Bloomberg, un «veleta» político con una estrategia electoral arriesgada
En 2001, se presentó a la alcaldía de Nueva York por el partido republicano, donde veía más posibilidades de ganar las primarias
No está claro si Michael Bloomberg (Brighton, Massachusetts, 1942) podrá concurrir a los debates que quedan entre candidatos demócratas. Las normas impuestas por el partido -que requieren determinados niveles de donaciones para estar entre los elegidos- se lo ponen difícil al exalcalde de Nueva York, que acude a las elecciones solo con su billetera. A no ser que cambien las reglas de juego para acomodarle, es probable que Bloomberg se pierda el sexto debate el próximo 19 de diciembre. Pero, si llega a estar presente, los rivales le sacudirán por su condición de multimillonario , por algunas de sus políticos en Nueva York y, sin duda, por sus vaivenes políticos.
En los años en los que pasó de ser un producto de la clase media de los suburbios de Boston a un mago financiero de Wall Street -previo paso por Johns Hopkins y Harvard-, Bloomberg fue votante demócrata. Consiguió su fortuna tras abandonar el banco de inversión Salomon Brothers y montar Bloomberg, un gigante de la información económica especializada. En 2001, se presentó a la alcaldía de Nueva York por el partido republicano, donde veía más posibilidades de ganar las primarias. Dejó a los conservadores para acudir a su reelección como independiente , y el año pasado volvió a registrarse como demócrata, quizá en previsión de la actual carrera presidencial y antes de financiar a los candidatos del partido con cien millones de dólares en las legislativas para recuperar la Cámara de Representantes.
La entrada tardía en las primarias demócratas le ha forzado a una estrategia electoral arriesgada : no concurrirá en las primarias de los primeros cuatro estados que las celebran -Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur-, que son clave porque miden la temperatura de los candidatos y porque son decisivos en las presidenciales. Se centrará en los estados del ‘Supermartes’ y en aquellos que reparten muchos delegados, como California y Texas. El cálculo de Bloomberg es conseguir suficientes delegados como para que no haya un candidato con una mayoría suficiente y forzar una convención demócrata dividida en la que los ‘superdelegados’ -que provienen sobre todo del ‘establishment’ del partido, que podría verle con buenos ojos- le den a él su voto para llevarse la nominación. Es una apuesta muy difícil, pero no imposible, sobre todo porque tanto el voto moderado -Joe Bide, Pete Buttigieg- como el izquierdista -Elizabeth Warren, Bernie Sanders- está todavía dividido entre candidatos.
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