Diálogos de familia

Gio Zararri: «Todavía hay personas que creen que los niños y adolescentes no sufren ansiedad»

El coach y experto en el trastorno de ansiedad, que él mismo sufrió, explica a los padres cómo ayudar a los niños y jóvenes que padecen este limitante problema

Gio Zararri durante la entrevista online
Laura Peraita

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Sergio González , conocido como Gio Zararri, sabe muy bien lo que es sufrir ansiedad. A partir de padecer este trastorno escribió en 2019 el libro "El fin de la ansiedad" para ayudar a todas aquellas personas afectadas. Su sorpresa fue que se convirtió en poco tiempo en el título de referencia en castellano sobre el trastorno mental más extendido en el mundo, y en un best seller con 30.000 lectores y una comunidad de más de ciento cincuenta mil seguidores en redes sociales. Animado por el gran interés generado acaba de presentar "El fin de la ansiedad en niños y adolescentes" (Editorial Vergara).

Durante la pandemia se ha hablado mucho sobre la ansiedad pero, ¿crees que todavía hay personas que consideran que es una enfermedad que no afecta a niños y adolescentes?

Sí, así es, y eso que en los últimos años, a raíz del Covid-19, se ha visto que ha afectado mucho a niños y adolescentes y, aún así, muchos padres piensan que es solo un problema de adultos. Se ha demostrado en los centros de salud que uno de los primero problemas de salud mental por el que acuden las familias con niños a estas consultas es por causa de la ansiedad.

¿Cuáles son las principales razones por las que un niño, que se presupone que debe tener una infancia feliz, puede tener ansiedad?

Hay muchas, pero entre ellas hay causas que se derivan del ambiente familiar, de padres demasiado ansiosos, estrictos o generosos, padres que sufren mucho estrés y lo transmiten a los pequeños... Pero también de los problemas del día a día, como la aparición de una pandemia, que les ha obligado a no relacionarse con otros niños de su edad, ir al colegio, lo que les ha afectado mucho a sus emociones, además de los problemas econónimos, las rencillas familiares...

La ansiedad es un trastorno que se gesta silenciosamente, no es como cuando a un niño le duele una pierna. ¿Qué pistas pueden tener los padres para detectar que un hijo está en ese proceso de tener un problema de ansiedad?

Efectivamente se va gestando poco a poco y se va pasando de una ansiedad normalizada —como mecanismo de alarma que nos protege ante ciertos peligros—, a una ansiedad continuada, extrema y persistente. El miedo, el estrés y la ansiedad son los tres elementos que van de la mano y pueden influir negativamente en la vida del pequeño y, sobre todo, en su desarrollo a la edad adulta. El miedo mal entendido y atendido, unido a niveles altos de estrés, son el mejor caldo de cultivo de problemas como el trastorno de ansiedad. Si conseguimos entender bien este vínculo se puede facilitar la prevención y dar respuesta a los trastornos emocionales que puedan sufrir. Estos indicadores pueden ayudarnos a reconocer cuándo es el mejor momento de actuar para ayudarles a gestionar ese tipo de emociones. Los niños tienen menos consciencia del mundo emocional que los adultos, ya que su cerebro se está formando. Conociendo un poco los síntomas de la ansiedad y viendo esos cambios en la conducta del niño, en el modo de expresarse, en cómo le condiciona a su vida sus miedos, etc., podemos determinar que el problema que tiene es por ansiedad y no por otras causas. Hay que conocer un poco lo que es el trastorno para ayudar a estos niños. Cuando estos miedos son recurrentes en el tiempo actúan de manera negativa en el organismo, que queda sometido a un cóctel emocional y hormonal.

¿Cuáles son los principales miedos de los niños para sufrir ansiedad?

Los niños pasan de miedo al estrés y del estrés a la ansiedad, que es el calvo de cultivo de un trastorno. Los miedos de los niños son muy diferentes a los de los adultos. En la primera infancia les resultan estresantes las cosas más simples, ya que no pueden recurrir a la razón para evaluar situaciones y calmarse cuando el peligro no es real. Hasta el primer año solo necesitan protección y el principal temor es que la figura de sus padres se aleje, se encuentren solos. Cuando van creciendo desarrollan más la imaginación y cuando ven películas, por ejemplo, dragones o monstruos, al estar a oscuras en su habitación pueden llegar a verlos aunque no existan, porque su imaginación es muy potente. Al ser adolescentes, lo que más les estresa son sus notas y trabajos escolares, también la forma de relacionarse con los demás, los primeros romances... Estas situaciones pueden dar lugar a presiones, alteraciones de autoestima, pensamientos negativos sobre ellos mismos y problemas emocionales. Lo que les pasa es que el cuerpo y cerebro cambia para ser adulto y sus miedos principales se relacionan con la comunicación social y pertenencia al grupo.

