El corredor italiano Vincenzo Nibali, líder del Giro de Italia después de nueve días de carrera llenos de sorpresas, afronta en la mejor posición las etapas más difíciles de la ronda.
En este lunes de reposo en Cordenons, al pie de los Alpes, el siciliano va por delante de sus previsiones, después de salir más que airoso de la contrarreloj del sábado, en la que el otro favorito, el británico Bradley Wiggins, sólo le sacó 11 segundos.
Cadel Evans, segundo de la general a 29 segundos, se felicita también por su rendimiento en esta primera parte del Giro, que califica de "sorprendentemente difícil". A sus 36 años, el australiano se guarda mucho de decir que aspira al triunfo final en Brescia. Pero la primera semana le ha ido muy bien, y ahora encara la segunda por delante del holandés Robert Gesink (3º), Wiggins (4º) y el italiano Michele Scarponi (5º), los cuatro en una horquilla de menos de un minuto.
Nibali, no obstante, desconfía de todos sus rivales. "Wiggins y (Ryder) Hesjedal siguen siendo los principales adversarios, al igual que Evans y Scarponi. El Giro es largo. Puede pasar cualquier cosa".
El canadiense Ryder Hesjedal tuvo precisamente un mal día el domingo, cerca de Florencia. A ello se añade la mediocre contrarreloj de la víspera, lo que en la general lo relega de momento a la 11ª posición, a 3 minutos y 11 segundos de la 'maglia rosa', que conquistó el año pasado en el último día de carrera.
Pero el más tocado en este comienzo de Giro es Wiggins, vencedor del pasado Tour de Francia. nEl británico, que ha venido a ganar, ha tenido una caída detrás de otra en las carreteras italianas, muy resbaladizas la mayoría de los días, perdiendo 17 segundos en Serra San Bruno, en la cuarta etapa, o peor aún, 1 minuto y 24 segundos en Pescara, en la séptima. Wiggins, que no ha estado cómodo, se quedó rezagado respecto a sus rivales en el descenso hacia Florencia el domingo en la novena etapa, pero sin perder tiempo. El vigente campeón del Tour, más nervioso que cansado físicamente, se ha vuelto muy dependiente del tiempo, por lo que si llueve en una etapa de montaña, lo tendrá muy duro.
Otro de los aspectos más llamativos de este comienzo de competición son las numerosas caídas. La primera razón invocada es el estado de las carreteras, cuyo revestimiento parece ser a veces "de aceite", según Nibali. "El peligro es mayor en caso de tormenta violenta que si llueve todo el día", recuerda Paolo Savoldelli, ganador del Giro en 2002 y 2005 y especialista de los descensos. "La carretera no tiene tiempo de quedarse limpia", añade.
Otra de las causas parece ser el material. "En condiciones extremas se ven los límites de las bicicletas que son sólo de carbono", dice un director deportivo que prefiere mantener el anonimato. "Además, las ruedas están demasiado infladas", añade. "Los corredores salen con sol a 8 o 9 bares de presión, cuando en realidad, cuando llueve, habría que bajar a 7. A fuerza de buscar el rendimiento, se olvida la seguridad y también el confort de los corredores", apunta.