La policía impide por segundo día que manifestantes de extrema derecha asalten el Reichstag

El gabinete de ministros de Merkel desfiló a lo largo de todo el día con reiteradas declaraciones de condena

La policía acordona este domingo los alrededores del Reichstag para evitar el acceso de activistas de extrema derecha EFE

Rosalía Sánchez

La manifestación contra las restricciones por coronavirus, que reunió el sábado en Berlín a unas 30.000 personas , terminó, ya entrada la noche en violentos disturbios en el centro de la capital alemana y con unos 200 radicales amagando con entrar al asalto en el Reichstag, la sede del Bundestag alemán. Tras forzar las vallas de seguridad, atacaron el cordón policial que protegía el edificio y algunos de ellos lograron incluso subir las escalinatas y hacer ondear allí la bandera del imperio alemán, mientras exhibían también símbolos nazis. Tras pasar la noche medio acampados en el gran parque Tiergarten, unas 2.000 personas continuaron durante la mañana de hoy con protestas y manifestaciones ante diversas embajadas, en marchas espontaneas que se organizaban a través de las redes sociales. Un grupo volvió a intentar dirigirse hacia el Reichstag , pero esta vez la policía logró impedirles el paso y procedió de nuevo a la disolución de la concentración.

La radicalidad de la protesta ha conmovido y exasperado a las más altas instancias del Estado. El presidente Frank Walter Steinmeier firmó hoy un comunicado en el que afirmaba que «las banderas del Reich y las groserías de extrema derecha ante el Bundestag son un ataque insoportable al corazón de nuestra democracia» y aclaró que «si alguien está molesto por las medidas o las cuestiona lo puede hacer, incluso en público y en manifestaciones, pero mi comprensión termina cuando esos manifestantes se mezclan con enemigos de la democracia y agitadores políticos».

El fundador del movimiento Querdenken 711, que había convocado legalmente la manifestación, Michael Ballweg , un empresariode Stuttgart, se distanció de los violentos y declaró que «no tienen nada que ver con nuestro movimiento». «Querdenken es un movimiento pacífico y democrático, la violencia no tiene cabida en él» dijo, y criticó que «el senador del Interior de Berlín no dedicase las fuerzas policiales adecuadas para contrarrestar tales acciones», especialmente porque se conocían de antemano, insistió Ballweg, que se preguntaba «¿por qué no protegieron el edificio?». También se distanció de cualquier proclama neonazi o anticonstitucional. «Querdenken es un movimiento que defiende la libertad en democracia y que precisamente desea velar para que no perdamos las garantías que ofrece nuestro sistema político y legal». «No somos antisistema», intentó definir la naturaleza de un movimiento tan plural que resulta difícil de clasificar.

Condena

El gabinete de ministros de Merkel desfiló a lo largo de todo el día con reiteradas declaraciones de condena. «Ataque inaceptable contra el centro simbólico de nuestra democracia liberal», dijo el ministro de Interior Horst Seehfer . «La imagen insoportable de neonazis a las puertas de Reichstag no puede repetirse», urgió la ministra de Justicia Christina Lambrecht. «Es una vergüenza», abrevió el ministro de Exteriores, Heiko Maas .

Muchas miradas acusadoras se volvieron contra el dispositivo de 3.000 agentes de policía que vigilaba la manifestación porque la intención de «tomar el Reichstag» había sido difundida en las redes sociales días antes de la manifestación. El portavoz de la policía, Thilo Cablitz , justificó que «no se puede estar en todas partes» y describió cómo un grupo de radicales había aprovechado un hueco y había distraído a los agentes con la quema de contenedores y destrucción de paradas de autobús, de manera que el cordón policial quedó disminuido y lograron superar la barrera. Durante la noche se realizaron unas 300 detenciones y gracias a ellas ha sido posible identificar a los violentos como pertenecientes en su mayoría al movimiento identitario Reichburger (ciudadanos del Reich) , que después de la manifestación se concentraron por su cuenta ante la embajada rusa, en la Avenida Unter den Linden. Allí profirieron gritos de apoyo a Vladimir Putin y consignas contra Merkel .

El presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, accedió a diferenciar entre unos y otros manifestantes, pero también dejó claro que «después de estas escenas, hasta la última persona que participó en esa manifestación debería haber entendido que hay límites de decencia que señalan hasta dónde puedes llegar con quien se reúne contigo. Nadie puede evitar que se instrumentalice una protesta por parte de los extremistas, pero el hecho de que este ataque al Reichstag haya podido llegar a producirse debe hacer reflexionar a todos y debe ser abordado de forma rápida y global». El portavoz de Interior de la CDU, Armin Schuster , consideró que «en vista de la situación de la pandemia, las leyes ya no son lo suficientemente precisas y oportunas, debe ser posible prohibir una manifestación de este tipo».

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