La gran coalición alemana amenazada por las regionales de Hesse
La dramática pérdida de votos de los grandes partidos alemanes amenazan a la gran coalición de Merkel
Con solo seis millones de habitantes y albergando la sede financiera alemana de Frankfurt, el estado federado de Hesse se caracteriza por no dar demasiadas sorpresas políticas y suele vivir al margen de los rifirrafes entre los partidos de Berlín, en el otro extremo de Alemania. Pero las elecciones regionales de este domingo amenazan con dar el tiro de gracia a la gran coalición que Merkel ha formado con los socialdemócratas del SPD, porque confirmarán que los grandes partidos políticos alemanes han caído en una espiral de pérdida de votos que hoy no les permitiría ya formar gobierno y que nadie sabe cómo frenar. Las encuestas auguran caídas de 12 puntos para la CDU , hasta el 26%, de 10 puntos para el SPD , hasta el 21%, pero la gravedad de los porcentajes radica en que el desplome es también un hecho a escala federal y las directivas de los partidos saben que no podrán seguir como hasta ahora cuando el recuento de Hesse confirme la debacle.
Si hoy se celebrasen elecciones generales en Alemania y según el último «Politbarometer» de la cadena pública alemana ZDF, la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y su partido hermano, la Unión Cristianosocial (CSU), sólo obtendrían el 27% de los votos, tras perder un punto más desde septiembre. El SPD sólo conseguiría el 14%, tres puntos menos, sus peores cifras registradas en la historia de este sondeo. Peor todavía es el vaticinio de «Deutschlandtrend», realizado por la cadena pública alemana ARD. Ahí la Unión (CDU/CSU) cae hasta el 25% y el SPD hasta el 14%. Y la capacidad de reacción de los partidos parece limitada.
En Berlín se rumorea con insistencia que el ministro de Interior, Horst Seehofer , a quién los partidos de la gran coalición culpa del desastre y de las tensiones que han desdibujado de cara a la opinión pública el significativo trabajo que se está haciendo en Berlín, presentará su dimisión después de Hesse, pero incluso con ese sonado paso resultaría difícilmente posible dar marcha atrás en esta tendencia. Y Merkel, que ha optado por el papel de mártir y aguanta mientras en su partido se gesta la complicada sucesión, interpreta el papel de violinista del Titanic y anima al «optimismo».
En su última reunión con el grupo parlamentario conservador, la canciller animó a sus miembros a mirar el futuro «con confianza». «El resultado de las elecciones generales fue decepcionante , pero por cuarta vez consecutiva logramos mantenernos al frente del Gobierno y debemos mirar el futuro con optimismo», les dijo.
AfD cambia el juego
Sin duda este proceso de final incógnito está relacionado con que ahora precisamente se está cumpliendo un año de la presencia en el Bundestag del partido antieuropeo y antiextranjeros Alternativa para Alemania (AfD), que ha conseguido cambiar las reglas del juego político alemán sin que los viejos jugadores consigan aclararse.
Este domingo, cuando cierren los colegios electorales en Hesse, AfD habrá logrado irrumpir con su discurso ultranacionalista y xenófobo en el único parlamento regional de Alemania en el que aún no tenía presencia, según las encuestas que le otorgan entre un 12 y un 13% de los votos. A nivel nacional, los sondeos estiman una intención de voto de entre el 15 y el 18%, lo que en algunos casos la sitúa virtualmente como segunda fuerza en Alemania. Su presencia ha enturbiado los debates parlamentarios, que se han vuelto más broncos y agresivos, con dardos cruzados desde y hacia la bancada de AfD, y con la pertinaz ligazón desde sus escaños de ligar cualquier asunto a la cuestión migratoria.
Durante este último año, el presidente de AfD, Alexander Gauland , ha llamado públicamente a «cazar a Merkel», ha relativizado el nacionalsocialismo, diciendo que era una «cagarruta de pájaro» en la «exitosa» historia alemana, ha dicho nadie en Alemania querría tener como vecino al internacional alemán Jérôme Boateng , de padre ghanés, y ha llamado a los alemanes a estar orgullosos del rendimiento de los soldados del III Reich. En la gran coalición hay un férreo consenso en la necesidad de frenar este discurso, pero no hay acuerdo en cómo hacerlo. Merkel los ha estado ignorando, sin siquiera mencionar el nombre del partido. El SPD ha sacado a la tarima al locuaz Martin Schulz , para definir que pertenecen al «estercolero de la historia». El presidente del Partido Liberal, (FDP), Christian Lindner , ha apostado por arrebatarles cuanto antes la baza de los refugiados. «La inmigración es su tema», ha reconocido, «y debe ser resuelto». «Hay que enfrentarse a ellos con sobriedad, en lugar de insultarlos asumiendo su vocabulario», es la receta de Lindner.
Pero mientras galgos y podencos determinan cómo hacer frente a AfD, la presidenta del SPD, Andrea Nahles , ha prometido a los suyos «hacer algo» si se confirma el desplome este domingo y ese algo está ya decidido, esperando solo a no crear más disrupciones de las ya existentes antes de que cierren las urnas de Hesse. La gran coalición ya no parece beneficiar a ninguno de sus miembros. Y desde fuentes muy cercanas a Merkel se insiste en que «esta coalición tiene sentido solo con esta canciller, si hablamos de ruptura, estamos hablando de nuevas elecciones».
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