Los últimos de Mariúpol: los mil ucranianos que resisten en el laberinto bajo tierra de Azovstal

Desde hace días, resisten en esta acería erigida en los años treinta. La red de túneles que esconde en el subsuelo la ha convertido en El Álamo para el batallón Azov; una pesadilla por la dificultad que entraña el combate urbano para las tropas poco entrenadas

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Un grupo de civiles, en lo que autoridades ucranianas aseguran es el búnker de la acería Azovstal en Mariúpol REUTERS / Vídeo: Los habitantes de Mariúpol se refugian de los bombardeos en la planta de Azovstal - ATLAS
Manuel P. Villatoro

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En Azovstal ya no crepitan los altos hornos ni repican los martillos. De la acerera, corazón de una de las empresas metalúrgicas más grandes de Ucrania, tampoco salen los kilos y kilos de chapas gruesas que sustentaban hasta hace un suspiro los buques de medio mundo. Solo existe muerte en este paraje industrial que riega el mar de Azov, al suroeste del país. Los únicos sonidos que emanan sus tripas son las voces de los últimos defensores ucranianos; ese millar de combatientes que resisten en el subsuelo de la fábrica y a los que Rusia amenaza desde hace días -ahora, a golpe de hambre y sed- bajo la obsesión de cerrar, al fin, el cerco de Mariúpol .

Es el ayer y el hoy de una siderurgia que vive la guerra, pero que continúa incólume a pesar de la asfixia a la que es sometida. Viktor Mácha, un fotógrafo industrial checo que visitó la central en el marco de un proyecto para documentar Azovstal y MMK -su siderurgia hermana-, aún recuerda sus colosales magnitudes. «Es una combinación metalúrgica de estilo soviético con cinco altos hornos, una planta de coque, una acería y una laminadora de chapa gruesa», explica a ABC. Por aquel entonces, el reportero vio hierro, fuego y una gran masa humana. Y es que, durante su viaje a Mariúpol en 2016, albergaba a más de 25.000 trabajadores.

Situación en Mariúpol

Talakivka

Lomakyne

Sartana

Staryi Krym

Kalynivka

Kalmiuskyi

Lebedynske

Livoberezhnyi

Tsentralnyi

Fábrica

Azovstal

Aeropuerto

Internacional

Prymorskyi

Prymorske

Mariúpol

Shyroka

Balka

5 km

Puerto

Pokrovske

UCRANIA

Controlado por Ucrania (ZSU y milicias aliadas)

Controlado por Rusia y milicias prorrusas

Control poco claro, disputado o tierra de nadie

La resistencia en Azovstal

Durante la Guerra Fría se construyó una red de túneles y búnkeres subterráneos para que los 40.000 trabajadores de una planta siderúrgica se refugiaran en caso de ataque nuclear

En la superficie hay numerosos almacenes, hornos, centrales eléctricas y chimeneas que sirven de cobertura a las tropas

Los túneles parecen casi imposibles de alcanzar con bombardeos

Podría haber hasta 1.500 soldados ucranianos refugiados

Esta red subterránea permite a los soldados ucranianos hacer incursiones guerrilleras por distintos lugares

Son túneles muy seguros que llegan hasta seis pisos bajo tierra

Fuente: John Lawson para el Daily Mail y elaboración propia / ABC / CG. Simón

Situación en Mariúpol

Controlado por Ucrania

(ZSU y milicias aliadas)

Controlado por Rusia y

milicias prorrusas

UCRANIA

Control poco claro,

disputado o tierra de nadie

Talakivka

Lomakyne

Sartana

Staryi Krym

Kalynivka

Kalmiuskyi

Lebedynske

Tsentralnyi

Livoberezhnyi

Fábrica

Azovstal

Prymorskyi

Aeropuerto

Prymorske

Mariúpol

Puerto

5 km

Pokrovske

La resistencia en Azovstal

Durante la Guerra Fría se construyó una red de túneles y búnkeres subterráneos para que los 40.000 trabajadores de una planta siderúrgica se refugiaran en caso de ataque nuclear

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Los túneles parecen casi imposibles de alcanzar con bombardeos

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En la superficie hay numerosos almacenes, hornos, centrales eléctricas y chimeneas que sirven de cobertura a las tropas

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Son túneles muy seguros que llegan hasta seis pisos bajo tierra

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Esta red subterránea permite a los soldados ucranianos hacer incursiones guerrilleras por distintos lugares

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Podría haber hasta 1.500 soldados ucranianos refugiados

Fuente: John Lawson para el Daily Mail

y elaboración propia

ABC / CG. Simón

Coloso caído

Azovstal fue alumbrada en 1930 por el Presidium del Consejo de Economía Nacional de la Unión Soviética. Fue un hito que, una década después, recordaba con orgullo el régimen de Stalin. Eso, a pesar de que la URSS utilizó tecnología extranjera para levantarla. «Contaba con la maquinaría más moderna y muchas innovaciones rusas y estadounidenses», escribió P. Popov, uno de los ingenieros de la planta. Por lo demás, todo quedaba en casa y sus hornos se abastecían de mineral de Crimea que era recibido por dos grúas edificadas en el puerto por una empresa nacional. Era colosal. «La apodaron la Magnitogorsk del Sur en referencia a la planta metalúrgica más grande del mundo, ubicada más allá de los Urales», añade Mácha.

