Kayla Mueller, la cooperante secuestrada por Daesh que dio nombre a la operación para matar a Al Bagdadi

La joven de 26 años fue capturada en Siria y obligada a casarse con el líder terrorista, que la convirtió en su esclava sexual

La joven cooperante Kayla Mueller Afp

ABC

«No importa el tiempo que nos lleve, Estados Unidos encontrará y llevará ante la Justicia a los terroristas responsables del cautiverio y muerte de Kayla», aseguró Barack Obama en 2015. Cuatro años después, soldados de élite estadounidenses tomaban el pasado viernes la casa donde se escondía el líder de Dash en Siria. La operación para capturar a Al Bagdadi vivo o muerto había sido bautizada por el jefe del Mando Conjunto de Operaciones Especiales, teniente general Scott Howell, con un nombre especial, el de Kayla Mueller .

La joven cooperante de 26 años, nacida en Prescott (Arizona), se había desplazado a la frontera entre Turquía y Siria a finales de 2012 para ayudar a los refugiados que huían de la guerra. Allí trabajó de forma temporal con un par de organizaciones, pero en agosto de 2013 viajó a Alepo, la ciudad más importante del norte de Siria. Acompañó a un amigo que tenía la misión de arreglar la conexión de internet del centro de operaciones de la delegación española de Médicos Sin Fronteras (MSF). «El trabajo se alargó más de la cuenta y el técnico y Kayla se quedaron a dormir en el hospital por su propia seguridad», indcó la organización humanitaria en un comunicado en el que aclaraba que la cooperante estadounidense no trabajaba para MSF.

Por la mañana, la pareja fue conducida a una estación de autobús desde donde pretendía regresar a Turquía, pero nunca llegaron a su destino. Ambos fueron secuestrados por Daesh el 4 de agosto de 2013 en Alepo. Su acompañante fue liberado meses más tarde, ella acabó en Raqqa.

Obligada a casarse con Abu Bakr al Bagdadi, el máximo líder de la organización terrorista la convirtió en su esclava sexual. La llevó personalmente a la casa de Abu Sayyaf, un tunecino encargado de los ingresos del grupo terrorista derivados del petróleo y el gas, y allí la violó en repetidas ocasiones. Kayla pasó dos años de penalidades antes de morir en circunstancias no esclarecidas. Su cuerpo nunca fue encontrado.

Daesh informó de que la joven estadounidense había perdido la vida en febrero de 2015 durante un bombardeo de la aviación jordana, que combatía junto con Estados Unidos el terrorismo yihadista.

Obama negó estas informaciones y culpó a Daesh de la muerte de la joven que, según destacó el presidente estadounidense, intentó mejorar la vida de otras personas y dejó un «legado» que perdura e «inspira» a quienes «luchan, cada uno a su manera, por lo que es justo y decente».

«Kayla fue una humanista devota y compasiva. Dedicó toda su joven vida a ayudar a aquellos en búsqueda de libertad, justicia y paz», subrayaron con «el corazón roto» sus padres, Carl y Marsha Mueller, en un escrito cuando recibieron la confirmación de que su hija había muerto.

Estados Unidos no olvidó a Kayla. Junto con James Foley, Steven Sotloff y Peter Kassig, se convirtió en el rostro de las víctimas estadounidenses de Daesh. Con la «Operación Kayla Mueller» quiso rendir homenaje a la joven cruelmente vejada y asesinada.

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