¿Cómo deben afrontar los padres que su hijo esté sufriendo un ataque de ansiedad?

Si no han visto un caso así, lo mejor es informarse. Una buena información es el antídoto del miedo. Muchos temores vienen porque no entendemos nada. Si entendemos lo que pasa podemos tranquilizar mejor a nuestros hijos. Ante un ataque de ansiedad lo mejor es intentar tranquilizarle, decirle que no va a pasarle nada malo y lo más aconsejable ir al médico en el momento o justo después.

¿Qué síntomas son los más frecuentes para que los padres lo puedan identificar?

Los hay de varios tipos, que se activan de manera desproporcionada como mecanismo de alarma. Los físicos, incluyen taquicardia, palpitaciones, falta de aire, visión borrosa, temblores, náuseas, rigidez muscular, ensación de mareo... Los psicológicos suponen inquietud, agobio, sensación de amenaza, ganas de huir, inseguridad, temor a perder el control, miedo a morir en el instante... También hay síntomas conductuales como estar en contínuo estado de alerta, bloqueos, torpeza, inquietud motora, dificultad para estarse quieto y en reposo. Respecto a los síntomas intelectuales más signiticativos destacan las dificultades de atención, concentración y memoria, despistes, preocupación excesiva o sensación de confusión. Y, por último, los síntomas sociales como irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para seguir una conversación o bloqueo.

¿Se puede evitar?

Más que evitar, diría que hay personas más predispuestas a sufrirla, pero el trastorno sí que se puede cuidar. Si surge y ya no tienes tanto miedo porque sabes que tiene solución, se puede afrontar de una forma más positiva y proactiva y, si sabes cuidarte y tener las herramientas adecuadas, puedes casi evitarlo. En los niños, desde pequeños, si se les enseñan las emociones y a gestionar la ira, la ansiedad, el miedo, a calmarse..., cuando sean adultos lo tendrán más fácil poder utilizar estas herramientas.

¿Y de quién depende más estas enseñanzas: de la escuela, de los padres..?

Los niños pasan casi más tiempo en las escuelas que en casa y los más indicados son los profesores. Además, muchos problemas de ansiedad se generan en el colegio a consecuencia del acoso. Cierto es que hay psicólogos en los colegios, pero deberían abordar este asunto más aún.

¿Hay mayor conciencia o queda mucho por hacer?

Desde la pandemia casi se han duplicado los casos de niños y adolescentes con ansiedad y sería muy oportuno informarse mejor y eliminar el tabú de las enfermedades mentales porque las puede sufrir cualquier persona. El problema es que los médicos de familia no tienen ni tiempo ni recursos suficientes para ayudar en la terapia y tratamiento de estos menores, porque es una terapia que lleva mucho tiempo, meses de trabajo constante. Además, cuando el médico de familia nos dice que lo que tenemos es ansiedad nos parece imposible que sientiendo todas las cosas horribles que sentimos sea solo ansiedad, que parece una tontería, por lo que hace falta más información y concienciación. Es necesario para eliminar los miedos que genera y lo limitante que es para los que lo padecen. A veces hay agorafobia que no te permite ni salir de casa, es un gran miedo, que no es real, pero te impide hacer vida normal y a veces ni con tratamiento se puede superar.

¿Qué recomendaciones harías para manejar la ansiedad de los niños de cara al verano?

Hay datos que invitan a ser positivos porque la pandemia está siendo menos agresiva, que ha sido uno de los problemas principales, y animaría a que los niños jueguen, aprendan, se comuniquen y que los padres estén ahí y controlen el uso que hacen de las tecnologías y redes sociales, que aunque sé que es difícil porque no tienen heramientas para controlarles o tiempo, es muy importante. Y que en familia se disfruten unos de los otros.

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