Brasil
El Senado torpedea la reelección de Bolsonaro
Hoy se vota el informe de la Comisión de Investigación el presidente de Brasil, que se burló desde el minuto cero de la pandemia, atraviesa el momento más complicado de su gestión

Le han puesto en el rincón del ring de los desahuciados del poder en varias ocasiones pero, ahora, es diferente. Jair Messias Bolsonaro , el hombre que llegó a la Presidencia de Brasil como el salvador de mano dura, nunca antes se había enfrentado ... a una colección de delitos que ponen, más aún, su reelección en la cuerda floja. El presidente, según su hijo, el senador Flavio Bolsonaro, se ríe «a carcajadas» de las acusaciones , pero el chiste tiene poca gracia para los más de 600.000 muertos por Covid y sus familias.
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La hilaridad en la familia Bolsonaro de sangre y política-, que provoca la tempestad desatada por el informe de la Comisión de Investigación Parlamentaria del Senado (CPI), no se entiende muy bien. Además de presentar al jefe del Estado, de 66 años, como el capo de una mafia, el documento, elaborado durante seis meses, apunta también contra Flavio, otros dos hermanos suyos, cuatro ministros y un par de empresas afines al Gobierno, a los que califica de miembros de una banda. Según la CPI, todos ellos y unas 60 personas más forman parte de la organización criminal que siguió, deliberadamente, una política antivacunas y de desinformación en la población, para provocar la inmunidad de rebaño a costa de la vida de miles de personas.

La broma que, según su hijo, le provoca tanta risa al patriarca Bolsonaro tiene nueve ‘sketch’: crimen contra la humanidad (delito imprescriptible), incitación al delito, desatención de epidemia con resultado de muerte, infracción de medidas sanitarias, charlatanería médica, prevaricación, falsedad en documentos públicos, malversación de caudales públicos y atentado contra la dignidad del cargo.
El objetivo del informe apunta -como el centenar de peticiones de juicios políticos que duermen en los cajones del Congreso- a provocar un ‘impeachment’ o moción de censura para forzar la salida de Bolsonaro por la puerta de atrás del Palacio de Planalto. Crónica de un fracaso anunciado, los tiempos y el que tiene la llave de su supervivencia, favorecen al veterano capitán del Ejército. Apenas queda un año para la reelección y el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, es un aliado incondicional con afición a ‘cajonear’ cualquier intento de destitución del presidente. Aun así y pese a que la justicia es lenta, los opositores confían en que en un futuro no demasiado lejano Jair Bolsonaro terminará sentado en el banquillo de los acusados del Tribunal Penal Internacional (TPI).
«Estrategia macabra»
En el presente, el jefe del Estado que se burló, desde el minuto uno, de la pandemia, atraviesa el momento más complicado de su gestión. La reputación la tiene en aquellas alcantarillas donde decía que los brasileños podían bucear sin que ningún virus les afectara. El Trump sudamericano, como se rebautizó popularmente a Bolsonaro , no llegó a sugerir que la población se atizara un copazo de lejía para acabar con microbios, virus, bacterias o cualquier otro bicho que anduviera zascandileando por el organismo, pero propuso la ingestión de cloroquina como el método más eficaz para aniquilar del gigante sudamericano y de sus más de 210 millones de habitantes, la peste del siglo XXI.
Convencido, de palabra y obra (él mismo se puso ciego de cloroquina), el sucesor de Michel Temer, siguió una «estrategia macabra», según el informe de la Comisión del Senado, y formó su propio ejército de combatientes con misiones asignadas dentro del Gabinete de Gobierno y en las redes sociales, que utilizó como autopistas de transmisión de ‘fake news’ para lograr sus propósitos. En el núcleo del informe o compendio de palabras, hechos y consecuencias recogidas en las más de 1.500 páginas, se acusa directamente al presidente de la República Federativa de Brasil, de dirigir una «organización oculta y compleja», con el fin de agravar la pandemia mediante una campaña de desinformación que provocaría muerte para unos pocos y garantía de vida para la mayoría. Esto es, la conocida inmunidad de rebaño.
