¿Busca Putin una guerra religiosa entre las Iglesias ortodoxas de Rusia y Ucrania?

El cisma con la creación del Patriarcado de Kiev, consumado hace dos años, ha encendido al nacionalismo ruso

Partidarios de que la Iglesia de Ucrania siga unida a la de Rusia, en Moscú AFP / Vídeo: ATLAS

Francisco de Andrés

En el marco de lo que muchos denominan ya 'guerra híbrida' de Rusia en Ucrania, el presidente Putin parece dispuesto a hacer también uso de la religión como ariete . La proposición parece, de entrada, un disparate porque una mayoría de la población de Rusia y de Ucrania comparten la religión cristiana ortodoxa, que según la historiografía oficial en la Federación surgió precisamente en territorio ucraniano a finales del siglo X y luego se extendió hacia el Este. Pese a esta afinidad, los círculos políticos e intelectuales rusos sufrieron una sacudida cuando Ucrania declaró su independencia política tras la caída de la URSS. En 2019 se produjo el segundo temblor con el respaldo del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla a la constitución de una autocefalía en Kiev , que dejaba así de depender del Patriarcado de Moscú.

Vladimir Putin -que cuenta entre sus amigos al patriarca moscovita Kirill, en un anacrónico retorno a la alianza del trono y del altar - escribió el pasado verano que la constitución del Patriarcado de Kiev era otro golpe mortal a los sentimientos rusos, y una constatación de la ruta emprendida hacia Occidente por la nueva elite política ucraniana. «Nuestra unidad espiritual también ha sido atacada», escribió en julio de 2021 el líder ruso, que dos años antes -cuando se declaró la autonomía de la autoridad religiosa de Kiev- llegó a compararla con «el uso de armas de destrucción masiva contra nosotros».

Solo se conocen los sondeos en torno al cisma de las dos Iglesias realizados en Ucrania. En ellos se constata que el 34 por ciento de los ucranianos se declara a favor del Patriarcado de Kiev, frente a un 13,8 por ciento que sigue deseando la unión con el de Moscú. El resto se considera en su mayor parte indiferente. En Ucrania se conserva, además, una minoría de católicos de rito autóctono no latino, importante sobre todo en la diáspora.

Después de casi un siglo de ateísmo militante soviético tanto en Rusia como en Ucrania, los sentimientos religiosos -muy ayunos de formación doctrinal- son un t erreno fácil para la manipulación por parte de los políticos. En el terreno práctico, la autocefalía de Kiev es un asunto jurídico que no supone ningún cambio en la doctrina ortodoxa, que se mantiene como antes. Pero uno de los mensajes repetidos por el nacionalismo cabestro, tanto entre los ucranianos prorrusos de la región rebelde del Donbass como dentro de la Federación, es la necesidad de «defender la fe del pueblo ruso» en el conflicto con el país vecino.

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