Vidas de ABC, periodismo y literatura

Mari Pau Domínguez explica su serie sobre las grandes firmas históricas de este periódico

José Martínez Ruiz, Azorín, en su despacho ABC
Mari Pau Domínguez

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En 1903 quiso el destino que dos grandes personalidades se encontraran en los primeros pasos de un medio de comunicación llamado a perpetuarse en el tiempo. Don Torcuato Luca de Tena tuvo claro el formato del periódico, novedoso y moderno. Azorín , por su parte, le convenció de la necesidad de que la literatura estuviera presente en sus páginas: «Un periódico bien escrito y buenos creadores». En este sentido, lo que lo diferenciaba del resto era que primaba la calidad literaria sin que necesariamente tuviera que estar relacionada con la actualidad.

Es tal el respeto que don Torcuato siente por la figura del escritor, que acabará consagrando en su periódico a los mejores de varias décadas. Siendo tan monárquico y conservador como lo era la línea editorial, contrataba a redactores y articulistas sólo por sus méritos en las letras, al margen de ideologías. El propio Azorín era republicano y revolucionario. O Vicente Blasco Ibáñez , antimonárquico recalcitrante, que sembró de artículos y talento el ABC como colaborador fijo también durante la brillante década de los años veinte. Y tantos otros…

Muchos de ellos tuvieron una vida apasionante que, en algún caso excepcional, entre tinteros, plumas y artículos, dio la mano a la muerte, prematura y violenta, para convertir a su protagonista en una verdadera leyenda. Luis Antón del Olmet , novelista, dramaturgo, político y abogado, escribió páginas magistrales, entre las que destacaron sus crónicas sobre el juicio, en Barcelona, a la conocida como la Vampira del Raval. Murió en marzo de 1923, a los treinta y siete años, de un tiro que le descerrajó en el Teatro Eslava un autor mediocre, el gerundense Alfonso Vidal y Planas , durante los ensayos de una obra. El entierro colapsó el centro de Madrid.

En aquellos años veinte, Alberto Insúa era uno de los reyes del folletín. De su obra «El negro que tenía el alma blanca» se hicieron dos adaptaciones cinematográficas. Pero Luca de Tena, con su visionaria tenacidad para convencer a un autor, lo envió a cubrir la Gran Guerra. Así, del cómodo y poco comprometido folletín pasó a la trinchera de la batalla de Verdún, la más larga de la Primera Guerra Mundial.

Fueron vidas que plasmaron su incalculable capacidad literaria en las páginas de ABC, pero también sus conflictos personales y obsesiones, como el consultorio sentimental que montó en el periódico el húngaro de origen judío Andrés Révész . Llegó al diario en 1922 para ser jefe de la sección de Internacional al mismo tiempo que coordinaba una red de espionaje en el Madrid de la Guerra Civil, cuya base de operaciones se ubicaba en un céntrico café de la capital. Tenía a su cargo a una docena de agentes secretos con la misión de controlar los movimientos de los soldados húngaros alistados en las Brigadas Internacionales y localizar las posiciones y avances republicanos.

Igualmente fueron sonados en los círculos sociales de la época los concursos de vergas que organizaba en la redacción un personaje peculiar, peruano de madre sevillana y padre napolitano. Felipe Sassone , para quien las mujeres y el teatro eran su perdición, huyó de su país a los veinte años perseguido por escandalosas aventuras sentimentales y, tras vivir la efervescente bohemia parisina, en 1906 se instaló en Madrid.

Carmen de Burgos, «Colombine» , la primera redactora, fue, además de excelente periodista y escritora, maestra, traductora y una luchadora incansable por los derechos de la mujer. Para participar en el borrador de una ley de divorcio se le ocurrió crear un club de matrimonios mal avenidos. Conocedora de las guerras de alcoba, su arrojo la llevó a cubrir como corresponsal otra mucho más cruenta: la de Marruecos en 1909.

La coruñesa Sofía Casanova , católica y monárquica, miembro de la Real Academia Gallega, poetisa, novelista y corresponsal en Polonia y Rusia, viajó por toda Europa con sus hijas pequeñas. Una elevada calidad literaria envolvía las crónicas que enviaba sobre la revolución rusa de 1917, en la que entrevistó a Trotsky , «un tipo de espesa melena revolucionaria» y rostro mefistofélico. Colaboró con la Cruz Roja como enfermera de combatientes moribundos durante la Gran Guerra.

Ortega y Gasset , Marañón, Julio Camba, Fernández Flórez, García Márquez , Emilia Pardo Bazán, Salvador de Madariaga, Octavio Paz, Sánchez Mazas, Juan Ramón Jiménez , Ramiro de Maeztu, Agustín de Foxá, Carrere, Edgard Neville , destacado corresponsal en Hollywood… José Juan Cadenas , letrista de canciones, poeta, periodista y empresario teatral, amante de la cupletista «La Fornarina»; Enrique Gómez Carrillo , diplomático guatemalteco, escritor y crítico literario, amante de Raquel Meller … Demasiados nombres de altura como para que quepan en un artículo. Tan difícil es mencionarlos a todos como intentar atrapar la intensidad de la historia. Con ellos realizamos un viaje a través del tiempo y la memoria, que nos sitúa ante el espejo de la vigencia del ideario con el que el periódico nació.

Azorín recuerda cómo a don Torcuato le exalta la injusticia y España le duele si alguien la cuestiona. Sus ideas siguen tan vivas ciento diecisiete años después que parece que sus palabras hubieran sido pronunciadas en estos días de convulsa política: «¡Eso no puede ser! ¡No puede ser mientras yo tenga vida! ¡ Antes quemo el periódico ! ¡Soy patriota, amo a España intensamente y pongo ese amor por encima de todo!». Tenía claro que «con España no se puede jugar». ¿De verdad ha transcurrido más de un siglo…?

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