Colombia empieza a padecer el Covid-19
Sin duda, Bogotá ha liderado la expedición de medidas fuertes para contener la propagación del virus, pero siempre lucen insuficientes
Cuando lea esta nota, Colombia ya habrá sumado 100 casos de coronavirus comprobados. La velocidad con la que se expande la pandemia hace que las medidas de prevención anunciadas la noche anterior luzcan obsoletas en la mañana.
Una de ellas, «Bogotá se queda en casa» busca una cuarentena preventiva de todos los bogotanos (con cárcel y multas para quienes no cumplan), a partir del amanecer del 20 de marzo y hasta media noche del lunes 23, anunciada por la alcaldesa de Bogotá , Claudia López. Bogotá es la capital del covid-19 en Colombia, con 42 casos confirmados y creciendo.
Pero López, quien aún considera que la capital colombiana no está ad portas de un confinamiento obligatorio, explicó que el ensayo general en este teatro del temor es para que los ocho millones de habitantes se hagan a la idea de qué tanto está preparada la ciudad , para corregir fallas de cara a un encierro obligatorio y aprender a vivir en reclusión, todo ello con un sabor entre pedagógico y preventivo que muchos consideran un pérdida de tiempo y eventualmente de vidas si no cierra de inmediato toda la ciudad.
Sin duda, Bogotá ha liderado la expedición de medidas fuertes para contener la propagación del virus, pero siempre lucen insuficientes. Por ejemplo, la falta de acción del orden nacional , como el control real del aeropuerto internacional de la ciudad –por donde han entrado prácticamente todos los casos- y similar tropicalismo en muchos otros aeropuertos internacionales del país crea severas grietas al sistema de contención que desgastan los esfuerzos.
Un país hecho celdas
Aunque el gobierno de Iván Duque ha ido tomando medidas, han sido paulatinas bajo el argumento de no precipitarse y procurar, a la vez, el menor impacto en vidas y en la economía. La falta de coordinación ante las acciones de los mandatarios locales o regionale s ha creado feudos y medidas arbitrarias que afectan a terceros. Muchos han cerrado sus fronteras, otros decretaron el toque de queda; inclusive los 2.893 excombatientes de las Farc y el gobierno acordaron limitar el acceso a los ETCR (Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación) lugares donde se desmovilizaron en el 2016 y en los que hoy desarrollan actividades productivas, de capacitación y su vida en comunidad.
Las acciones del gobierno, además de inyectarle recursos al sistema de salud, provenientes de las arcas del petróleo (la caída en los precios tendrá un fuerte impacto para Colombia), han estado enfocadas en tomar medidas económicas pues prevé que tras el paso de la pandemia y ya en marcha la respuesta de sanidad, la otra crisis que se avecina es la económica, que llega en un contexto de crecimiento parco y debilidad gubernamental.
Ayer, como alivio a los sectores más pobres del país, el gobierno decidió que a partir de abril habrá una devolución del impuesto a las ventas (IVA del 19%), que les significará uno 17 euros adicionales cada dos meses a un millón de personas. La pregunta que queda es qué pasará con la economía informal , con millones de colombianos que subsisten del rebusque diario, que absorbe el 47,7 % de los ocupados, según cifras oficiales del primer trimestre de 2020. Se esperan más anuncios en estos días, en ese cuentagotas de acciones y decretos en que se ha convertido el diario vivir colombiano.
Para la economía formal, es decir empresas, comercio y deudores, el gobierno también ha dispuesto algunas medidas , especialmente alivios crediticios o impositivos tanto para algunos sectores de la población, como para empresas. Además, aquellas personas que por falta de pago les fue suspendido el servicio del agua, deberán ser reconectadas como medida sanitaria y de supervivencia.
Si por acá corre, por allá vuela
Entre ayer y hoy el foco de los colombianos ha estado en la locura de cómo y de qué abastecerse para una inminente clausura de las principales ciudades y el respectivo confinamiento obligatorio: no solo el alcohol, la lejía y los no perecederos están en alta demanda, sino también los juegos de mesa, que se están acabando en Bogotá. En las fronteras la situación sigue siendo difícil, a pesar del cierre terrestre, marítimo y fluvial impuesto por 75 días. El cierre aéreo sigue en veremos.
En los más de 2.200 kilómetros de frontera con Venezuela, el paso de venezolanos ha estado prácticamente cerrado. Pero los vecinos cruzan por trochas aún a riesgo de su vida (mafias cobran 22 euros por el cruce ilegal), con el fin de entrar al país y contar con un sistema de salud que al menos pueda diagnosticarlos, cifra que disminuirá y aliviará la carga en varias ciudades fronterizas por cuenta del toque de queda obligatorio decretado por Maduro.
Al sur del país, la frontera con Ecuador genera otros problemas: en el vecino país el aumento del coronavirus ha sido muy significativo y la lentitud para tomar medidas empuja a la población de la frontera hacia el sistema sanitario colombiano. Brasil hace pocas horas cerró totalmente la frontera con Venezuela, de paso aminorando el tránsito del virus hacia vecinos como Colombia y Perú.
La verdad del coronavirus es que a los países de la región los tomó con la guardia baja y la incredulidad y el desorden altos. Además de sistemas de salud débiles, esta pandemia es una radiografía del poco criterio que han tenido muchos gobiernos en la inversión de recursos en salud, servicios básicos y cultura ciudadana.
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