Un general desvela a ABC las 6 revoluciones militares que convirtieron en letal a la Legión
El orden abierto, el fusil ametrallador, el mortero, la propaganda y la moral, entre otras tantos, fueron los factores que convirtieron al Tercio de Extranjeros en una unidad pionera en Europa
La fundación del Tercio de Extranjeros el 28 de enero de 1920 (Real Decreto mediante) supuso algo más que la llegada de una nueva unidad a los campos del Rif. Fue un hito en la historia militar de un país (el nuestro) al que la tragedia colonial de 1898 había sumido en la amargura y que veía en África el último nexo con aquel viejo imperio en el que nunca se ponía el sol. Una España que anhelaba las jornadas de gloria vividas siglos atrás, pero que se desayunaba cada mañana con la muerte de soldados reservistas y críos de clases bajas cuya escasa experiencia en combate les llevaba a caer a pares ante los francotiradores de las kabilas .
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La nueva unidad orquestada por José Millán-Astray arribó a los dominios españoles en Marruecos con el objetivo de reducir los cientos de ataúdes que, cada año, debía llenar un país incapaz de pacificar a las tribus locales. Ideada bajo la premisa de enfrentarse siempre en primera línea a los rifeños revoltosos y, así, evitar la muerte de combatientes bisoños, la Legión se convirtió en una suerte de ángel de la guarda. En primer lugar, para sus mandos debido su efectividad y fiereza; pero también para los gobiernos de turno a los que cada fallecido en el Rif les costaba una infinidad de votos.
Sin embargo, lo que solemos olvidar es que, además de poner sobre el tablero africano su gallardía, la Legión española se convirtió en una de las unidades más revolucionarias de su época por diferentes causas. Entre ellas, su forma de enfrentarse al enemigo o el uniforme de sus miembros. Todo lo que rodeaba al entonces Tercio de Extranjeros fue estudiado al milímetro por sus oficiales con el objetivo de organizar una fuerza de choque a la vanguardia de Europa. «Un ejemplo es que adoptaron el orden abierto e incluyeron el fusil ametrallador en sus compañías, algo que no sucedía en el ejército peninsular», explica, en declaraciones a ABC, el general de brigada de infantería, diplomado en Estado Mayor y doctor en Historia, Miguel Ballenilla y García de Gamarra.
El militar, con más de dos décadas de servicio en la Legión, habla con conocimiento de causa, pues es uno de los autores que han dado a luz a «Cien años de la Legión, 1920-2020». La obra, que inaugura «Cuadernos de historia militar» (una nueva colección de la editorial Desperta Ferro adquirible también en kioscos), se adentra en el siglo de vida de una fuerza militar con «un poso histórico, unos valores, un credo y una leyenda» especiales. No en vano, durante los años veinte el mismo Millán-Astray dio forma a los doce espíritus de la unidad basándose en el mítico Bushido nipón. «Al legionario se le supone una predisposición a la aventura y una entrega especiales», explica.
El orden abierto, el fusil ametrallador, el mortero, la propaganda y la moral, entre otras tantos, fueron los factores que convirtieron al Tercio de Extranjeros en una unidad pionera en Europa
-¿Cómo es posible que la Legión naciera con tantas novedades?
Al surgir como un cuerpo nuevo, La Legión tuvo libertad para organizarse de una forma revolucionaria, cosa que el resto de las unidades no podían hacer debido a que estaban sujetas a las normativas existentes. Eso le permitió innovar.
-¿Cuál fue el cambio más drástico?
El cambio más radical fue orgánico. Hasta entonces los batallones estaban formados por seis compañías de fusileros y una más de ametralladoras . La Legión, por el contrario, redujo en principio este número de cinco a dos, aunque, cuando entró en acción, incluyó otra más. Estas estaban acompañadas también de una de ametralladoras. Eso implicaba que, en los años veinte, el Tercio de Extranjeros ya había incluido la “organización ternaria”: tres elementos de maniobra. Una estructura similar a la actual.
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-Explican también que una de sus grandes revoluciones fue incluir el fusil ametrallador.
