Alemania condecorará a los siete policías que defendieron el Bundestag
Grupos violentos de comunistas, neonazis, ecologistas y negacionistas del Covid atacaron este fin de semana el símbolo de la democracia germana

El presidente de Alemania, Frank Walter Steinmeier , recibió ayer en el Palacio de Bellvue a los siete policías que el pasado fin de semana protegieron el Reichstag, la sede del parlamento alemán , de la multitud que pretendía tomarlo al asalto. Un dispositivo de 3.000 agentes había sido desplegado para garantizar la seguridad durante la manifestación que congregó a unos 30.000 contrarios a las restricciones impuestas por el coronavirus, pero los destrozos en cercanos contenedores y paradas de autobús lograron distraer al grueso del dispositivo y estos policías se las tuvieron que ver con varios cientos de manifestantes que superaron el cordón de seguridad y amenazaban con entrar al Bundestag.
«Cualquiera que viera las inquietantes imágenes del sábado y el domingo temió lo peor. Se lo debemos a ustedes, la Policía de Berlín, que los violentos no triunfasen», dijo Steinmeier, que agradeció a los «héroes» su defensa de los grandes símbolos de la democracia alemana y que enfatizó que su valor «sirvió para demostrar que nuestra democracia está viva y que puede defenderse de sus enemigos».
Ayer fueron presentadas varias solicitudes ciudadanas para que les sea concedida la Cruz Federal del Mérito a los agentes . Al mando del grupo estaba el inspector jefe de Policía Timo Bester, que junto al inspector de Policía Enes Ergin, también presente en la escalinata del Reichtag, trabaja habitualmente en la unidad A54 de Neukölln. El agente Karsten Bonack es el que aparece en numerosos vídeos publicados en redes sociales gritando a los asaltantes: «¡Ni un paso más!». «Lo más difícil es que era un grupo tan heterogéneo que no sabías a qué atenerte», declaró después ante la prensa. A ellos acudieron corriendo, en cuanto escucharon por radio la petición de ayuda, un agente de la Policía de Berlín, un agente del departamento de tráfico y otros dos agentes de policía federal. El presidente Steinmeier destacó ayer su «valor, compromiso y comportamiento ejemplar».
En las últimas horas ha sido posible también conocer la identidad de algunos de los atacantes del Reichstag, como Tamara K., la mujer que gritaba aferrada al micrófono: «Estamos hoy escribiendo la historia mundial en Berlín. Mirad a vuestro alrededor, casi no quedan policías frente al edificio. ¡Vamos a tomar el Reichtag! ¡Vamos a tomar la soberanía que nos pertenece! ¡Vamos a por la Embajada americana!». A su grito respondió una multitud con vítores y arrancó una desaforada carrera que llevó a las escalinatas del Reichstag, la sede del parlamento alemán, una turba que enarbolaba la bandera del Reich y que llegó a exhibir signos nazis en el máximo símbolo de la democracia alemana. Tamara K. es una «experta en terapias alternativas», que se dedica a «terapias con piedras», «masajes», «terapia con flores de Bach» y «curación del cáncer». Ayer justificaba su grito de guerra asegurando que «nos había llegado por varios informantes que el presidente Donald Trump estaba en Berlín y que iba a haber una importante negociación, lo que solo después supimos que era falso». «Nuestra intención no era tomar el Reichstag, sino hacernos unas fotos en la escalinata como recuerdo de la manifestación y como signo de que queremos un auténtico Gobierno, una auténtica democracia, queremos paz y libertad y ahora se nos está demonizando», explicaba en conversación telefónica.
Tamara K., que vive en Eifel, en el oeste de Alemania entre los estados de Renania del Norte-Westfalia y Renania-Palatinado, había viajado a Berlín junto con una pandilla de amigos con los que milita en un grupo que se autodenomina Reichburger y se declara fiel a la República de Weimar. Sus proclamas fueron jaleadas y seguidas, y esta es la mayor peculiaridad de la protesta, por jóvenes con la cruz gamada tatuada en el brazo, ecologistas radicales, miembros del movimiento antivacunas y de los Komunnen, a los que se conoce en Berlín por sus tradicionales protestas violentas cada primero de mayo.
El portavoz del Gobierno de Merkel, Steffen Seibert, calificó lo ocurrido de «vergüenza intolerable» y señaló los hechos como «ejemplo de cómo, desde dentro, algunos hicieron un uso indebido del derecho de manifestación». Seibert dio también expresamente las gracias en nombre del gobierno y de la canciller Merkel a los tres policías que defendieron en solitario el Reichstag «por su capacidad de reacción y su valentía», al tiempo que subrayaba que «la inmensa mayoría de los 83 millones de personas que viven en Alemania se comportan de forma responsable, prudente y considerada, además de respetar las reglas en tiempos de pandemia».
El responsable de Interior de Berlín, Andreas Geisel, subrayaba por su parte el «espectro heterogéneo» de los manifestantes y concretó que «aunque haya llamado ampliamente la atención la presencia de Reichburger y ultraderechistas, también hubo una amplia representación de los más variados grupos inconformistas o antisistema que mantienen una relación problemática con los principios democráticos». A todos ellos se sumaron famosillos como el cantante Xavier Noo, destacados líderes de la comunidad LGTB o el cocinero vegano de origen turco Attila Hildmann , formando una amalgama de sensibilidades distintas, extremistas y marginales, a la caza de causas comunes que les permitan ganar peso y notoriedad.
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