Niños pandemials: la generación incógnita
Menores y Covid-19, así les puede afectar psicológicamente
Este 15 de abril, Día del Niño, se celebra en nuestro país, con mascarilla. El año pasado, pequeños y mayores tuvieron que conformarse con las actividades realizadas en casa y con los saludos desde los balcones. Entre ambas citas, 365 días, quizá demasiado tiempo de restricciones, confinamiento, cambios en las rutinas y, sobre todo, de mascarilla .
Aunque los niños han demostrado ser muy ágiles en la adopción de los protocolos escolares y muy disciplinados en cuanto a las normas anticovid, lo cierto es que se abren muchas incógnitas sobre el impacto que la pandemia está teniendo en los más pequeños.
Se espera que la situación haya producido, explica desde Clínicas Origen , Pilar Conde, impacto en la manera de relacionarse, en la gestión emocional y en el desarrollo de ciertos miedos relacionados con el contagio, lo que, en general, puede afectar a su bienestar psicológico.
La fobia social, el temor a relacionarse, y la agorafobia, el miedo a los lugares públicos, también pueden afectar a los niños . Estos problemas, cuyo incremento ya se está detectando en los adultos, puede manifestarse mediante negaciones, llantos, enfados rabietas o con comportamientos de bloqueo y paralización. Es posible que no quieran salir a la calle, que realicen comprobaciones obsesivas de seguridad o que presenten dificultades para dormir.
Cuando los padres observen, advierte la directora técnica de estos centros, que estos comportamientos son frecuentes deben comentarlo con los tutores o profesores, ya que es muy importante saber si los síntomas se producen también en el ámbito académico . También, fundamental, actuar para ayudar al niño en su regulación emocional con ayuda de un psicólogo. En este proceso se le ayuda a identificar sus emociones, a ponerles nombre, e identificarlas en su cuerpo. A entenderlas y ver como resolverlas.
En la misma línea y para calmarles, se trabaja en pro de que poco a poco sea el menor el que vaya adquiriendo las habilidades de autorregulación. Hay diferentes técnicas que en menores se utilizan, como herramientas de juego, como la técnica de la tortuga para el control del enfado . Muy empleada en los centros educativos, consiste en identificar los distintos estados de la tortuga, de estrés y calma, según se encuentre dentro y fuera de su caparazón. Siguiendo el proceso del animal al sacar sus extremidades, se anima al niño a que haga lo propio, estirándose y relajándose. De esta manera, se centra su atención desviándola de lo que le producía la rabieta, a la vez que se le ayuda a identificar los conceptos de calma y ansiedad.
Como este, hay muchos otros juegos y ejercicios y, sobre todo, hábitos saludables, tanto en la alimentación, el sueño, y el deporte que son, según Pilar Conde, un factor de protección tanto a nivel físico como a nivel emocional . También lo es potenciar la interacción social, salir al parque, jugar con otros niños y/o realizar en grupo diversas actividades. Durante estos meses, y hablamos ahora de niños más mayores, los videojuegos en particular y las pantallas en general les han servido de entretenimiento para superar días y días en casa confinados. En este sentido y también desde Clínicas Origen, la psicóloga Marian Barrantes, señala que el empleo abusivo de la tecnología puede provocar un comportamiento irritable que se traduce en impaciencia, menor control de sus propias emociones, desmotivación, impulsividad, baja tolerancia a la frustración, arrebatos verbales e incluso arranques de agresividad física al retirarle el dispositivo.
A nivel físico, añade, el uso descontrolado de ordenadores, móviles y tabletas puede provocar problemas de audición, sobrepeso y obesidad, disminución de las horas y calidad del sueño, alteraciones del estado de ánimo, falta de concentración, dolores musculares, estrés visual, aislamiento social y dependencia psicológica.
Un panorama nada halagüeño ante el que los adultos, padres, educadores y la sociedad general debe estar alerta. No hay una fórmula mágica, y menos ante la situación inédita que estamos viviendo, pero sí unas líneas generales que nos van a ayuda a crear un ambiente de protección y bienestar emocional para los niños:
-Crear y mantener rutinas y hábitos les aporta seguridad y bienestar y deriva en un mejor comportamiento.
-Delimitar el tiempo para las tareas escolares y domésticas y el ocio. El reparto de responsabilidades también resulta fundamental.
-Implementar con el niño una comunicación multidireccional , un modelo democrático, donde los menores puedan ser escuchados y tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones que les afectan.
-Evitar los dispositivos electrónico s dos horas antes de ir a dormir.
-Establecer rituales nocturnos previos al sueño que derivan en seguridad para el menor y que les ayudan a dormir mejor. Por ejemplo, ducha- cena- cuento, siempre precedido de conductas de desaceleración.
Por último, y muy importante, fomentar actividades creativas que les gusten y diviertan , al margen de los dispositivos electrónicos: dibujar, pintar, juegos inteligentes y lectura en papel.
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