Cruz Roja alerta de que Mariúpol sufre un cerco «apocalíptico» para sus habitantes

Afirma que 300.000 civiles viven sin agua ni electricidad y sometidos al fuego de artillería. Ayer, varios grupos de civiles de Irpín, al norte de Kiev, y de Sumi, al noreste del país, dejaron atrás las zonas de conflicto gracias a la apertura de los corredores humanitarios

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Los soldados ucranianos ayudan a una anciana a salir de la ciudad de Irpín AFP / Vídeo: Rusia anunció este martes la apertura de corredores humanitarios para evacuar civiles - EUROPA PRESS

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Los corredores humanitarios han empezado a funcionar con cuentagotas en Ucrania y han servido para que varios grupos de civiles de Irpín, al norte de Kiev, y de Sumi, al noreste del país, dejaran atrás las zonas de conflicto y pusieran rumbo a la parte occidental de Ucrania. Después de trece días de guerra y de tres reuniones cara a cara entre ucranianos y rusos, estos corredores son el primer punto de entendimiento y podrían extenderse por otras ciudades del país.

Las evacuaciones en estos dos lugares fueron la cara frente a la cruz, Mariúpol, la ciudad costera del mar de Azov en la que por tercer día consecutivo fue imposible una salida segura de civiles. El alcalde de esta localidad, Vadim Boitchenko, denunció que una niña de seis años murió deshidratada bajo las ruinas de su casa, destruida en los bombardeos. La pequeña, de nombre Tania y 6 años de edad, quedó atrapada bajo los escombros de su casa, alcanzada por las bombas. Su madre murió de inmediato , pero ella, según Boitchenko, «no se sabe cuánto tiempo estuvo atrapada viva bajo las ruinas de su casa (…) en los últimos minutos de su vida estuvo sola, exhausta, asustada y horriblemente sedienta. Esta es solo una de las muchas historias que suceden en Mariúpol, sitiada desde hace ocho días», escribió en Telegram.

Alrededor de 300.000 civiles sufren en Mariúpol un cerco que les condena a vivir sin agua ni electricidad y sometidos al fuego de artillería. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) calificó la situación de «realmente apocalíptica para la gente», en palabras del portavoz, Ewan Watson.

Los evacuados no fueron en dirección a Rusia o Bielorrusia, como planteó Vladímir Putin , sino que pusieron rumbo a zonas bajo control ucraniano. En el caso de Sumy, los medios locales difundieron las imágenes de docenas de autobuses que transportaban no solo a ucranianos sino también a chinos, indios y otros ciudadanos extranjeros en dirección a Lokhvytsia, al suroeste. Muchos de los que salieron eran estudiantes de todas partes del mundo a quienes el conflicto sorprendió en pleno curso académico.

El cielo de Kiev calló durante el día. Las explosiones de la noche dieron paso al silencio y la ciudad se tiñó de blanco debido a la tormenta de nieve . «Esto nos favorece, los rusos pierden visibilidad y no podrán usar aviones», reflexionaba en voz alta uno de los milicianos al frente de las barricadas de Maidán, el corazón de la capital. Conforme pasan las jornadas, la resistencia ucraniana mantiene al enemigo fuera de Kiev , pero cobra fuerza el temor a una operación aérea a gran escala.

Tensa espera en Kiev

El presidente Volodímir Zelenski habló de Odesa como el próximo objetivo de Moscú , pero sin olvidar que Kiev es el principal objeto de deseo del enemigo. El dirigente ucraniano grabó y difundió en redes su enésimo vídeo para demostrar que sigue en la capital y ofreció una entrevista al canal estadounidense ABC en la que se mostró abierto al diálogo con Putin, «pero no nos rendiremos », aclaró.

Respecto a las exigencias rusas para frenar la guerra, insistió en que «he perdido todo interés en la entrada de Ucrania en la OTAN porque me he dado cuenta que no nos quieren dentro de la Alianza ». Esta es una de las condiciones que exige el Kremlin, junto al reconocimiento de la independencia de Lugansk y Donetsk y la soberanía rusa sobre Crimea.

A la espera de una cuarta reunión en la frontera de Bielorrusia entre los enviados de Kiev y Moscú, el turno para la diplomacia mira ahora a Antalia, donde se verán las caras los ministros de Exteriores de ambos países . Las gestiones avanzan a un ritmo más lento que una guerra que devora Ucrania y está a las puertas de su capital.

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