Tras la Primera Guerra Mundial , se vivió una época de transformación de las unidades de infantería, no libre de cierta desorientación ocasionada por el protagonismo alcanzado por la ametralladora, que puso definitivo punto final al empleo de las formaciones de orden cerrado. Para empezar, La Legión adoptó la ametralladora de una forma decidida. El Tercio presentaba una proporción de 3/1 entre elementos de maniobra y de fuego, evolución radical que aportaba la posibilidad de organizar una base de fuego muy potente y próxima a la maniobra de las compañías.
Junto a esta importante innovación, se introdujo un arma pionera en España: el fusil ametrallador. Arma automática, que no alcanzaba la potencia de fuego de la ametralladora, pero que, por su ligereza, pudo encuadrarse en un número de ocho en cada compañía de fusiles sin mermarle movilidad. El fusil ametrallador adoptado fue el Hotchkiss de 7mm, Modelo 1922 , con un peso de 12,2 kilos y que tenía la enorme ventaja de utilizar el mismo cartucho que el fusil.
-¿Orden cerrado?
Era la forma en la que se combatía desde la antigüedad. Eran formaciones cerradas que evolucionaban en el campo de batalla hasta llegar al choque. En el siglo XVIII llegó a ser casi un juego de geometría; de hecho, en ocasiones no se llegaba al choque porque el contrario veía que la maniobra era sólida y prefería retirarse antes que perder a sus hombres.
La evolución de la artillería y los fusiles, ganado en precisión y alcance, obligó a que estas formaciones fueran abriéndose, pero seguían siendo muy rígidas. La aparición de la ametralladora en la Primera Guerra Mundial obligó definitivamente a evolucionar hacia el orden abierto, en el que los soldados deben avanzar dispersos y arrojarse al suelo para protegerse, avanzando de obstáculo en obstáculo sin sufrir bajas.
-¿Cuál adoptó la Legión?
Se adaptó al orden abierto y favoreció que sus soldados pudieran avanzar cuerpo a tierra. En las crónicas, los periodistas de la época comparaban con asombro la forma en la que hacían la guerra los miembros del Tercio de Extranjeros y los Regulares en comparación con los batallones peninsulares, anclados en el siglo XIX. Los legionarios se pegaban al terreno y aprovechaban la vegetación para protegerse y avanzar. Era lo que los moros llamaban “saber manera”. Es decir: adaptarse a las características del terreno. Fueron un ejemplo de modernidad.
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-¿Fue el uniforme legionario revolucionario?
Si. Hasta entonces, en el ejército español se usaba el uniforme de cuello alto, alpargatas y la gorrilla de medio queso. Es decir: una vestimenta decimonónica. Pero La Legión lo adaptó a la nueva forma de combatir: el orden abierto. Apostaron por la guerrera abierta y se pusieron la camisola por encima del cuello para que no se les desgastara. También usaron correajes de lona, mejores que los de cuero, el chambergo, que les protegía mejor del sol, y las “botas alpargata”, que resguardaban mejor el pie que la clásica de cintas.
De la guerrera abierta nace la tradición del legionario despechugado, con la camisa de solapas amplias. Pero era muy útil, entre otras cosas, debido a las altas temperaturas del Rif.
-¿Se cambió también el tono del uniforme?
Si. El verde sarga buscaba el mimetismo. Es una consecuencia más de la transición del orden cerrado al abierto. En la guerra con formaciones cerradas, los uniformes eran de colores vistosos para facilitar que los generales pudieran identificar, desde una altura, a sus unidades para dirigir la batalla. Cuando comenzó el orden abierto, sin embargo, lo que pretendían los soldados era confundirse con el terreno. Entonces empezaron a usarse los tonos verdosos y grises para mimetizarse con el entorno.
-¿Hubo alguna otra revolución desde el punto de vista armamentístico?
La Legión, de la experiencia de la Primera Guerra Mundial, además del fusil ametrallador ya mencionado, importó la granada de mano y el mortero . La primera por su eficacia en las distancias cortas del combate y el segundo por su elevado ángulo de caída, que permitía batir zonas desenfiladas, como barrancadas o contrapendientes, lo que lo hacían ideal para la guerra en Marruecos, evitando que el enemigo se protegiera y organizara al amparo de estos accidentes del terreno.
-¿Cómo lograron los mandos de la Legión captar a nuevos soldados para esta unidad de voluntarios?
