Francisco de Andrés
Revisionismo y estupidez
La relectura cutre del pasado en EE.UU., con motivo del «caso Floyd», juzga toda una era con un eslogan y se queda tan pancha

Las hordas de descerebrados –si se puede encontrar algún buen sentido a la palabra– que desde hace días destruyen y vandalizan en Estados Unidos estatuas de personajes del pasado, han encontrado una versión «light» en quienes ahora piden al presidente Trump que cambie el nombre de bases militares que recuerdan la memoria de algún general confederado. La oleada de revisionismo histórico está dejando detritus en las playas europeas, y en las ciudades de Estados Unidos descabeza o grafitea ya estatuas de Colón, ese santo varón con el que millones de indios americanos vieron el cielo abierto tras haber servido durante siglos como víctimas de sacrificios humanos.
El revisionismo histórico cutre –que juzga con un eslogan callejero la mentalidad de siglos pasados y se queda tan pancho– usa ahora el desgraciado caso de George Floyd, pero podría utilizar también el de algún inmigrante chino o de un hispano. Da lo mismo. Toca dar rienda suelta a los peores instintos, después de meses de coronavirus, con una furia iconoclasta que encuentra en las comisarías de policía y en las estatuas, o en los coches aparcados que se cruzan en el camino, la diana adecuada para la válvula de escape. ¿Por qué las estatuas de próceres del pasado o los nombres de las calles, y no emprenderla también quemando edificios con más de siglo y medio de antigüedad? ¿Porqué no se juntan los hotentotes urbanitas y organizan una expedición a Atenas, para destruir las ruinas de los templos griegos, o, pongamos, el Coliseo romano, escenarios de grandes atrocidades?
La tonteria y la ignorancia son un mar sin orillas. En el caso de muchos activistas radicales, la falta de formación la hacen comprensible y hasta tolerable. No es de recibo, en cambio, la actitud indulgente y aparentemente tolerante de algunos gobernadores y legisladores norteamericanos, que bailan el agua a los violentos en busca de un rédito en las urnas –en algunas circunscripciones el voto de las minorías raciales es clave– que puede acabar saliéndoles por la culata.
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