Neutralidad de España en la Gran Guerra: la influencia de Alcalá-Zamora en los gobiernos de Alfonso XIII

Ante las reticencias de buena parte de los políticos del momento, tanto conservadores como liberales, y del propio monarca Alfonso XIII, el diputado cordobés se convirtió en uno de los más firmes pilares del presidente Eduardo Dato en su apuesta por la paz

Fotografía de Alfonso XIII junto al entonces ministro de Guerra Alcalá-Zamora al terminar la sesión de clausura del Congreso de Comercio Español en Ultramar Julio Duque

Por Javier Arjona García-Borreguero

Tras la caída de Bismarck en el arranque de la última década del siglo XIX, la vieja Europa había entrado en una creciente tensión política originando la agrupación de las potencias continentales en dos grandes bloques geoestratégicos. Las provocaciones alemanas forjaron un acuerdo anglo-ruso en 1907 que, sumado al previamente firmado entre Francia e Inglaterra, daba lugar a la alianza conocida como Triple Entente . A su vez, en aquel contexto de Paz Armada encendido con las crisis marroquíes y balcánicas, maniobraban las Potencias Centrales, el Segundo Reich fruto de la unificación de Alemania y a su sombra el también poderoso Imperio austrohúngaro.

Lo cierto es que la guerra se veía en el horizonte varios años antes del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en junio de 1914. La Paz Armada se había convertido en un polvorín a punto de estallar como consecuencia de la histórica rivalidad entre Francia y Alemania originada en la guerra franco-prusiana de 1870, del choque entre los imperios ruso y austro-húngaro buscando la hegemonía en los Balcanes, de las tensiones en una carrera imperialista en la que franceses y británicos habían tomado la delantera a Alemania, y también como resultado de una imparable producción armamentística en la que ninguno de los países protagonistas parecía querer quedarse atrás.

Preparándose para la neutralidad

Aquellos años en España estuvieron caracterizados por la crisis del modelo turnista de la Restauración, tras la caída de Antonio Maura en 1909 como corolario del acoso y derribo al que se vio sometido por la oposición desde la Semana Trágica de Barcelona . Al político regeneracionista le sucedieron varios gobiernos liberales en un difícil contexto político y social en el que la violencia anarquista acabó segando la vida del presidente José Canalejas en la madrileña Puerta del Sol en noviembre del año 1912. Con un ojo puesto en la situación doméstica y otro en el panorama internacional, el Rey Alfonso XIII pidió entonces al conde de Romanones formar un nuevo gobierno.

Niceto Alcalá-Zamora

Durante aquellos meses al frente del ejecutivo, en los que además el aristócrata se convirtió en jefe del Partido Liberal, cuenta Niceto Alcalá-Zamora en sus primeras memorias una conversación con su mentor en la primavera de 1913, casi a las puertas de la Primera Guerra Mundial y en vísperas de un viaje que el presidente y el Rey Alfonso XIII iban a realizar a París. Romanones, que quiso cambiar impresiones con su pupilo sobre la situación en Europa, se había declarado simpatizante de la Francia de Raymond Poincaré y por ende también de la Inglaterra de Jorge V, una postura que sorprendió al diputado cordobés ya que «jamás pude apreciar en él antes de la guerra simpatías ardorosas por Francia».

Alcalá-Zamora aconsejó al conde ir prevenido a París, evitando comprometerse ante los cantos de sirena de un gobierno francés que ya preparaba la estrategia ante el inminente estallido de la guerra en Europa. El veterano político madrileño le dijo literalmente «he decidido lo que voy a contestar, y por nada lo cambiaré: en caso de conflicto, España llegará donde llegue Inglaterra», haciéndole ver que el Rey Jorge V sabría mantenerse al margen si Francia entraba en guerra con Alemania, tal y como ya hizo Inglaterra en 1870 en la guerra Franco-Prusiana, y que ésta sería también la posición de España. Don Niceto temía que los franceses solicitaran el paso de sus tropas norteafricanas a través de la Península Ibérica , así como el envío de un ejército a la frontera de los Alpes, y una conversación posterior que tuvo en privado con el monarca así se lo confirmó. Alfonso XIII le confesó entonces que Romanones, al no oponer resistencia alguna a los requerimientos del país vecino, le obligó a intervenir frenando cualquier compromiso formal.