Millan-Astray, inspirado en el importantísimo empleo de la propaganda realizado por los contendientes en la Primera Guerra Mundial, recordemos los famosos carteles del Tío Sam llamando al alistamiento, acudió a los mejores cartelistas de la época y desplegó una enorme actividad en la prensa, gracias a sus buenas relaciones con la mayoría de los periódicos, que le prestaron amplia atención. Este interés de los medios por La Legión pronto se extendió a la literatura y el cine . Hay que destacar que la primera propaganda institucional del Estado en España la hizo La Legión mediante inserciones de pago en prensa.
«La primera propaganda institucional del Estado en España la hizo la Legión mediante inserciones de pago en prensa»
-¿Cómo logró Millán-Astray generar conciencia de unidad en la Legión?
Millán-Astray era un oficial que sabía que el componente moral es, la mayor de las veces, la clave de la victoria. Conocedor de la diversidad de procedencia, motivaciones e intereses de los legionarios, necesitaba una herramienta que los cohesionara como combatientes. Lo hizo por medio del Credo Legionario , compuesto por doce Espíritus o artículos que recogían las esencias de la profesión militar (compañerismo, valor, sacrificio, honor, disciplina…). Eso les dio sentido de unidad a unos hombres que sabían que debían luchar en primera línea de batalla.
El primer Espíritu, denominado “del legionario”, y que define cual debe ser su carácter en el combate, es suficientemente significativo: es único y sin igual, de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta. No deja lugar a dudas, los recién incorporados sabían que tenían una vocación de fuerza de choque y que combatirían en vanguardia. Entendían que sufrirían muchas bajas, pero que La Legión había sido ideada para eso: para reducir las muertes de los conscriptos que llegaban desde la Península.
-¿Cómo era el entrenamiento de los legionarios?
El adiestramiento, como en cualquier otra unidad, era esencial. La palabra ejército proviene del latín ejercitarse.
La Legión contaba en cada Bandera (Batallón) con una compañía de depósito en la que se encuadraban a los incorporados y donde recibían la primera instrucción, fundamentalmente de tiro y despliegues. No era necesario mucho más ya que, por aquel entonces, los materiales no tenían una complejidad excesiva.
Un mes después eran encuadrados en la Bandera y salían a combatir. No obstante, la gran cantidad de legionarios que se incorporaban con experiencia militar previa, ya de la Guerra Mundial , ya del Servicio militar, facilitaba la instrucción.
-En este sentido, ¿qué importancia tenía el combate cuerpo a cuerpo para una unidad que debía estar siempre en vanguardia?
Para ver la importancia del combate cuerpo a cuerpo en la evolución del combate no hace falta más que fijarse en el tamaño de las bayonetas. A más precisión de las armas, estas se hacían más cortas. Es lógico: al principio no se fiaba todo al fusil y, con ella, no se abandonaba del todo la pica.
En los años 20, el enfrentamiento cuerpo a cuerpo seguía siendo fundamental, especialmente en una guerra como la de Marruecos, con un enemigo valeroso muy aferrado al terreno que defendía. Ejemplo de la importancia que tenía este combate en La Legión es que los legionarios portaban una larga bayoneta Máuser de 40 centímetros.
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-La Legión nació con idea de nutrirse de soldados extranjeros, pero, al final, acabó como una unidad de élite formada en su mayoría por españoles…
La Legión surgió a imagen y semejanza de la Legión Extranjera de Francia . Buscaba reclutar, como ellos, forasteros para ahorrar vidas españolas. Pero eso resultó un fracaso por dos razones. La primera fue que los galos, tras el final de la Primera Guerra Mundial, introdujeron un artículo en el Tratado de Versalles que impedía que ninguna potencia europea, salvo ellos, pudiera reclutar alemanes. Se sabía que serían muchos los alemanes que buscarían su sustento como soldados de fortuna. Al impedir a España su reclutamiento, redujeron una fuente de recluta muy importante, que de hecho, nutrió abundantemente la Legión extranjera.
La segunda razón fue la revolución bolchevique . En Europa había enorme temor a que la ideología comunista se extendiera por la sociedad. Por eso, el gobierno bloqueó el acceso a los rusos. Al final, la realidad es que el número de extranjeros en La Legión nunca superó el 20%, y la mayoría fueron portugueses.
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