El «discurso secreto» de Kruschev contra el genocidio de Stalin que la URSS ocultó hasta 1988

Fue pronunciado por el entonces dirigente de la Unión Soviética y provocó una profunda conmoción en un sector importante del movimiento comunista internacional, aunque no se hizo público hasta 1988

Imagen de Stalin, en 1940, junto al discurso pronunciado por Kreschev en 1956 ABC

Israel Viana

«Después de la muerte de Stalin , el Comité Central del Partido Comunista comenzó a estudiar la forma de explicar el hecho de que no está permitido, dentro del espíritu del marxismo-leninismo, elevar a una persona hasta transformarla en un superhombre dotado de características sobrenaturales semejantes a las de un dios». Así comenzaba el polémico discurso de Nikita Kruschev que la URSS consiguió mantener en secreto durante nada menos que 32 años.

Fue pronunciado por el entonces dirigente de la Unión Soviética , el 25 de febrero de 1956, en el XX Congreso del Partido Comunista celebrado en Moscú. Hacía tres años de la muerte de Stalin, responsable de la muerte por inanición de más de siete millones de inocentes solo entre 1932 y 1933 y de enviar a los gulag (campos de concentración soviéticos) a otros dos millones de personas entre 1935 y 1940, de las que 700.000 fueron fusiladas sin juicio previo. En realidad, durante todo su mandato, se calcula que acabó con más de cinco millones de soviéticos , calculando a la baja, y Kruschev pensó que había llegado el momento de revelar y condenar, por primera vez, aquellos horribles crímenes. De ahí que comenzara su discurso defendiendo que no podían seguir viendo a su antecesor como algo parecido a un dios. O como dice Kruschev, como a un líder de «conocimiento inagotable, de una visión extraordinaria, de un poder de pensamiento que le permite prever todo, y, también, de un comportamiento infalible».

Stalin fue, evidentemente, un líder importante en la historia de la URSS que, a juzgar por las valientes palabras de Kruschev, había cometido muchos errores. Apuntar tan solo eso era algo que al líder soviético podía haberle costado no solo el cargo, también la vida. Aquellas palabras «secretas» –en tanto que fueron pronunciadas en sesión cerrada del Congreso y no formaron parte de los informes y resoluciones oficiales emitidas por este–‌fueron el primer paso hacia la «desestalinización» del gigante comunista.

Las críticas de Stalin

En él, Kruschev no solo denunció el culto a Stalin citando textos clásicos de marxismo-leninismo. También criticó el carácter de su antecesor y cargó contra el concepto de «enemigo del pueblo» que este utilizó como arma en la lucha política. Reprendió la represión contra los militantes comúnmente llamados «viejos bolcheviques» en su famosa purga: mandó ejecutar a 848 delegados del XVII Congreso del Partido Comunista y otros 260 fueron acusados de contrarrevolucionarios, apartados de sus cargos y encarcelados. Y censuró la creación de pruebas falsas para acusar a sus enemigos y la deportación de cientos de miles de compatriotas a los gulag.

Sí que se distribuyeron algunas copias a las diversas dirigencias regionales del PCUS y a algunos gobiernos extranjeros. Llegaron a Europa oriental y crearon una gran expectativa. Provocaron, incluso, rechazo y revueltas callejeras en Georgia, tierra natal de Stalin, y una profunda conmoción en un sector importante del movimiento comunista internacional, a pesar de no haberlo leído completo... y poco más. No fue hasta julio de 1988 en que se publicó en un semanario del partido comunista polaco llamado « Politika ». Era la primera vez que este discurso salía a la luz pública en el este de Europa, incluida la URSS.

Esta revista, que estuvo solicitando el permiso durante un año, lo publicó en cuatro páginas con un comentario en el que calificaba de «gran acto político» las críticas a Stalin. En Varsovia se dio por hecho que la luz verde para sacarlo a la luz fue consecuencia de la visita a Polonia de Mijail Gorbachov , en plena política de apertura y tan solo dos años antes de la desintegración de la URSS. Un año después, en diciembre de 1989, fue el nuevo gobierno de la República Democrática Alemana (RDA) quien anunció por todo lo alto que iba a publicar el famoso «informe secreto» de Kruschev sobre los crímenes de Stalin.

La Rusia de hoy

La publicación del «discurso secreto» de Kruschev aún coleaba cincuenta años después de que fuera pronunciado. Bien entrado el siglo XXI, el Estado ruso continuaba reacio a condenar los crímenes del estalinismo con determinación. Una parte del texto en lo concerniente al «culto a la personalidad» del sanguinario dictador seguía bajo la clasificación de secreto. En 2006, Gorbachov ya declaró estar preocupado por este fenómeno del culto a Stalin estuviera presente en la Rusia actual .

