La poderosa táctica que muestra «1917»: la defensa con la que Alemania cambió la Gran Guerra

En la primavera de 1917, periodo en el que se desarrolla la película de Mendes, Alemania asumió que no podían seguir soportando ese ritmo y decidió dar un giro radical a su estrategia. Erich Ludendorff se hizo cargo del mando central y ordenó desarrollar la llamada defensa en profundidad

César Cervera

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La película «1917», una de las grandes favoritas para ganar el Oscar a Mejor Película, narra la historia de dos británicos, Schofield y Blake, que tienen la misión de avisar al 2.º Batallón del Regimiento de Devonshire para que no ataquen a los alemanes, quienes habían fingido una retirada que no era tal. En verdad los alemanes estaban preparados para emboscar al batallón de 1.600 hombres utilizando una revolucionaria táctica.

Con el motivo del estreno de la película de Sam Mendes , se ha contado hasta la saciedad la verdadera historia en la que se inspira «1917» y las circunstancias de esa operación que salvó más de un millar de vidas. Falta, sin embargo, contar los detalles tácticos que llevaron a los alemanes a retirarse de la línea Hindenburg : la llamada «defensa en Profundidad» que muestra la cinta.

La defensa en profundidad

La Primera Guerra Mundial estuvo marcada por el enorme desfase entre las tácticas conocidas y las innumerables innovaciones tecnológicas que se habían implantado en el largo periodo de paz. Alemania, Francia, Austria, Rusia y Reino Unido se dirigieron a la contienda con un optimismo y una responsabilidad que costó al mundo 70 millones de víctimas, el mayor horror vivido por la humanidad hasta la Segunda Guerra Mundial .

Europa Occidental se transformó en una enorme red de trincheras donde cada pequeño avance se saldadaba con millares de vidas por el camino.

Nadie creía que una guerra moderna pudiera durar más de un año, tampoco se confiaba en que los frágiles estados pudieran soportar mucho sin entrar en colapso económico. Cuando los planes alemanes de un avance rápido fracasaron, el estancamiento del conflicto sorprendió a todos los protagonistas sin un plan de contingencia y sin lecciones tácticas adaptadas a los nuevos tiempos. Europa Occidenta l se transformó en una enorme red de trincheras donde cada pequeño avance se saldadaba con la périda de millares de vidas por el camino.

La potencia de las armas de fuego permitió transformar cualquier posición en inexpugnable, por lo que las líneas se mantuvieron por tres años sin apenas cambios. Los intentos por alcanzar nuevos objetivos en Occidente se toparon, una y otra vez, con baños de sangre. Paradójicamente, solo en el frente Oriental las cosas marcharon mejor de lo esperado para el Imperio alemán . La Rusia zarista se derrumbó desde dentro y Alemania se limitó a barrer sus restos.

Benedict Cumberbatch en el papel del coronel Mackenzie en una escena de «1917»

1915 fue un gran año para los intereses de las Potencias Centrales , pero el año siguiente se saldó con sendos descalabros para Alemania. Consciente de que los recursos aliados permitirían estirar el conflicto por más tiempo, el Estado Mayor Alemán se decidió a lanzar a finales de año un ataque decisivo contra la ciudad francesa de Verdum. El asalto se convirtió en una carnicería a manos de la artillería, con 400.000 soldados de ambos bandos muertos y 800.000 heridos. Los alemanes se vieron obligados a desistir, finalmente, a causa del exceso de bajas y la apertura inglesa de una nueva ofensiva en la región de Somme .

Entre los teóricos clásicos, se entendía como método de avance un intenso bombardeo en las defensas enemigas, seguido por un asalto masivo de infantería. Este modus operandi conllevaba un alto número de bajas y resultaba deficiente puesto que el bombardeo advertía del lugar que iba a recibir el posterior ataque. En la ofensiva sobre Somme, los ingleses arrojaron un millón y medio de proyectiles durante una semana, luego catorce divisiones inglesas se abalanzaron sobre las líneas alemanas.

Cuando los ingleses se encontraban a 100 metros de su objetivo, las líneas alemanas escupieron una incesante lluvia de proyectiles. Solo una decena de ingleses alcanzaron las trincheras . Por el camino quedaron 19.240 muertos, 35.493 heridos y 2.152 desaparecidos. Únicamente la pertinaz insistencia inglesa permitió una victoria a los puntos en los siguientes días. Tras concentrar sus ataques en objetivos limitados, los británicos comenzaron a causar un lento goteo de bajas entre los alemanes.

La nueva doctrina daba especial importancia a los oficiales de menor graduación: los capitanes y los tenientes quedaban autorizados a tomar decisiones críticas sobre el terreno.

En la primavera de 1917, periodo en el que se desarrolla la película de Mendes , Alemania asumió que no podían seguir soportando ese ritmo de muertes y decidió dar un giro radical a su estrategia. Erich Ludendorff se hizo cargo del mando central y acudió, a diferencia de otros comandantes, al frente a conocer de primera mano la situación de su ejército y a recabar datos. Finalmente ordenó a un grupo de militares veteranos formular una nueva doctrina: «Conducción de la guerra defensiva» . Según recogía ésta, la línea defensiva debía estar precedida por una hilera de ametralladoras, mientras la infantería se situaría en retaguardia, lejos del alcance de la artillería, a la espera de lanzar contraataques en las brechas abiertas. La nueva doctrina daba especial importancia a los oficiales de menor graduación: los capitanes y los tenientes quedaban autorizados a tomar decisiones críticas sobre el terreno.

Para establecer esta estrategia defensiva fue necesario organizar una retirada previa, como la situación narrada en la película «1917», en el norte de Francia , que servía a los alemanes para atraer a una trampa a sus enemigos. Muy pronto, la defensa en profundidad mostró su eficacia. Durante una ofensiva francesa en la primavera de 1917, los resultados superaron ampliamente las expectativas. Las tropas francesas decidieron amotinarse y negarse a avanzar más sobre las líneas alemanas, cuyo grado de mortandad, gracias a la nueva estrategia, era proporcional a la profundidad de las incursiones. La iniciativa alemana y buen criterio táctico, en este caso en la defensa, garantizaron como mínimo otro año de guerra. Francia temblaba; Inglaterra logró aguantar .

Ataque en profundidad: acierto y tumba alemana

El pulso alemán al mundo se alargaba ya por cuatro años. Alemania sostuvo, con la débil Austria y el enfermo Imperio Otomano por principales aliados, un prolongado enfrentamiento contra tres de las potencias del mundo, Francia, Inglaterra y Rusia –respaldados por EEUU–, manteniendo hasta el final la iniciativa táctica. En 1918, Alemania consiguió, además, imponerse en el frente oriental y por poco lo consigue en el occidental. Lo impidieron las escasez de recursos y la imposibilidad de sostener las ambiciosas reformas tácticas. La acertada defensa en profundidad fue seguida por el «ataque en profundidad» , que evidenciaron que la guerra no es el mejor lugar donde jugar al prueba y error. Menos cuando las fuerzas están al límite.

Ludendorff (centro) con Adolf Hitler y otros nazis en 1924..

La columna vertebral del «ataque en profundidad» fue la creación de una fuerza de élite. Para el decisivo año de 1918, se organizaron cuarenta divisiones de asalto, perfectamente equipadas, con sus correspondientes oficiales y suboficiales adiestrados en la nueva doctrina. Las instrucciones autorizaban la delegación de decisiones en el cuerpo de suboficiales, y con ello se introdujo el concepto de maniobra en el campo de batalla. La precisión y la velocidad resultaban claves para el buen funcionamiento de la táctica.

El 21 de marzo de 1918, Erich Ludendorff ordenó lanzar la última gran ofensiva alemana de la guerra: la Operación Michael . Las nuevas divisiones de asalto se comportaron de forma brillante en un espectacular avance de todas las líneas. No en vano, Alemania llevaba meses cavando su tumba y el fracaso de la ofensiva no estuvo en la vanguardia , sino en la retaguardia. Tras lanzar un millón de hombres contra las defensas francesas e inglesas, Ludendorff estuvo muy cerca de escindir en dos el territorio controlado por los aliados.

El final

El comandante francés Pétain reaccionó mandando refuerzos desde el sur; lo que, añadido a la elección de un mando único aliado, permitió frenar la ofensiva Michael en una semana. Los alemanes llegaron a apuntar contra el corazón de Francia , pero fracasaron en vísperas de la entrada de EE.UU. en escena. Torpes desde el punto de vista táctico y vivaces en la motivación; la irrupción de las tropas estadunidenses decantó el conflicto del lado aliado más por sobrecarga que por puntería.

Un prisionero alemán y soldados británicos heridos en julio de 1916, durante la batalla del Somme.

A mediados de 1918, la rendición por agotamiento de las Potencias Centrales pareció inevitable. Alemania se había comportado de forma excelente desde el punto de vista táctico, aunque en una carrera de fondo la dificultad de cargar sobre sus espaldas a unos aliados exhaustos y a una industria desfallecida estrelló sus ambiciones. Ludendorff echó a pique la industria armamentística con decisiones poco meditadas. Además, su grupo de élite rebajó la funcionalidad del resto del ejército y desvió recursos de lugares claves para una empresa sin objetivos claros.

Tras una revolución obrera a principios de otoño, el káiser Guillermo II huyó a los Países Bajos. El 11 de noviembre de 1918, el gobierno de la nueva República alemana firmó el armisticio de Compiègne para poner fin al conflicto.

Como consecuencia de ello, 70 millones de almas se quedaron por el camino, el mayor horror vivido por la humanidad hasta la Segunda Guerra Mundial.

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