Testimonios del coronavirus
«Siento tristeza, rabia, impotencia y mucho dolor por no haberme podido despedir de mi madre»
Begoña cree que «es un derecho y un deber poder darle un último adios a un ser querido»
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Begoña Bermejo Pérez no puede dejar de lamentar no haber podido estar con su madre, Rosa Pérez Gorgoll, de 89 años, en los últimos momentos de su vida. « Creo que es un derecho y un deber, esto es muy duro para los familiares . Como también lo es el no haber podido celebrar un funeral dignamente, con medias de precaución y estar acompañado de todos sus seres queridos». Esta es la reclamación que lanza la , entidad dedicada a la mejora de la calidad de vida de las personas mayores. «Se deben facilitar las despedidas de los seres queridos en hospitales y residencias para "humanizar" los cuidados al final de la vida», reclama María José Abraham, directora de esta organización.
La pesadilla personal de Begoña empezó el día 13 de marzo del 2020 con el cierre de la residencia asistencia «El Cuartillo» de Cáceres, sin previo aviso a los familiares . «Empezaron informando diariamente de la situación porque yo fui Covid-19 positivo. Por esa razón tomaron la medida de aislar a mi madre por si se hubiera contagiado. Pasadas unas semanas, ante la ausencia de sintomatología, le levantan el aislamiento, y transcurrido este periodo, la información pasa a ser escasa, aunque no nula. Hasta el día 12 de abril que recibí la llama que nunca quise: mi madre tenía sintomatología compatible con covid-19».
«Recuerdo que me llamó personalmente su médico para informarme de su estado, había empezado con febrícula y saturación bajita. La volvieron a llevar a la zona de aislados y, desde aquel día, la información fue diaria aunque ella estaba cada vez peor. Así hasta su fallecimiento». La situación que vivió la familia esos días hasta su fallecimiento, el día 17 de abril, fue «de tristeza, rabia, impotencia, soledad, abandono, mucho dolor, por la situación que se está viviendo y una angustia no deseable a nadie» .
El día 18, rememora esta mujer, «celebramos un funeral que resultó ser muy frío, por no decir desolador, solamente con un responso del sacerdote en la puerta del cementerio y sin poder estar arropada de toda su familia, solo sus tres hijos. La imagen que tienes o que te queda ese día es de mucha tristeza y soledad», insiste.
Es cierto que su madre estaba enferma, que padecía una demencia mixta de 15 años de evolución, aunque conservaba muchas de sus capacidades. «Era capaz de tener conversaciones sencillas, todavía reconocía a sus familiares y disfrutaba mucho de la música que le poníamos a diario en una tablet. No tenía ninguna otra patología». Nada les hacía presagiar este final. «Me hubiera gustado decirle tantas cosas... Primero que la quería mucho, que me perdonara por lo que hubiera hecho mal . Y hacer, pues estar con ella en sus últimos días de su vida, mi madre empezó a estar mal el día 12 de abril y posteriormente falleció el día 17. Han sido demasiados días de incertidumbre».
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