José M. de Areilza - MONNET & CO.
Perros viciosos y armas abominables
El presidente de EE.UU. no puede vender a sus seguidores la buena marcha de la economía y cree que ha dado con un filón
Ante la oleada de protestas contra el racismo y la brutalidad policial, Donald Trump responde con su registro favorito, la división y el choque. Su objetivo es vencer contra viento y marea en las elecciones de noviembre y su única preocupación son las encuestas adversas.
Un terremoto de protestas inunda las calles a diario en medio de la pandemia. El presidente no puede vender a sus seguidores la buena marcha de la economía y cree que ha dado con un filón. Ley y orden, repite una y otra vez desde las redes sociales, pide mano dura a los gobernadores y tilda de mentiras casi todas las noticias. A los manifestantes que se acerquen a la Casa Blanca, afirma, les esperan perros viciosos y armas abominables. Solo sale de su encierro para hacerse fotos ante iglesias. La más bochornosa, ante la catedral de St. John, una vez le habían despejado el parque de Lafayettte con gases lacrimógenos para no tener que escuchar voces incómodas. Hasta la cúpula actual del Pentágono y su antiguo Secretario de Defensa, Jim Mattis, consideran equivocada su reacción de amenazar a los ciudadanos críticos con desplegar el Éjército contra ellos, un desprecio más de la Constitución y los derechos fundamentales en el haber del neoyorkino.
Los conflictos raciales existen en Estados Unidos desde antes de su fundación. La minoría afroamericana es más pobre, con menos acceso a la educación, pasa más tiempo en la cárcel y sufre más que el resto de la población por distintas enfermedades, violencia y drogas. Sin embargo, el cambio incremental hacia la integración y la mejora de sus condiciones de vida no se ha detenido a pesar de Donald Trump, un presidente que alienta el racismo y el odio. Miles de iniciativas sociales, políticas, universitarias, ayudan a diario a cambiar las cosas. Los activistas más radicalizados no se creen la idea de integración y de convivencia pacífica y hacen una enmienda a la totalidad al sistema. Si consiguen convertir la protesta en caos y violencia, estarán ayudando a Trump a pasar cuatro años más tuiteando desde su búnker.
Noticias relacionadas