El grupo de senadores que formó parte de esta comisión hizo un barrido minucioso de las acciones de Gobierno, las declaraciones de todos los acusados y los equipos de trabajo en las redes sociales, durante los últimos 18 meses. La conclusión inmediata es que la manera de gestionar la crisis fue totalmente y de forma deliberada, contraria a las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) . Esa política, dados los vaivenes de la OMS, no tendría mayor importancia si no fuera porque implicaba una selección sobre quién vive y quién muere, desde la instancia del poder cuya misión es proteger la vida de todos.
Cinco estamentos
El senador y coordinador de la Comisión, Renan Calheiros (MDB-AL) califica al presidente de Brasil de «líder y portavoz» de esta trama presuntamente criminal, alimentada con «mentiras» desde la cúpula del Gobierno, pero añade otro incentivo para explicar la divulgación de medidas sanitarias contraproducentes: «Sacar provecho económico» y «político». En el documento se presenta la «organización» como si fuera una mafia con una estructura precisa integrada por cinco estamentos. En el vértice identifica a la familia, con Bolsonaro a la cabeza y sus hijos, trabajando en un cuartel general instalado en el Palacio de Planalto de Brasilia, sede del Ejecutivo. Conocido, según el informe, como «el gabinete del odio», el que llevaría la batuta por debajo del padre sería Carlos Bolsonaro con el respaldo de Filipe Martins y Tercio Arnaud, hombres y asesores de su confianza.
La CPI identifica en el segundo nivel o «núcleo político» a parlamentarios, autoridades y líderes religiosos. Entre otros, a la diputada Carla Zambelli y a sus compañeros de escaño Ricardo Barros, Osmar Terra, Carlos Jordy, Bia Kicis y Carlos Wizard, así como a los exministros Ernesto Araújo y Onyx Lorenzoni. A la primera de todos, al pasarle el escáner por sus redes sociales , contabilizaron 312.000 interacciones donde defiende el uso de la desgraciadamente célebre hidroxicloroquina como método ideal para evitar contagios.
En una tercera celda -en el sentido de Excel- estarían agrupados los soldados de la guerra comunicacional. En este apartado, al que se refiere como de ‘fake news’, el informe menciona a blogueros militantes de la causa Bolsonaro como Allan dos Santos, webs como Terca Livre y Brasil Paralelo, junto a robots y perfiles anónimos. En un último peldaño de esta escalera del crimen, según la comisión del Senado, se alinearían los que tienen el dinero, los empresarios Otávio Fakhoury, del Instituto Fuerza Brasil, y Luciano Hang.
En la apología del disparate con presunto resultado de muerte, los senadores recuerdan que el exdiputado Roberto Jefferson llegó a publicar en su cuenta de Twitter que las vacunas podrían modificar el ADN de las personas. «Los globalistas preparan una vacuna para cambiar nuestro ADN , que nos fue dado por Dios», llegó a escribir. Aún no sabía que Michelle Bolsonaro, la mujer del presidente, aprovecharía su visita a Nueva York, donde se celebraba la Asamblea General de la ONU, para… vacunarse.
Según las conclusiones del informe, la batería de mensajes y declaraciones negacionistas del Covid 19 y en contra de las vacunas, caló en sectores de la población y especialmente entre los indígenas que, además, fueron excluidos del plan de vacunación. La tendencia se extendió a las quilombolas , término de origen guaraní que alude a los enclaves de afroamericanos (en Argentina el significado es más obsceno).
Quizás, el ejemplo más impactante que reproduce la Comisión del senador Renan Calheiros es el del diputado Osmar Terra que, también en Twitter, afirmó suelto de cuerpo que «por cada 27 que desgraciadamente mueren, 10.000 se contaminan e inmunizan» . El tuit, del 24 de marzo pasado, coincidía con la cifra de 300.000 fallecidos por Covid.
