Errores que no debes cometer para que tus vacaciones con abuelos, cuñados, sobrinos... no sean un polvorín

El objetivo es estar juntos y disfrutar de un tiempo de descanso a pesar de las diferencias y manías de cada familia

Laura Peraita

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Las vacaciones, ansiado periodo que parece que nunca llega, este año parecen ser más necesarias que nunca para la mayoría de la población. El confinamiento, el estrés laboral, la incertidumbre por la pandemia... hacen que el descanso y desconexión se presten más urgentes que nunca. Sin embargo, el miedo a contagios y las restricciones a la hora de realizar algunos desplazamientos, están haciendo que la casa del pueblo sea el punto de reunión vacacional por excelencia para muchas familias . Se está pasando, por tanto, de echar de menos meses atrás a nuestros seres queridos, a estar todos juntos bajo el mismo techo.

Pero, ¡cuidado! Lo que en un principio se planteaba como un periodo de descanso y relax se puede convertir en una tensión continua y fuente de conflicto constante. Los ingredientes están servidos: sobrinos que no paran quietos ni un momento, abuelos que necesitan descansar y echar la siesta en el sofá y piden silencio a todos, cuñados que comen pronto, cuñados que comen tarde, hermanos que no ponen ni la mesa, hermanas que no se callan ni debajo del agua y no te dejan leer el libro que tantas ganas tenías de terminar...

Este tipo de vacaciones quizá no son las idílicas porque hay muchos intereses encontrados en la misma casa, costumbres y rutinas que pueden chocar

Para que esta convivencia no se convierta en un tira y afloja, María Campo , profesora del Máster en Orientación Educativa Familiar de UNIR, recomienda sí o sí, y aunque pueda dar mucho reparo, «mantener al principio una conversación entre todos los familiares que se reunan para dialogar sobre lo que le gustaría a cada uno, ser flexibles y acordar unos mínimos. "¿Qué os parece si...?". No hay que olvidar que estar juntos conviviendo no quiere decir que todos tengan que hacer lo mismo: todos juntos a una excursión, todos juntos a la piscina... No, cada uno debe tener sus momentos de ocio individual para hacer deporte, leer o descansar. Si no se mantiene esta conversación y cada uno actúa por su cuenta según sus deseos, al final, por respeto, no se dirá lo que nos molesta de la actitud o decisiones del otro, nos lo callaremos, pero lo estaremos rumiando todo el tiempo y nos sentiremos molestos y en tensión. La paciencia y la tolerancia hay que ponerla también en práctica más que nunca».

Esta experta en relaciones familiares también recomienda ser honestos con uno mismo y saber que este tipo de vacaciones quizá no son las idílicas porque hay muchos intereses encontrados en la misma casa, costumbres y rutinas que pueden chocar unas con otras. Si uno se imagina que va a estar allí tumbado leyendo tranquilamente un libro y después se encuentra que la tumbona la ha cogido antes otro cuñado, o que donde se ha sentado no paran de salpicarle los niños al tirarse a la piscina sin parar de gritar... pues el enfado está asegurado. «Por eso, conviene ser realista y no plantearse altas expectativas », asegura la profesora de la UNIR.

Del mismo modo, aconseja que tampoco se obligue a los niños a estar todo el tiempo jugando con sus primos si no les apetece . «Es muy común decirles "venga a jugar que hace mucho que no os veis", pero los niños también deben elegir qué hacer con su tiempo y, en algunos casos, a alguno le puede apetecer estar solo montando un Lego o pintando. También necesitan su propio espacio si lo desean».

En definitiva, los principales errores que se suelen cometer , según María Campo son:

—Plantearse expectativas muy altas y poco realistas cuando las vacaciones se van a compartir con más miembros de la familia, más allá de nuestro núcleo familiar.

—No hacer un planteamiento inicial para fijar unas rutinas o normas básicas de convivencia entre todos.

—No querer ser flexibles ni respetar el tiempo o costumbres de los demás y querer imponer siempre nuestro modo de hacer las cosas.

—Pensar que hay que estar todo el tiempo juntos sin tener momentos de ocio personal.

—No dedicar los primeros días a descansar del estrés diario para poder tener energía y disfrutar más del resto de personas con las que se va a convivir.

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