Censura total en China a la implicación de la cúpula del régimen en los papeles de Panamá
El aparato estatal se vuelca en evitar que la opinión pública conozca las sociedades «off-shore» del cuñado del presidente y otros familiares de altos cargos
Con la censura en internet, el mutismo del Ministerio de Exteriores y los ataques en los medios de comunicación oficiales, el régimen chino está tratando de tapar la implicación de su élite en los «Papeles de Panamá», el escándalo que salpica a multimillonarios y políticos de todo el mundo con sociedades en paraísos fiscales para evitar pagar impuestos. Según los datos revelados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación , más de 16.300 empresas registradas por la controvertida firma legal panameña Mossack Fonseca, el 29 por ciento de todos sus clientes, procedían de China continental y su región especial de Hong Kong.
Entre ellas destacan las del cuñado del presidente Xi Jinping y las de familiares de otros ocho altos cargos del régimen chino. A tenor de los documentos filtrados, Deng Jiagui, casado con la hermana mayor de Xi, participaba en tres sociedades establecidas en las Islas Vírgenes Británicas, un conocido paraíso fiscal, que fueron cerradas en 2012, antes de que su cuñado tomara el poder.
Junto a él, poseen «empresas de ultramar» («off-shore») los parientes de otros dos miembros del todopoderoso Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista: Zhang Gaoli y Liu Yunshan.
En los «Papeles de Panamá» también aparecen Li Xiaolin, hija del ex primer ministro que ordenó la matanza de Tiananmen, Li Peng; y Jasmine Li, nieta de un antiguo miembro del Comité Permanente del Politburó que llegó a ser el número cuatro del régimen, Jia Qinglin. Ambas mujeres poseían sendas compañías «off-shore» en las Islas Vírgenes Británicas. A ellas se suman otras importantes familias de la «aristocracia roja» china como las de Hu Yaobang, secretario general del Partido Comunista en los años 80; del ex vicepresidente Zeng Qinghong e incluso de Mao Zedong, el fundador del país.
Además de la élite del régimen, de los paraísos fiscales ofrecidos por la firma Mossack Fonseca se habría beneficiado estrellas de cine como Jackie Chan y magnates como Kelly Zong y Shen Guojun.
A la espera de que afloren más detalles, el escándalo en China es tan grande que el régimen ha censurado la información en internet, donde está borrando lo comentarios en populares redes sociales como Weibo o Wechat. Mientras el portavoz del Ministerio de Exteriores, Hong Lei, se niega a comentar el asunto argumentando que «las acusaciones son infundadas», los medios estatales atacan la investigación sin hacer referencia a los implicados chinos. El periódico «Global Times», altavoz del Partido Comunista, critica en sus editoriales de estos días que «los documentos filtrados tienen intereses políticos» por apuntar a Putin y otros dirigentes enfrentados con Occidente. Además, acusa veladamente a Estados Unidos de estar detrás de estas revelaciones y sugiere que entre los periodistas que investigan los «Papeles de Panamá» hay falsos reporteros al servicio de la CIA.
El mejor mercado de Mossack Fonseca
Al margen de estas denuncias, China es el país con mayor número de oficinas de Mossack Fonseca: ocho. Además de Hong Kong, la antigua colonia británica que fue devuelta a China en 1997 y goza de más libertad política y económica que el resto del país, la firma panameña posee delegaciones en importantes núcleos financieros y empresariales, como Shanghái y Shenzhen, y en prósperas urbes de la industrializada costa, como Qingdao, Dalian, Jinan, Hangzhou y Ningbo.
Al salpicar a poderosas familias de la élite del régimen, los Papeles de Panamá suponen un golpe a la credibilidad de la campaña anticorrupción lanzada por el presidente Xi Jinping, que castigó el año pasado a 300.000 funcionarios y cuadros del Partido. En el escándalo confluyen además dos factores esenciales: la opacidad de este régimen autoritario, el número 83 en el índice de corrupción de 168 países elaborado por Transparencia Internacional, y la forma de hacer negocios tanto en la época de mayor crecimiento económico como bajo su actual ralentización, que ha disparado la fuga de capitales. En 2011, un informe del Banco Popular de China cifraba en más de 100.000 millones de euros el dinero que los funcionarios corruptos se habían llevado al extranjero. Buena parte del mismo podría haber acabado en los paraísos fiscales que ahora salen en los Papeles de Panamá.
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