En la embestida contra Bolsonaro desde la Comisión del Senado se reproducen también las agresiones desde las redes «de forma sistemática a miembros del Tribunal Supremo» y los ataques directos a «las urnas electrónicas, con el claro intento de provocar el descrédito de las instituciones del país y desestabilizar el sistema».
La «conducta criminal» de Bolsonaro, según la Comisión, es un pozo infinito de disparates contagiosos que dieron como resultado que Brasil se pusiera a la cabeza de los países de la región en número de muertes por Covid. Las reiteraciones de que la vacuna podía causar «muerte, invalidez» y «anomalías» generaron una desconfianza en buena parte de la ciudadanía que supone, según la Comisión, «incitación al crimen por el incumplimiento de normas sanitarias» al «estimular a la población a mantener las reuniones multitudinarias, no vacunarse, rechazar las mascarillas» y un largo etcétera que, por tratarse de «personajes influyentes» y «políticos», «contribuyeron al agravamiento de la pandemia».
Aníbal González, analista internacional, lo anticipaba hace un año en HispanTV: «Bolsonaro ya está descartado políticamente, ya está descartado para las próximas elecciones» . Su pronóstico fue más lejos: «Indudablemente, este Gobierno tiene los días contados». El analista destacaba su nefasta gestión del Covid 19 y de la economía. La profecía no se cumplió a corto plazo pero podría hacerse realidad en las elecciones del próximo año.
Por un lado, según los últimos datos, el 56 por ciento de la población no tiene garantizada diariamente la alimentación completa, 19 millones de brasileños pasan hambre y 14 no tienen opción a un trabajo. Por otro, la pérdida de confianza en Bolsonaro se extiende entre los sectores de la sociedad del gigante sudamericano y especialmente en un grupo que resulta definitivo para el candidato que promete buscar la reelección en el 2022: los evangélicos. La última encuesta de Datafolha advierte que únicamente el 29 por ciento de ellos considera su Gobierno bueno o excelente. Nunca antes había tenido este nivel tan bajo de respaldo.
El apoyo a los evangélicos
El sociólogo Rafael Rodríguez da Costa atribuye esta caída de su popularidad en un segmento clave -desde enero perdió once puntos- a factores económicos y políticos. En ‘Le Monde Diplomatique’ observa: «Los evangélicos se encuentran entre las religiones que más concentran a los trabajadores informales y a las personas de bajos ingresos, las poblaciones que más están sufriendo los efectos perversos de la crisis económica, como el desempleo, el peso de la inflación en los alimentos, la vivienda y el transporte, así como la disminución de las ayudas de emergencia». A renglón seguido, añade: «Los escándalos de corrupción que involucran a la familia Bolsonaro y a algunos de sus correligionarios contrastan con la figura de honestidad trabajada por su campaña en 2018». Esto explicaría que algunos líderes religiosos, como el pastor presbiteriano Augusto Nicodemo y el teólogo y youtuber Yago Martins, «hayan bajado su entusiasmo con el presidente a lo largo del mandato, especialmente después de que Sergio Moro (ex ministro de Justicia) dejara el Gobierno en abril del 2020».
Ironías de esta historia, el ex presidente Luiz Inacio Lula Da Silva no recoge el descontento de Bolsonaro. Lula, que a mediados de noviembre visitará Madrid, donde tiene previsto entrevistarse con Pedro Sánchez y con la vicepresidenta Yolanda Díaz, mantiene un empate técnico con el hombre que fichó a su verdugo en la Justicia (Moro). En primera vuelta, observa Datafolha, Bolsonaro le sacaría un punto de ventaja con un 38 por ciento mientras que en un balotaje el ex presidente se impondría por un punto con un 44 por ciento frente al 43 de Bolsonaro.
En este escenario, parecería que el informe de la Comisión del Senado, que se votará hoy, sólo sería una raya más en la piel curtida de un tigre que vive la recta final de un poder difícil de conservar .
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