«Mi mayor temor es que maten a mi familia», dice Yuliia Marchenco en su huida de Kiev a ABC
Esta joven ucraniana y su marido se ven obligados a cambiar de carretera cada dos por tres para no estar en peligro
En tres horas solo han recorrido 120 kilómetros. No saben si llegarán a su destino: un pueblo cerca de Rumanía
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«Mi mayor temor es que maten a toda mi familia, que se ha quedado en Ivankiv, un pueblo cerca de Chernóbil plagado de rusos, y que a nosotros nos caiga un misil o nos agredan por el camino». Eso dice, visiblemente asustada, Yuliia Marchenco , una joven ucraniana de 29 años que a las tres de la tarde, hora española, ha emprendido un viaje desde Kiev sin la certeza de si tendrá retorno.
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Aterrorizada, junto a su marido Alex, de 32 años, una cuñada y su sobrina, huyen del horror en que se ha visto sumida la capital de su maltratado país con las bombas, las explosiones, los incendios y los disparos derivados de la incursión rusa ordenada por Vladímir Putin. Hoy, tras pasar la noche y parte del día refugiados en el sótano de una escuela , el grupo ha decidido arriesgarse y salir con lo puesto. En tres horas han recorrido apenas 120 kilómetros, muchos de ellos en dirección contraria, a causa del colapso circulatorio que hay a la salida de Kiev , explica a la altura de la localidad de Zhytomyr.
Su destino, si es que logran llegar a él, es un municipio de los Cárpatos, cerca de la frontera de Rumanía , donde viven amigos de su marido, que hoy, día de su cumpleaños, en lugar de celebrarlo, está en un monumental atasco de miles de personas que, como ellos, han decidido huir del horror y la barbarie de una invasión que les ha pillado, como al resto del mundo, por sorpresa.
« Es desesperante . Tenemos por delante 500 kilómetros de recorrido; algunas personas han tardado 16 horas en realiza rutas similares. Debemos cambiar continuamente de carretera y consultar internet cuando no falla, porque muchas vías no son seguras. Hay tanques rusos que atacan a la población civil sin miramientos y no dudan en saquear sus casas y acabar con sus vidas en algunas zonas. También hay puestos de control ucranianos que revisan los vehículos por si hay algún ocupante ruso y miran minuciosamente los documentos y los pasaportes; estamos muy expuestos y en peligro», explica esta joven.
«Es todo como la más cruenta película de guerra»
Quizá no lleguen nunca al lugar previsto y tengan que cambiar de rumbo e improvisar. « Todo puede cambiar de un momento a otro . Ahora estamos un lugar tranquilo, pero a saber cuánto durará», indica. A pesar de la situación por la que atraviesa está muy preocupada. «Llevo desde las once de la mañana sin poder hablar con mis padres ni mi hermano, de 16 años, porque no hay cobertura. No sé que ha sido de ellos . En el pueblo no tienen luz ni agua», indica, agobiada Yuliia.
Esta joven, empleada en una agencia de viajes, y su marido, que trabaja en una empresa de logística que colabora con Rusia, jamás se había imaginado vivir una situación así. «Es todo como la peor de las pesadillas, como la más cruenta película de guerra», insiste esta joven. « Temo que cuanto todo acabe no podamos volver a nuestro hogar », concluye.