Cómo afrontar el duelo por la pérdida de un ser querido mientras la vida sigue

Sencillas claves -que serán nuestras aliadas- en el caso de tener que afrontar la vuelta laboral y a la actividad tras la muerte de alguien cercano e importante para nosotros

S. F.

En mitad de la vorágine laboral; de las reuniones presenciales u online; de la búsqueda de resultados inmediatos y nuevos objetivos, a miles de personas se les suma el peso de tener que lidiar la pérdida de un ser querido. Mientras, todo sigue. Atravesar estas situaciones es muy humano y pasa en todos los lugares de trabajo, por eso es importante que las empresas estén preparadas para ello y a través del asesoramiento por parte de psicólogos profesionales sepan afrontar este y otros factores que influyen en el bienestar emocional de los trabajadores y, por tanto, en la productividad de la compañía.

No hay recetas mágicas, tampoco consejos que sean válidos para todas las personas sobre qué conviene hacer -y qué no- cuando atravesamos un proceso de duelo. Esto también es aplicable cuando tratamos de adaptar las exigencias de este proceso psicológico complejo, que sigue a la pérdida de algo o alguien significativo, a las exigencias del actual mundo laboral .

Si bien el reincorporarnos a actividad profesional puede ser un problema, también ofrece a la vez una oportunidad ya que algunas personas lo viven como un alivio momentáneo que les distrae al conectarles con otras facetas de su vida -que nada tienen que ver con esa pérdida dolorosa- y por eso tienen energía o están psicológicamente disponibles para entregarse a esa parte de su vida. Así, uno de cada cuatro españoles afronta el duelo por esta pérdida mientras mantiene su agenda de reuniones y jornadas laborales.

Por el contrario, otras personas experimentan como una auténtica losa el tener que volver al trabajo porque se sienten más conectadas con ese duelo y les impide estar disponibles a nivel psicológico para entender, recordar, asociar, decidir o simplemente relacionarse con el entorno humano de su oficina.

Lo qué si existen son unas sencillas claves -que serán nuestras aliadas- en el caso de tener que afrontar la vuelta al trabajo tras la muerte de un ser querido.

El duelo no entiende de prisas

El proceso va a ser largo y en ese tiempo nuestras necesidades irán variando con el tiempo. Lo que al principio quizá nos venía bien luego puede transformarse en una carga. Es importante recordar esto a la hora de tomar decisiones para ser nosotros los primeros en comprendernos.

Como indica Rafael San Román, psicólogo en ifeel: «Recordemos esto a la hora de tomar decisiones ya que a veces hace falta aflojar el ritmo, incluso al mínimo, y otras encontraremos en el trabajo una forma de revitalizarnos. Es normal. No es ninguna traición a nuestro duelo».

En modo «ahorro de energía».

Si no es posible tomarnos un tiempo o no sentimos que eso nos viene bien y preferimos volver al trabajo, debemos chequear nuestro nivel de energía y si está bajo mínimos conviene emplear la asertividad y solicitar las adaptaciones y colaboraciones necesarias del equipo y de los cargos superiores. Podemos ocuparnos de tareas mecánicas o sencillas que no exijan tomar muchas decisiones o dar respuestas rápidas. Labores que nos requieran menos para poder centrarnos en ellas.

Expresar(nos).

Aunque estemos muy centrados en lo que nos ocurre por dentro ( emociones, pensamientos, sensaciones físicas...) debemos recordar que los demás no pueden saberlo por tanto debemos expresar cómo nos sentimos, qué pensamos, qué necesitamos. Dado a que no nos pueden adivinar ni el pensamiento ni la emoción, a veces las personas de nuestro entorno van a preferir ser prudentes y darnos un espacio antes de resultar invasivas.

Hay personas que experimentan esto con resquemor, interpretando que los demás actúan «como si no hubiera pasado nada». No tiene por qué ser así. Si tenemos confianza es buena idea informar del punto en el que estamos con expresiones como:

-«Tranquilos, estoy bien, no os asustéis»

-«Estoy mal pero es lo que hay, poco a poco estaré mejor»

-«Prefiero que no me preguntéis cada día» o «Te agradezco que me preguntes, me hace sentir mejor»

-«No me importa que menciones el tema» o «Prefiero distraerme y no tocar el tema. Hablemos de cuestiones del trabajo»

-«De pronto puedo distraerme o me cuesta enterarme bien de lo que se habla, no me lo tengáis en cuenta, voy a estar ausente una temporada».

Estas sencillas expresiones pueden evitarnos malos entendidos y susceptibilidades. Si por el contrario es en nuestra oficina donde alguien ha perdido a un ser querido, las claves que nos permitirán hacer un acompañamiento respetuoso y no sentirnos mal son estas:

Prohibido dar por hecho.

Cada persona en duelo es única y no siempre se muestra abiertamente una emoción tan profunda. Por eso nada de dar por hecho una reacción, no dar por hecho que está fatal o que le conviene determinada actividad o conversación…

O. P. C.

Estas siglas encierran una ruta de comportamiento con esa persona.

Observación: Primero observar cómo actúa, cómo se expresa, cómo está físicamente.

Paciencia: La paciencia no tiene prisa nunca. Eso quiere decir que deberemos activar nuestro modo “slow” para ofrecerle grandes dosis a ese compañero o compañera.

Cuidado: Dado que el duelo no es lineal habrá días en los que esa persona estará más distraída y emocionalmente frágil y otros días mostrará más energía. Sin embargo no hay que desconcentrarse y olvidarnos de su situación.

Concretamente disponibles.

Ofrecer disponibilidad y colaboración diciendo «si me necesitas dime», es una muestra de afecto pero deja toda la responsabilidad de pedir ayuda a la persona que está pasando el duelo. Es más adecuado tomar la iniciativa y ser concretos a la hora e ofrecer ayuda en una de las miles de tareas que seguro que compartes. Tan sencillo como ofrecernos a realizar por un tiempo una tarea que habitualmente realice esa persona o preguntar directamente si necesita teletrabajar o si le vendría bien que revisar parte de su trabajo para evitarle errores.

En definitiva, el duelo propio y el ajeno nos recuerda que somos ante todo personas que trabajan . No trabajadores que son personas. Debemos entender que nuestras facetas personal y profesional siempre van a estar unidas e influyéndose entre sí, de manera que en lo malos momentos su relación va a ir un poco cuesta arriba. Quizá hoy es mi compañero quien está atravesando ese proceso, pero mañana…puedo ser yo.

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