Cuando McLaren anunció en 2007 que Lewis Hamilton iba a ser el compañero del recientemente proclamado bicampeón del mundo Fernando Alonso muchos miraron con escepticismo a Ron Dennis. ¿Un novato al lado de un piloto consagrado? La apuesta les salió bien... a medias. Todo el mundo recuerda lo que ocurrió aquel año, pero de aquel fango surgió uno de los mayores talentos que ha dado la Fórmula 1 en las últimas décadas.
Hamilton cumple su séptima temporada en Fórmula 1 este año. Un campeonato, un subcampeonato, tres cuartos puestos y dos quintos es el balance que tiene este joven de 29 años que acaba de igualar la marca de dos de los mayores mitos del automovilismo: las 33 ‘poles’ que consiguieron Jim Clark y Alain Prost. Tres pilotos completamente distintos de tres épocas diferentes, pero con idénticos números. La estadística debe matizarse mucho, pero lo cierto es que le llega a Hamilton en su momento perfecto. Es más maduro que nunca y se ha convertido en uno de los grandes referentes de la actual parrilla.
La madurez del niño
Si volvemos a 2007, las primeras imágenes que vienen a la mente son las de un joven Lewis flanqueado por su padre y por Ron Dennis. El patrón de McLaren, que en este 2014 se ha visto forzado a volver a coger las riendas tras la ineptitud de Martin Whitmarsh, le condujo hasta la gloria dejando no pocos enemigos deportivos por el camino, entre ellos el de Fernando Alonso, y Lewis se dejaba hacer. Quién iba a pensar que, sin Ron al frente, el equipo McLaren iba a perder a su último campeón desde Mika Hakkinen.
La llegada de Hamilton a Mercedes le aportó libertad. Ya podía vestir como quería, ya podía tuitear lo que deseaba (inolvidable esa telemetría del GP de Bélgica en twitter) y ya se podía soltar un poco el cinturón que le ataba en McLaren. El niño había crecido y tenía libertad para emanciparse.
Rosberg, su rivales más íntimo
La retirada definitiva de Michael Schumacher le abrió la vía de escape de la ‘cárcel’ de Woking. Allí, además, se encontraría con uno de sus mejores amigos desde siempre. Eso de que en la Fórmula 1 no se pueden tener amigos es una verdad a medias, y casos como el de Hamilton y Rosberg no son raros. Ambos llevan peleándose en la pista desde que eran unos preadolescentes. En karts, en fórmulas de promoción, en GP2 y en Fórmula 1, ambos siempre han tenido que bregar el uno contra el otro por alzarse con los títulos.
De esa enemistad deportiva nació una buena amistad personal. Tanto es así que Hamilton, cuando fichó por Mercedes, se compró una casa muy cerca de la del propio Rosberg. Ambos han confesado que no es raro verles cenar juntos con sus respectivas parejas, o que uno vaya a casa del otro de visita. El buen rollo que tienen el uno con el otro se transmite en la pista, al menos hasta este momento. Aquel Hamilton que protestaba y pedía más protagonismo frente a Alonso en McLaren ha quedado muy lejos, y ahora no tiene problemas en admitir que su buen amigo Rosberg le ha batido.
Cuestión de galones
Ambos han prometido que se portarán bien en pista y que no habrá problemas en aceptar las órdenes de equipo. El régimen de primer y segundo piloto en Mercedes no está del todo claro, pese a que en teoría es Hamilton el que ostenta más galones por tener en su haber un campeonato del mundo. Rosberg llegaba a Malasia como líder del campeonato, pero Hamilton le demostró ya antes de la disputa de la carrera de este domingo que no iba a ejercer de escudero, como nunca lo ha hecho.
En este 2014 la disputa entre los pilotos Mercedes se presenta apasionante. Una de las parejas más equilibradas de la parrilla tienen ante sí la oportunidad de acabar con el dominio de Red Bull. Rosberg ya ha demostrado que no sólo es una promesa, sino una realidad más que en firme, y Hamilton que con un coche a la altura puede vencer a quien se le ponga por delante. Ahora es su momento.