de kilómetros de París, no son una prioridad política para el gobierno francés. Pero las llamas del incendio social y los enfrentamientos violentos, en Cayena, han recordado el carácter inflamable de la crisis.
Siempre «imaginativo», Macron ha pedido la «invención» de una «nueva relación» entre la Guayana y el Estado. La primavera pasada, el gobierno de François Hollande prometió inversiones estatales por un montante de más de 3.000 millones de euros. Meses más tarde, las inversiones reales tardan en llegar. Macron ha vuelto a prometer que 1.000 de esos 3.000 millones prometidos serán invertidos en «proyectos realistas».
Sofocado provisionalmente el incendio de las manifestaciones, queda por ver la imprevisible evolución de la crisis.
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