El alcalde de Mineapólis sale abucheado de una manifestación por negarse a desmantelar la Policía
El demócrata Jacob Frey, pese a querer acabar con los abusos de los agentes, recibe los gritos de la multitud: «¡Vete a casa!»
La protesta ciudadana contra los abusos policiales , que exige medidas cada vez más radicales, amenaza con devorar al alcalde de Mineápolis , pese a su intención de erigirse en el adalid de la lucha contra los excesos de los agentes.
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Jacob Frey , un demócrata de aspecto juvenil con aires de Mark Zuckerberg, se convirtió hace dos años en el regidor de la ciudad de Mineápolis con la promesa de restablecer los puentes maltrechos entre los vecinos de la ciudad y la Policía. Abogado defensor de la causa de los derechos civiles, de 38 años y aficionado a correr, Frey es oriundo del estado de Virginia y se trasladó a Mineápolis en 2009 tras correr un maratón por sus calles.
Demonstrators booed Minneapolis Mayor Jacob Frey out of a rally on Saturday after he declined to commit to defunding the police. Read more about the protests in the U.S. here. https://t.co/zHv8ocIPXj pic.twitter.com/8WPMnyFXjP
— The New York Times (@nytimes) June 7, 2020
Su predecesora en la alcaldía, Betsy Hodges, se había tenido que enfrentar a duras críticas por dos polémicos casos de personas muertas por disparos de la Policía, en 2015 y 2017. Uno era Jamar Clark, un hombre negro acusado de agredir a su novia y al que, según la versión oficial, un agente mató durante su detención después de que arrebatara el arma a su compañero. Algunos testigos, en cambio, aseguraban que estaba esposado cuando murió, lo que desató encendidas protestas y llevó a ocupar durante semanas una zona en el exterior de una comisaría. La otra era Justine Ruszczyk, una mujer blanca con doble nacionalidad estadounidense y australiana que había alertado al teléfono de emergencias 911 de que había oído gritos de una mujer que parecía pedir auxilio detrás de su casa. Ruszczyk, que estaba desarmada, acabó muerta por una bala en el pecho de un agente de origen somalí que había acudido con un compañero al lugar. Los hechos volvieron a desencadenar la indignación ciudadana y el jefe de la Policía fue despedido.
El alcalde Frey se proponía restañar las heridas que alejaban cada vez más a los ciudadanos y los encargados de velar por su seguridad. Y quiso empezar por que los vecinos conocieran personalmente a sus policías. «Quiero que la gente conozca que su agente los lunes, martes y viernes de cuatro a diez es Jenny, quiero que conozcáis a Jenny, quiero que la conozcáis por su nombre», decía a los votantes tras su elección como alcalde, según recoge el diario «The New York Times».
En esa tarea estaba cuando el pasado 25 de mayo el agente Derek Chauvin detuvo a un hombre por tratar de pagar con un billete falso de 20 dólares. Durante casi nueve minutos lo mantuvo inmovilizado apoyando su rodilla izquierda sobre el cuello del arrestado, esposado y tumbado en el suelo boca abajo. Se trataba de George Floyd , de 46 años y de raza negra. En un vídeo grabado que se hizo rápidamente viral en internet , se le oye quejarse de que no puede respirar y luego se aprecia cómo se desvanece y es trasladado del lugar inconsciente. Finalmente perdió la vida.
Su muerte reactivó la ira popular contra la Policía en Mineápolis, pero esta vez se ha expandido a otras ciudades de Estados Unidos e incluso ha saltado las fronteras del país, llevando a miles de personas a las calles en lugares tan distantes como Londres, Tokio o Sídney . Aunque el agente Chauvin fue detenido y está acusado de asesinato en segundo grado, y se han presentado cargos contra los otros tres policías presentes durante el arresto, la protesta no ha amainado.
El alcalde de Mineápolis se ha querido poner estos días al lado de los manifestantes, rechazando la actuación policial en el caso de Floyd. «Ser negro en EE.UU. no debería ser una sentencia de muerte», ha afirmado. Además, se enfrentó a las críticas del presidente Donald Trump por no atajar la ola de saqueos e incendios que sacudieron la ciudad durante días.
«No apoyo abolir la Policía»
Este sábado se acercó a hablar con los participantes en una nueva protesta multitudinaria en las calles de la ciudad, que esta vez se trasladó hasta las puertas de su propia casa para forzarle a pronunciarse sobre el futuro del Departamento de Policía. Sin embargo, lejos de encontrar una cálida acogida entre los manifestantes, tuvo que salir de allí entre airados abucheos de los presentes, que le reprochaban que no retirara los fondos para el cuerpo.
En los vídeos que se han difundido del episodio, un Frey en camiseta y con una mascarilla en la que se puede leer «No puedo respirar» aparece interpelado desde una tarima por una mujer micrófono en mano, que le exige aclarar de manera tajante si piensa retirar el dinero a la Policía. «Es un sí o no», le advierte, antes de recordar que el año que viene afronta su reelección: «Si dice no, advine qué vamos a hacer el próximo año».
La mujer le pasa el micrófono a Frey, que responde, rodeado de manifestantes con el puño en alto: «No apoyo la abolición total de la Policía». La contestación no satisface a los manifestates, que empiezan abroncarle con gritos como «¡vete a casa, Jacob!» o «¡vergüenza, vergüenza!».
A continuación, el alcalde abandona el lugar en un triste paseíllo, caminando entre el mar de ciudadanos que no dejan de expresarle a coro su rechazo por no desmantelar el controvertido departamento policial.