Henry Kamen: «Hay que dejar atrás el cuadro de una España inferior u hostil con el mundo, es falso»
En las páginas de su nuevo libro, ‘Defendiendo España’ (Espasa), el británico reivindica el gran número de extranjeros que sirvieron y admiraron a España
La idea de la Leyenda Negra, entendida como una conspiración internacional contra España, no le gusta un pelo al hispanista Henry Kamen (Rangún, Birmania). Le parece una forma de echar balones fuera por parte de una intelectualidad patria con tendencia a martirizarse sin ayuda de nadie. En las páginas de su nuevo libro, ‘Defendiendo España’ (Espasa), el británico reivindica el gran número de extranjeros que sirvieron y admiraron a España, al tiempo que trata de demostrar que, al menos desde el siglo XVI, en pleno auge imperial, hay un gran número de españoles repitiendo las mismas palabras sobre el fracaso nacional y exagerando los desastres por encima de las victorias. Si alguien lleva siglos tirando piedras contra el pasado español, eso son los propios españoles…
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«Disculparía a los españoles como culpables de este victimismo y culparía más bien a grupos intelectuales, una minoría, que ha deformado la manera de ser y de estudiar la historia del país», explica Kamen, un autor al que siempre es complicado clasificar en una corriente o una escuela historiográfica . Le interesa la controversia, llevar la contraria y desarmar mitos nacionales a cualquier precio. Sin embargo, también es muy crítico con los tópicos nocivos que persiguen a los españoles y con la creencia, incentivada por ciertas corrientes ideológicas, de que la historia del país es una anomalía.

En las páginas del libro , se presenta una historia de España conectada con el mundo, normalizada, comparada, donde se desmiente, por ejemplo, que la toma de Granada fuera una cruzada nacional, sino, más bien, una empresa multinacional donde tomaron parte de los cristianos miles de combatientes ingleses y hasta de musulmanes, o que la conquista de América fue una operación exclusivamente castellana.
–Usted asegura que España necesita defensa, pero no contra los extranjeros, sino de los propios nacionales.
–Desde principios del siglo XX hay una cierta tendencia, sobre todo nacionalista, de subrayar las debilidades de España y de atribuir los defectos a una hostilidad de parte de los extranjeros. Esta filosofía negativa, victimista y pesimista se encuentra en Unamuno, Ortega y Gasset y muchos otros que escribieron artículos sobre el tema. En este libro yo quería subrayar los aspectos positivos de la posición de España internacionalmente, una nación que cultivó amigos y aliados tanto en la guerra como en la paz. Es decir, que parte del papel histórico de España, más allá de la de los aspectos que siempre los historiadores estudiaban antes de guerras y otras tonterías, fue colaborar con otras naciones. Hay que dejar atrás el cuadro de una España que siempre estaba en posiciones de inferioridad y de hostilidad con el mundo, porque es falso.
–La historia española pone más énfasis en las contribuciones de los nacidos en el país que en los de fuera, pero eso también pasa en el resto de países, ¿no?
–Totalmente de acuerdo. Una de las cosas que yo quería subrayar es que la colaboración internacional es el secreto del éxito de un país. Si tomamos el ejemplo de Inglaterra, los ingleses siempre se hacían analogías con sus propios éxitos, pero la realidad es que muchas de las cosas que consiguieron fue con ayuda de otros. Lo mismo ocurre con los españoles, donde la primera colonización de las Islas Canarias fue gracias a la participación mayoritaria de los portugueses. Y también en el Nuevo Mundo, que también estaba lleno de portugueses y de banqueros italianos. Es decir, que no se trata solo de un hecho español, ni siquiera de un hecho castellano, sino un hecho de mucha gente.
«La Leyenda Negra es una ficción inventada por un grupo de periodistas de principios del siglo XX»
–¿Por qué tiene España esa obsesión por sus derrotas y por exagerar sus desastres?
–Disculparía a los españoles como culpables de este victimismo y culparía más bien a grupos intelectuales y otros que han deformado la manera de ser y de estudiar la historia de su país. Un victimismo que está muy presente entre periodistas y otros intelectuales de principios del siglo XX.
–¿Por qué estos intelectuales se recrean tanto en el dolor y la derrota?
–No puedo hablar mucho del tema porque no soy un experto, pero me parece que los españoles, por razones que yo realmente no entiendo, han tenido más propensión a este victimismo que intelectuales de otros países. No encontramos, por ejemplo, una escuela pesimista así entre los intelectuales franceses o en Inglaterra. Los ingleses, quizás gracias a sus éxitos en el Imperio, tuvieron mucho más optimismo que pesimismo.
–¿Por qué niegas la existencia de una Leyenda Negra española?
–He querido evitar esta línea de presentación porque para mí y para casi todos los historiadores de hoy en día la Leyenda Negra no existe. Es una ficción inventada por un grupo de periodistas de principios del siglo XX, entre cuyos autores el más destacable es Julián Juderías. Sí es cierto que hay tópicos negativos sobre España que están muy vigentes, pero curiosamente yo, que he estudiado lo que ya se decía en el siglo XVI y XVII, he comprobado que ya entonces se repetían afirmaciones en el propio país sobre los defectos de España, sus fallos, sus supuestos desastres... Y uno se pregunta, al leer estos textos, cómo puede ese señor escribir esas palabras cuando pertenecía a uno de los países de más éxito en el mundo. Siempre veían en el éxito el principio de un fracaso . No me lo explico; pues otros países no tuvieron esta tendencia durante su época de expansión imperial.
