En breve:
Más alejado del foco que nunca, Lewis Hamilton llega a la nueva temporada como un hombre nuevo. Al menos eso asegura. El piloto británico ha hecho examen de conciencia después de tres temporadas alejado del título. Había que redefinir objetivos. Así, el nuevo Hamilton es un hombre relajado, concentrado en su trabajo y tremendamente disciplinado. Nada que ver con el alocado joven que en los últimos tiempos ha sido más mentado por sus locuras en la pista que por su ingente talento.
El tiempo pasa para todos, y con 27 años Hamilton afronta su sexta temporada en la Fórmula 1 con ilusiones renovadas. Su llegada a los grandes premios fue una auténtica revolución. El suyo era el debut más esperado en años y lo cierto es que no defraudó. El inglés no se bajó del podio en sus primeras nueve carreras al volante del McLaren, y luchó por el título hasta la última carrera. Todo el mundo recordará aquel campeonato de 2007 por la intensa lucha que mantuvo dentro y fuera de la pista con su compañero de equipo Fernando Alonso, y que a la larga les costó a ambos el título mundial en beneficio del Ferrari de Kimi Räikkönen. Hamilton terminó subcampeón aquel año de debut a un solo punto del finlandés, y se ganó el puesto de primer piloto ya con el español fuera del equipo.
Con todo, McLaren siempre se volcó en su figura, Hamilton consiguió el título esa segunda temporada. Lo logró como casi todo en la vida, al límite y cuando todo un país, Brasil, celebraba ya el éxito de Felipe Massa. El de Ferrari cruzó la meta en el lluvioso Interlagos como campeón, pero justo después Hamilton adelantaba in extremis al Toyota de Timo Glock a cuatro curvas del final.
Hamilton alcanzaba el gran éxito de su carrera antes de cumplir los 24 años. Ya era un héroe, y la prensa especializada empezaba a conjeturar si el inglés batiría algún día el récord de siete mundiales de Michael Schumacher.
Todo cambió con el dominio de Red Bull. Entonces Hamilton conoció la frustración de darlo todo y no ser el primero. De tener un coche inferior a otro. No lo asimiló bien y llegaron los fallos. El fichaje de Button por McLaren no hizo sino empeorar las cosas. Si algo distingue a su compañero es la eficacia al volante, la ausencia de errores. De esa forma, los de Hamilton llamaban la atención más cuando se producían. Desesperado, Lewis llegó a insinuar su marcha de la escudería que le acogió cuando solo era un crío y no dudó en coquetear con Red Bull.
De momento las aguas han vuelto a su cauce. Hamilton ha hecho propósito de enmienda y solo espera un coche ganador que le permita pelear por su segunda corona mundialista.