China expulsa a trece corresponsales de los tres mayores periódicos de EE.UU.
Después de que la Casa Blanca declarara que cinco medios chinos están al servicio del régimen, Pekín expulsa a los periodistas norteamericanos de The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal
Ni la crisis global del coronavirus detiene la nueva «Guerra Fría» entre Estados Unidos y China, donde estalló la pandemia en enero. Más bien al contrario, la agrava con nuevos frentes, desde el diplomático con la gresca por el origen de la enfermedad hasta el mediático. En este último, el autoritario régimen de Pekín ha decidido expulsar de una tacada a todos los periodistas estadounidenses de The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal. En total, son trece los corresponsales afectados, que ya no pueden seguir trabajando y tienen que entregar sus credenciales en un plazo de diez días.
El motivo es una represalia. Con la misma moneda, Pekín se venga así de la Casa Blanca por haber incluido recientemente a cinco medios estatales chinos en la categoría de «misiones extranjeras», al considerar que están al servicio del régimen del Partido Comunista . Haciendo exactamente lo mismo, China ha declarado a los tres periódicos anteriormente citados y a la revista Time y la radio Voice of America agentes al servicio de EE.UU., aunque todos ellos menos el último son medios privados e independientes. Pero esa «pequeña» diferencia no ha contado para Pekín, que considera a los medios de comunicación un mero instrumento de la propaganda e impone una fuerte censura sobre todos aquellos contenidos sensibles para el régimen.
En un comunicado emitido a medianoche, el Ministerio de Exteriores justificó que se trata de «medidas totalmente necesarias y recíprocas que China se ve obligada a tomar como respuesta a la irrazonable opresión que las organizaciones mediáticas chinas experimentan en EE.UU. Son legítimas y en defensa propia en cada sentido». Además, acusó a Washington de basar su postura «en una mentalidad de Guerra Fría y sesgo ideológico, que ha dañado seriamente la reputación y la imagen de los medios chinos. EE.UU. ha estado ''deportando'' masivamente a los periodistas chinos de forma encubierta».
Hostigamiento y violencia
La expulsión de estos periodistas empeora las deterioradas relaciones entre las dos superpotencias, enfrentadas en una larga guerra comercial y tecnológica que está arrastrando al mundo entero. Además de revocarles su tarjeta de prensa en China continental, las autoridades también les impiden trabajar en Hong Kong y Macao, dos antiguas colonias que son regiones autónomas y gozan de mayores libertades que el resto del país. Para muchos en Hong Kong, que vive desde junio una violenta revuelta por la democracia, este veto socava el principio de «un país, dos sistemas», vigente en teoría hasta 2047.
Hace menos de un mes, otros dos reporteros de The Wall Street Journal también fueron expulsados . Sin ocultar la indignación que cunde entre los periodistas extranjeros, el Club de Corresponsales de China «deplora» la decisión porque se usa a la Prensa como «peón» por parte de los dos países. Desde 2013, Pekín ha expulsado a nueve periodistas extranjeros y, desde principios del año pasado, ha cortado los visados de un año para otros trece, reduciéndolos a la mitad o incluso a un mes. «China está usando sus poderes de forma manifiesta en un intento de influir la cobertura internacional de noticias, castigando a aquellos que publican información que las autoridades ven como no favorable y quieren mantener en silencio», criticó el Club de Corresponsales en una declaración oficial.
Esta presión se suma a la que ejerce el régimen de Pekín en el día a día sobre los corresponsales acreditados. A tenor del último estudio del Club de Corresponsales, el 82 por ciento de los periodistas extranjeros aseguró haber sufrido interferencias, hostigamientos y hasta violencia haciendo su trabajo en China, el 70 por ciento se quejó de la cancelación de entrevistas por orden de las autoridades, el 25 por ciento denunció presiones sobre sus fuentes y asistentes y el 51 por ciento fue obstruido en su labor por la Policía o los funcionarios del Gobierno. Peor todavía es si un periodista se desplaza hasta Xinjiang, la región musulmana al oeste del país donde las autoridades han confinado en campos de reeducación a cientos de miles de uigures (su etnia autóctona) para prevenir el terrorismo yihadista. Según ha podido comprobar este corresponsal tras 15 años viviendo en China, toda esta represión ha aumentado desde que el presidente Xi Jinping está en el poder.
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