Condenado a 18 años el magnate chino Ren Zhiqiang, muy crítico con la gestión del coronavirus
Desaparecido tras criticar al presidente Xi Jinping y denunciar que la falta de libertad de Prensa había retrasado la respuesta, ha sido sentenciado por corrupción
Aun habiéndose enriquecido en una empresa estatal de la construcción y formando parte del Partido Comunista, Ren Zhiqiang era una de las voces más críticas de China. Y decimos «era», en pasado, porque ha sido silenciado para el futuro. Al menos para los próximos 18 años, que es el tiempo que deberá pasar en prisión tras ser condenado este martes por el Tribunal Popular Intermedio Número 2 de Pekín, según informa Reuters.
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Por supuesto, Ren no ha sido sentenciado por sus críticas al régimen, sino por otro delito muy extendido entre los altos cargos caídos de desgracia: corrupción . Y además en abundancia. A tenor de una declaración del tribunal, malversó 49,7 millones de yuanes (6,2 millones de euros) en fondos públicos entre 2003 y 2017, aceptó sobornos por más de 1,2 millones de yuanes (157.000 euros), se apropió de 61,2 millones de yuanes (7,6 millones de euros) y abusó de su poder causando pérdidas por valor de 116,7 millones de yuanes (14,6 millones de euros) en empresas estatales para obtener un beneficio personal de 19,4 millones de yuanes (2,4 millones de euros). Por todo ello, le ha caído una multa de 4,2 millones de yuanes (528.000 euros) junto a la pena de cárcel, que ha sido todavía más dura de lo que se ya esperaba .
Críticas a Xi
Y es que Ren, tan polémico por sus declaraciones que le llamaban el «Gran Cañón», se atrevió a criticar la gestión inicial del coronavirus por parte del presidente Xi Jinping . Aunque no mencionó su nombre, dijo que, en una videoconferencia con funcionarios que Xi había celebrado el 23 de febrero, no había visto «allí de pie un emperador mostrando su traje nuevo, sino un bufón que se había despojado de su ropa e insistía en ser un emperador». En un ensayo publicado por el portal de California China Digital Times que viene circulando desde marzo, denunció la ocultación inicial de la epidemia por la falta de una Prensa libre y criticó que «nadie revisó ni asumió sus responsabilidades, pero intentan ocultar la verdad con toda clase de grandes logros».
Tan duras palabras provocaron su «desaparición» en marzo, cuando fue confinado en un centro de detención e interrogatorios para cuadros del Partido a las afueras de Pekín, recoge el periódico «South China Morning Post (SCMP)». En abril, la Comisión Central para la Inspección de la Disciplina anunciaba que estaba siendo investigado «por serios violaciones de la ley» y el 23 de julio era expulsado del Partido, allanando el camino a su procesamiento penal. Para la comisión disciplinaria, Ren estaba enfrentado al liderazgo del Partido por «una cuestión de principios» y sus artículos habían traído el «descrédito» para el país.
Secretismo y rapidez del proceso
En el juicio, celebrado el 11 de septiembre, Ren escogió defenderse a sí mismo, pero el SCMP publicó que los abogados contratados por su familia ni siquiera habían podido verle antes de la vista oral. Bajo un fuerte despliegue de seguridad, el juicio se llevó con el secretismo habitual del régimen chino y se rechazó la solicitud de diplomáticos de EE.UU., la Unión Europa, Japón y Australia que querían presenciarlo.
A la severidad de la sentencia se suma la rapidez del proceso, que solo ha durado seis meses cuando otros casos de altos cargos llevan años. Seguramente para no implicar a su familia o sus allegados, el hasta ahora combativo «Gran Cañón Ren» confesó todos los delitos y aceptó la sentencia, que asegura haber tenido en cuenta su petición de clemencia y no recurrirá.
Se apaga así una de las voces más críticas de China , que llegó a tener 37 millones de seguidores en su blog de la red social Weibo y a permitirse el lujo de hablar con bastante libertad de controvertidos temas políticos. Nacido en 1951 en la provincia costera de Shandong, su padre fue viceministro de Comercio y su madre funcionaria municipal en Pekín, pero ambos cayeron purgados durante la «Revolución Cultural» (1966-76). Como otros muchos adolescentes de su época, entre ellos el presidente Xi Jinping, él fue «enviado al campo» a la base revolucionaria de Yan´an en 1968 y luego se alistó en el Ejército, donde tuvo a su cargo un pelotón. Licenciado en 1981, ascendió en las empresas estatales con la «política de reforma y apertura» lanzada por Deng Xiaoping , pero en 1985 fue encarcelado 14 meses, al parecer por insultar a un auditor.
Liberado sin cargos, siguió su ascenso meteórico en la corporación estatal Huayuan, donde se enriqueció con su brazo inmobiliario durante el «boom» de la construcción en China en los años 90 y 2000. Tanto que, según publicó el periódico oficial «China Daily» en 2010, era el presidente que más ganaba al año de las 258 compañías estatales que presentaban resultados: más de siete millones de yuanes (881.000 euros).
Pero su espíritu rebelde le llevó a criticar a la televisión estatal CCTV, a la Liga de las Juventudes Comunistas y, finalmente, al presidente Xi Jinping, quien no admite ni una disensión y ha purgado al Partido desde que tomó el poder en 2012. Para abortar cualquier amenaza interna a su liderazgo, y más en estos tiempos convulsos del coronavirus que han dañado la imagen internacional de China, la sentencia contra un «principito» del régimen y magnate como Ren Zhiqiang ha sido ejemplar.