Día Mundial del Voluntariado

«Aunque me he dedicado al mundo de la empresa, no todo tiene que tener un precio»

Testimonios de personas ocupadas, con vida familiar, con responsabilidades y poco tiempo libre que, curiosamente, dedican a los demás

Rafael Peces, voluntario de Fundación Kälida
Carlota Fominaya

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Julia Liebich y Rafael Peces son dos personas ocupadas, con vida familiar, con responsabilidades y poco tiempo libre que, curiosamente, lo dedican al voluntariado en una fundación en Barcelona llamada Kālida. Dos personas que han asumido el compromiso de ayudar de forma altruista a quien lo necesita, en el momento que lo necesita y con lo que necesita. Hoy miércoles 5 de diciembre es su día, y el de millones de personas que, como ellos, aportan lo mejor de sí mismas a los demás. Porque el apoyo y la presencia de los voluntarios , cuando se trata de proyectos solidarios y sin ánimo de lucro, es imprescindible. Los voluntarios representan la prolongación de un equipo en tareas que le permiten llegar más allá de lo imaginable.

Cuando Rafa Peces y Julia Liebich conocieron el Proyecto Kālida , especializado o ofrecer asistencia psicosocial para pacientes en cancer , se enamoraron al instante. Peces es un profesional conocedor del mundo de la empresa desde puestos de gran responsabilidad. Ha sido CEO de Blue Sun y director general en empresas de fabricantes de gran consumo o del sector del retail, y actualmente se dedica a la asesoría y consultoría externas. «Aunque me he dedicado al mundo de la empresa, no todo tiene que tener un precio» , asegura.

«Escuchar a oncólogos muy reconocidos insistiendo en la necesidad de los servicios que ofrece Kālida, me convenció para colaborar con ellos y lo hago en cualquier tarea que me soliciten», afirma. Entusiasta y vital, sugiere que «todo el mundo debería probarlo, y entenderían lo bien que se siente uno cuando da sin esperar nada a cambio ».

La cuestión es que cada uno aporte desde lo mejor que sabe hacer. Julia Liebich, formadora y coach, colabora con esta fundación a través de tareas organizativas y búsqueda de fondos: «es conmovedor –apunta-. Desde que he comenzado en Kālida este año, he aceptado aún más responsabilidades para organizaciones sin fines de lucro. No me supone mucho esfuerzo. Por otro lado, trabajar con el equipo de Kālida es inspirador. Poder unir fuerzas con profesionales de diferentes sectores para apoyar la visión innovadora de este proyecto ha sido una experiencia transformadora», comenta.

«Las personas voluntarias son miembros fundamentales de nuestro equipo de trabajo», concluye Joan Reventós, director de Fundació Kālida. «Su rol como anfitriones, dando la bienvenida, es clave para que las personas con cáncer, familiares o cuidadores que acuden a nuestros centros se sientan valoradas, atendidas y escuchadas». «Ha sido un grupo tenaz de voluntarios el que ha conseguido que el centro Kālida Sant Pau sea una realidad y que hoy siga creciendo con su refuerzo infatigable».

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