–Usted defiende que esa tendencia derrotista está relacionada con la debilidad económica del país, ¿por qué?
–El pesimismo español viene del reconocimiento de que el país dependía de otros países, es decir, de la colaboración con los demás para conseguir muchos de sus logros. Sin otros países, los españoles tenían dificultad en establecer su control sobre su propio destino. Al conseguir las riquezas, oro y plata de América, descubrieron los españoles que casi todo el oro y plata iba a otros países. ¿Por qué? Porque los franceses y ingleses controlaban el comercio. A pesar de esta debilidad económica de España, que era un país bastante pobre, se convirtió en un caso de mucho éxito en la época moderna. Gracias a esta situación, un cierto pesimismo entró dentro de los escritos de todas las épocas.

–¿Esta autocrítica tan extrema también tenía cosas positivas?
–Bueno, positivas no sé... Pero sí es cierto que el debate sobre los derechos de los indios que se produjo en el siglo XVI no lo protagonizaron extranjeros criticando a los españoles, sino que fue una guerra entre los propios intelectuales españoles con posturas diferentes. La experiencia imperial de España fue tan compleja que abrió estos debates.
–Una frase que se repite mucho en España todavía hoy en día es que perdió el tren de la modernidad. ¿Cuándo y por qué ocurrió?
–No he dedicado tiempo a pensarlo bien, pero es cierto, sobre todo si se aplica a las ciencias. Sin embargo, no es el único país que fracasó en las ciencias en un momento determinado. Tenemos la misma situación en Italia o en Alemania, donde antes del siglo XIX no tenían mucho éxito en este campo, ni en la exploración, ni en casi nada. Me parece que hay que tener una perspectiva más internacional y comparar España con otros países para ver qué pasaba en cada caso. Así llegaremos a la solución de que realmente todos los países han tenido el mismo tipo de reacción, el mismo tipo de problema, el mismo tipo de fracasos... España no es una excepción. Ha tenido fallos en ciertos aspectos de su evolución , pero lo mismo se puede decir de otros países, que perdieron la dirección de su tren.
–¿Se miran los españoles demasiado el ombligo?
–Sí, sí, el famoso ombliguismo de los españoles. Pero al decirlo tampoco es fácil explicar por qué iba a ser esto un rasgo solo de los españoles... Ocurre en otros países. En esto, la mentalidad rusa se parece muchísimo a la mentalidad española. Para los rusos, Rusia es la única realidad en el universo. Y en ciertas épocas los españoles pensaban así también.
–¿Es un país más abierto a las influencias extranjeras de lo que se suele estudiar?
–Tal vez hubo hostilidad desde fuera en algún momento del siglo XVI, pero después tenemos una situación bastante diferente: de amistad, de colaboración, de casamientos dinásticos. Incluso se dio la situación tan extraña de ejércitos protestantes luchando por España contra Francia o de una flota holandesa luchando a su favor. Para tener una visión más equilibrada de la experiencia histórica de España, hay que colocar al país dentro del contexto real de su época. No pensando solo en el siglo XVI, sino en todas las épocas. Y dar más importancia a la colaboración como factor en la evolución de España. ¿Qué encontrarán los extranjeros en España que les excito tanto como para dedicar su vida? Es más, ¿qué hago yo viviendo en España?
«Los españoles siempre veían en el éxito el principio de un fracaso»
–Si la Leyenda Negra no existe, ¿cómo se explica que muchos tópicos, procedentes de la propaganda que se usaba en el siglo XVI sobre España, se sigan estudiando en escuelas de América o en las escuelas de Cataluña?
–Hay que descartar esas palabras de Leyenda Negra. Porque no existió nunca. Si los países de la América Hispánica han presentado cierta visión de su pasado es porque ellos necesitan fabricar una imagen sólida de lo que eran. Para evolucionar, estos países tienen que ir inventando su propia visión del pasado. Por eso, el presidente de México siempre está echando veneno, diciendo estas cosas sobre el pasado colonial... No se puede evitar. Es una distorsión que pasa en todos los países y tenemos que tolerarlo hasta cierto punto . En Cataluña, al menos dos o tres escritores se dedican a falsificar y distorsionar la historia de la relación entre esta región y el resto de España. Pero tienen que hacerlo porque los nacionalistas no tienen otro recurso. En cualquier caso, no existe una buena historiografía de España, ni aquí ni en América, que lo contrarreste.
–Entonces, ¿cuál es la solución? ¿Dar más voz a los historiadores?
–Puede ser, pero también es una cuestión de reformar todo el sistema de educación, sobre todo a nivel universitario. Hay que fomentar más la investigación del pasado en la universidad. Te voy a poner un ejemplo, el gran problema de la despoblación del continente de América en la época colonial fue estudiada por primera vez por los estadounidenses de la Universidad de California. Ni un solo estudio español había abordado un tema tan importante hasta entonces. Tenemos que reformar la enseñanza superior para empezar a mirar a otros horizontes, otras maneras de enfocar al pasado.