Azovstal solo detuvo sus hornos en 1941, cuando el Reich conquistó la ciudad . Los nazis redujeron la planta a cascotes y, en palabras de Mácha, tuvo que ser «reconstruida en los cincuenta por la URSS». Desde entonces, esta pequeña ciudad de once kilómetros cuadrados con edificios y hasta vía férrea se ha convertido en uno de los mayores fabricantes europeos de rieles, bolas para molienda, chapas gruesas y planchas de acero laminado. Según los datos ofrecidos por la propia empresa, podían alumbrar al año 5,7 millones toneladas de arrabio, 5,3 de acero y 4,7 de productos laminados. Juntas, las plantas de Azovstal e Ilyich (ambas en Mariúpol y propiedad de ‘Ilyich Iron and Steel Works’) representan un tercio de la producción de acero crudo en Ucrania.

Las cifras no son cuestión baladí. Aunque Andrés Barceló , director general de la Unión de Empresas Siderúrgicas (UNESID) llama a la calma. «El cierre de Azovstal no es preocupante porque hay otros suministradores, no es crítico. Y lo mismo pasa con Ucrania. A nivel español no importamos casi mineral de hierro, carbón o productos siderúrgicos, las principales exportaciones del país», explica a este diario desde Bruselas.

Turbios túneles

Pero Azovstal no está de actualidad por su envergadura industrial, sino porque se ha transformado en el último bastión de las fuerzas ucranianas en Mariúpol. El secreto que ha convertido este complejo en el Álamo de unidades como el Batallón Azov ha sido un entramado de túneles edificados en su subsuelo. Una suerte de ciudad subterránea formada por galerías de 24 kilómetros de extensión y seis pisos de altura -unos 20 metros- edificada durante la Guerra Fría. Barceló ríe cuando se le menciona. Entiende que tiene cierto ‘sex appeal’ mediático, pero sostiene que es algo habitual: «Todas las plantas tienen ese tipo de galerías de servicio».

David Freire , gerente de ‘3A Ingeniería Eficiente’, es de la misma opinión. Tras haber visitado parte de las galerías madrileñas, insiste en relativizar los datos. «En Madrid, estaciones como la de Cuatro Caminos están a 45 metros de profundidad,. Y algunos tramos de la M-30 están a 75 metros», desvela a ABC. Ambos coinciden también en que las galerías ubicadas bajo la planta son idóneas para una defensa por parte de los ucranianos. «Estos túneles de servicio fueron construidos para soportar el peso de una central encima, pueden aguantar sin problema los bombardeos», afirma Barceló.

Conquistar El Álamo

A Rusia solo le quedaba conquistar Azovstal para cerrar el cerco de Mariúpol; una tarea que Alejandro Ocón Casal define a ABC como hercúlea. Sabe de lo que habla, pues es un experto en combate urbano y CQB (’Close Quarters Battle’) que ha colaborado con varias unidades internacionales; entre ellas, el BOPE brasileño junto a la Asociación de Seguridad y Apoyo a la Defensa. El también miembro de la Asociación Histórico-Cultural ARHEM confirma que el primer escollo para Rusia será hacerse con los muchos edificios de la fábrica.

«El combate urbano es el escenario de combate más difícil que existe. Al luchar en campo abierto, el enemigo siempre se halla por delante o por detrás, en el mismo plano. En un enclave como este, sin embargo, puede aparecer en estancias superiores, inferiores o tras nosotros», desvela. Es una batalla en 360º . Otro de los problemas de los soldados es el combate en pequeños grupos. «Puedes tener compañeros por delante, pero que los enemigos se hayan escondido en las habitaciones entre ambos», sentencia Alejandro. Eso provoca una batalla descentralizada en la que los mandos medios cobran importancia. Lo peor es la tensión. «¿Cuántas ventanas ves en una ciudad cuando aparcas? En guerra, desde cada una puede hacer fuego un enemigo».

Las galerías tampoco serán un trabajo sencillo. Según Alejandro, por la escasez de luz: «En los túneles, el enemigo puede utilizar luz estroboscópica para bloquear las gafas de visión nocturna. Si no llevas, un ‘flashazo’ te ciega porque tienes la pupila muy dilatada, y se contrae del todo». Tampoco es desdeñable el ingenio del contrario. «Si apuestas por acercarte en silencio puedes caer víctima de los IED (explosivos improvisados) u otras trampas». La otra opción es valerse del gatillo y avanzar en oleadas bajo el apoyo del fuego de supresión. «La conclusión es que esta es una batalla para unidades entrenadas en el entorno. Meter reservistas para combatir en Azovstal es un suicidio ».

Lo que sí existen son precedentes. El analista y divulgador histórico José Luis Hernández Garvi afirma a ABC que esta batalla le recuerda a las que se sucedieron en Stalingrado o en Vietnam: «En los túneles se utilizaban voluntarios de baja estatura para cazar al vietcong. Se les daba una pistola y una linterna». Los peligros de entonces se parecían a los de ahora. «El poder destructivo de los explosivos es mayor y, además, se pueden producir derrumbamientos parciales», La partida, de momento, sigue en juego.

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