Cáncer infantil
«Mi hija tiene cáncer. Yo también, lo sufro igualmente»
Adreina explica con gran emoción a ABC toda la odisea que pasó para que su hija, de 9 años, llegara a Madrid desde Venzuela y pudiera ser tratada de una leucemia
Andreina no puede evitar emocionarse al recordar todo lo que les ha tocado vivir en los últimos meses. El pasado 24 de abril, su hija Daniela (9 años), comenzó a tener fiebre muy elevada en su casa de Venezuela. El médico le diagnosticó otitis y le mandó un antibiótico. Como su estado no mejoraba con el paso de los días, le realizaron una analítica y fue el mismo laboratorio el que llamó a Andreina para que acudiera a una cita.
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Los valores de su análisis presagiaban el peor de los diagnósticos: leucemia. «Me recomendaron que la llevase de inmediato a un hospital. Así lo hice. Fui en coche a varios, pero en ninguno aceptaban su ingreso porque no la veían en situación de gravedad . Tras una odisea de día yendo de un centro a otro, logramos que la ingresaran en un hospital de Caracas».
Poco después, los médicos confirmaron que la pequeña necesitaba un trasplante de médula y la administración de un medicamento que en Venezuela no le podían facilitar. «La vida de mi hija corría peligro. Tenía que hacer lo que fuera para salvarla . Como tengo nacionalidad española, igual que ella, hablé con el consulado y conseguimos un vuelo en un avión humanitario que nos trajo hasta España. Fue el 4 de julio cuando nos lo dijeron. Mi marido fue esa misma mañana a casa y preparó dos maletas para irnos los tres por la tarde en aquel avión».
«Cuando te dan la noticia de que tu hija tiene cáncer el mundo se paraliza. Te sientes inmerso en una tormenta feroz de la que necesitas sacar la cabeza para tomar un poco de aire y respirar»
Desde el aeropuerto se trasladaron directamente al Hospital Infantil Niño Jesús de Madrid donde la ingresaron. «Pasamos momentos de mucho miedo . Además, vinimos con lo puesto, dejamos nuestro trabajo, nuestra casa, a nuestra familia, nuestro perrito... Todo».
Lo importante era que Daniela se recuperara. Pero tenían que vivir de algo. Al principio emprendieron una campaña en Instagram y recibieron algo de ayuda económica. «Finalmente un amigo de una prima nos dejó un piso donde alojarnos, aunque la mayor parte del tiempo vivíamos en el hospital. Solo queríamos estar al lado de nuestra pequeña. Vendimos la casa de Caracas y con ello hemos ido tirando».
La niña pasó por momentos muy delicados. « Estuvo muy grave. Tuvieron que ponerle morfina y lo pasó muy mal después de los ciclos de quimioterapia. Es muy duro sentir que no puedes hacer más por tu pequeña ». Sin embargo, la mejoría llegó.
Ahora está en casa, donde recibe clases online. «Vamos todos los días al hospital. Un día le hacen la analítica y al siguiente vamos a por los resultados. Ella es consciente de que le miran unos valores que unas veces están mejor que otros. Sabe que si ella está bien y contenta, los resultados estarán bien. Y, de momento, vamos bien».
Adreina no tiene palabras para explicar su agradecimiento a todo el personal del hospital. «En Venezuela no hay concienciación sobre el cáncer infantil y, sin embargo, aquí, desde el primer momento, nos han acogido con mucho cariño, nos explican todo muy bien para que lo entendamos, cuidan mucho el estado físico y emocional de la niña ...».
«Sé que debería salir a trabajar, pero no quiero perder ni un minuto al lado de mi pequeña. La observo a cada instante para saber que está bien y no desfallece»
Aun así, la madre de la pequeña Daniela lamenta que su hija no tenga amigas con las que pueda relacionarse y jugar porque su salud aún es muy delicada y, además, el Covid-19 representa un mayor riesgo para ella. «Se conecta 'online' con algunas compañeras que dejó en su colegio de Caracas, eso sí, pero las salidas a la calle están solo para ir al hospital. También echa mucho de menos a sus abuelas a las que no ve desde hace diez meses y también a su perrito con el que jugaba mucho porque se adoraban».
Asegura Andreina que cuando te dan la noticia de que tu hija tiene cáncer «el mundo se paraliza. Te sientes inmerso en una tormenta feroz de la que necesitas sacar la cabeza para tomar un poco de aire y respirar. En mi caso, en el hospital apareció la Fundación Aladina y nos ha ayudado muchísimo a sobreponernos de todo esto que nos está pasando porque el foco lo tenemos puesto en la niña. Sé que debería salir a trabajar, pero no quiero perder ni un minuto al lado de mi pequeña. La observo en cada instante para saber que está bien y no da señales de desfallecer. El cáncer lo tiene ella, pero también lo tengo yo. Lo vivo y lo sufro igualmente ».
Para no caer en el desánimo, la madre de Daniela nunca piensa en porqué le ha pasado esto a ellos. Solo vive el presente, aún no se atreve a hacer planes de futuro. Lo que sí echa de menos son más ayudas para todas las familias que, como ella, tienen a sus hijos enfermos. «Deben existir políticas claras y disponibles. Ya es muy duro que la vida te empuje a estar dentro de esta tormenta, pero sentirte además mendigo, te hace sufrir mucho más y puede llevarnos a la desesperación . Si el cáncer no hubiera llegado a nuestras vidas, no tendríamos que solicitar ayudas para subsistir ; viviríamos de nuestro trabajo, como hacíamos antes, y mi hija estaría en su colegio aprendiendo cada día. Es muy complicado cuando la vida te azota por duplicado y te sientes desprotegido».