Entre germanófilos y aliadófilos

De alguna manera el conde de Romanones buscaba ganar puntos dando un apoyo explícito a Francia, pensando que dicha declaración de intenciones nunca llegaría a materializase desde un punto de vista militar. Quiso la casualidad que al estallar la Gran Guerra el 28 de Julio de 1914, el Partido Liberal estaba en la oposición y por tanto don Álvaro no tuvo que cumplir aquella promesa al aire que ofreció extraoficialmente en el mencionado viaje a la capital francesa. Romanones se limitó entonces a publicar en «El Diario Universal» el artículo titulado «Neutralidades que matan», criticando la postura del nuevo presidente Eduardo Dato de querer mantenerse fuera del conflicto, que por cierto era el deseo de la mayoría de los españoles.

Curiosamente en España había un cierto ambiente intervencionista en la guerra, aunque no por voluntad de los ciudadanos, sino por un impulso irracional de los principales periódicos y partidos políticos, e incluso de ciertos magnates con intereses económicos en los países de la Entente Cordial. Esta corriente hizo que el propio Monarca tuviese ciertas inclinaciones a favor de entrar en el conflicto, y hasta el propio Partido Conservador a pesar de la postura contraria de Eduardo Dato como presidente del Gobierno. Pocos personajes con peso específico en aquel momento apoyaron la decisión del ejecutivo, y entre los que se pronunciaron con claridad a favor del gobierno estuvieron Miguel Villanueva, Miguel Maura y el propio Alcalá-Zamora, que expresó en sus memorias: «Comprendí yo mi deber, en el sentido de apoyar dentro de las organizaciones políticas aquel mandato nacional, y siendo el primer diputado de oposición que felicitó a Dato por el acuerdo de permanecer neutrales, fui rápidamente el más resuelto y declarado defensor de tal política, dentro de las izquierdas sin tibieza».

A la tentación inicial de entrar en la contienda junto a la Triple Entente, tal era la idea de muchos liberales y del propio monarca, se impuso la cordura del conservador Eduardo Dato

Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial , España se dividió en germanófilos, o simpatizantes de las Potencias Centrales, y aliadófilos, partidarios de la coalición encabezada por Francia y Reino Unido. El perfil social de los primeros, con carácter general, era el de conservadores y carlistas, mientras que entre los segundos se encontraban liberales, republicanos y socialistas. Como excepciones al patrón citado se encontraba el propio Alcalá-Zamora, cuya posición debería haber estado al lado de los aliadófilos y sin embargo era germanófilo como su compañero de partido Miguel Villanueva , en cierto modo también por llevar la contraria al conde de Romanones y a Santiago Alba, con quienes entonces ya mantenía una tensa distancia.

En todo caso España se mantuvo neutral en la Primera Guerra Mundial . A la tentación inicial de entrar en la contienda junto a la Triple Entente, tal era la idea de muchos liberales y del propio monarca, se impuso la cordura del conservador Eduardo Dato . Para el país aquello tuvo su cara y su cruz. Por un lado la apertura de un gran mercado de países en guerra, y a los que éstos ya no abastecían, impulsó el proceso de modernización de la industria aunque la falta de competencia se tradujo en una baja competitividad. Por el otro, el problema fue que la escasez interna de productos, por un exceso de exportaciones, trajo consigo un aumento de la inflación traducido en importantes movilizaciones sociales que acabarían siendo el mar de fondo de la crisis de 1917.

Javier Arjona es doctor Ingeniero de Minas (UPM), Grado en Historia (UDIMA) y Doctorando en Humanidades (UFV). Es profesor y compagina su actividad docente con el puesto de Director del Aula Cultura ABC . Como escritor e historiador ha publicado tres libros: ‘La historia paralela’, ‘Los hijos de los dioses’ y ‘Viajeros del pasado’.

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