Tal es así que un ejemplar del voluminoso texto debería haber figurado entre los objetos de la exposición que el Museo de Historia de Moscú inauguró ese mismo años con motivo de aquel importante cónclave comunista, pero luego no se sacó al público. Tan solo se expuso la portada del diario « Pravda » con el comienzo del discurso, al tiempo que se proyectó una breve película en la que durante poco más de diez segundos aparecía una cuartilla casi ilegible del histórico informe.

¿Qué tiene aquel discurso para que durante décadas haya causado preocupación en los nostálgico del régimen comunista más sanguinarios de la historia? Al XX Congreso celebrado entre el 14 y el 25 de febrero de 1956, el primero que se celebró sin Stalin, asistieron 1.349 delegados y fue bautizado como el congreso del «deshielo». Kruschev intentaba consolidarse como líder absoluto frente a sus poderosos rivales: Malenkov , Bulganin , Mólotov , Voroshílov y Kaganóvich . Nuestro protagonista leyó su informe el día de la clausura y sus revelaciones dejaron de piedra al auditorio. No hubo aplausos, porque en la sala se encontraban los cómplices directos del terror estalinista, entre los que no podemos olvidar que se encontraba el propio Kruschev.

El discurso presentaba a Stalin como un déspota cruel e incompetente. Intolerante con cualquier opinión que no fuera la suya y máximo responsable de perpetuar la crisis económica de la URSS. También aseguró que el NKVD –antecesor del KGB – utilizó sistemáticamente las torturas e, incluso, que el mismo líder soviético participó en algunas de ellas. Por eso se decidió archivar el informe, porque podría haber desestabilizado al régimen en aquel momento de transición.

Sus memorias

Kruschev, sin embargo, no desistió en sus ideas sobre Stalin. Prueba de ello es que, tan solo seis años después de su destitución como máximo dirigente de la URSS, ABC adquiría en exclusiva para España los derechos de reproducción de sus memorias en la que defendía, públicamente, la misma tesis. «Con un lenguaje directo y expresivo, el exdirigente ha roto el silencio de su retiro para narrar los detalles más desconocidos de la historia contemporánea de la Unión Soviética», anunciaba en el amplio reportaje publicado, el 28 de noviembre de 1970, en «Blanco y Negro» . Este diario pagó la cifra más alta de la historia del periodismo español por aquellas confesiones que en Estados Unidos se llevó la revista «Life» y en Inglaterra, «The Times».

«Vivo ahora como un ermitaño a las afueras de Moscú. Solo me comunico con los que me guardan de otros (...). Aquí hago resaltar los acontecimientos más sobresalientes del Gobierno de Stalin que dañaron los cimientos de la sociedad soviética. No es mi propósito hacer hincapié en los aspectos positivos», comenzaba Kruschev, que añadía: «Si Stalin estuviera vivo, yo votaría para que fuese procesado y castigado por sus crímenes [...] ¿De cuánta sangre derramada en nuestro país fue responsable? Los velos que cubrían la respuesta a esta y otras preguntas serán rasgados ahora».

El exlíder soviético contaba en su autobiografía que «la colectivización había comenzado el año anterior a mi salida de Ucrania, pero hasta un año después de que empezase a trabajar en Moscú no se despertaron mis sospechas sobre sus verdaderos efectos en la población rural. Y hasta muchos años más tarde no me di cuenta del grado de hambre y represión que acompañaron a esta política puesta en marcha bajo Stalin ». Kruschev apuntaba el objetivo de imponer esta colectivización de las tierras de los campesinos en solo dos años. Y relataba después: «Empecé a recibir informes oficiales relativos a las muertes por inanición. Luego, comenzó el canibalismo. Una cabeza humana y dos pies se habían encontrado debajo de un pequeño puente. Al parecer, el cuerpo había sido devorado. Kirichenko me comunicó que había ido a una granja colectiva y describió la escena que encontró de la siguiente manera: “La mujer tenía el cuerpo de su propio hijo sobre una mesa y lo estaba despedazando. Mientras lo hacía, charlaba sin cesar: ‘Ya nos hemos comido a Manechka. Ahora salaremos a Vanechka. Esto no mantendrá durante algún tiempo’. ¿Puedes imaginártelo? ¡Esta mujer se ha vuelto loca por el hambre y había descuartizado a sus propios hijos!”».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación