Los 5 errores más comunes que cometen los padres (y que pueden evitarse fácilmente)

Algunos son demasiado serios como para ignorarlos o pasarlos por alto, señala el psicólogo Peter Jackson, autor de un libro donde explica algunas claves para afrontarlos

Carlota Fominaya

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«Seamos realistas desde el principio, no somos padres perfectos », admite el psicólogo Peter Jackson, con más de treinta años de experiencia trabajando con personas con TDAH y autor del libro «25 errores que cometen los padres» (Editorial Amat). «Es verdad que a veces los errores que cometen los progenitores no son intencionados e incluso, pueden ser el resultado de intenciones ciertamente buenas. Pero algunos son demasiado serios como para ignorarlos o pasarlos por alto», reconoce Jackson.

De esa preocupación nace esta obra, con la cual este especialista con más de treinta años de experiencia como psicólogo clínico con niños, adolescentes, adultos y familias trata de enseñar a hacer esas cosas «correctas» que hacen que los padres sean buenos padres. «No se cuentan trucos, ni soluciones rápidas o parches para los retos que se van presentando a lo largo de la vida. Pero para ser buenos padres hay que ser consciente de los posibles problemas y esforzarse continuamente y este libro ofrece parte de lo que hay que saber».

Estos son los 5 errores más comunes, según Jackson:

1) El que abandona la autoridad paterna. «Por atractiva que parezca esta visión “democrática” de la paternidad, tiene algunas limitaciones: los hijos acaban por carecer de la sensación de seguridad y acaban sintiéndose confundidos. Padres e hijos no ocupan ni deberían ocupar el mismo nivel en la estructura autoritaria de la familia. Todos los hijos de la familia han de tener el mismo derecho a ser amados, respetados y expresar sus necesidades. Pero esto no quiere decir que tengan el mismo derecho a la hora de tomar decisiones, de determinar objetivos y de resolver conflictos», advierte este experto. Los niños, prosigue, «necesitan normas y límites, esa es la forma de que se sientan seguros».

2) El padre ausente. «Existen varios tipos de pérdida, la física, y la emocional, que es la que ocasiona un padre que nunca está libre para su hijo, por sus actividades laborales o de otro tipo. Para el niño el resultado es el mismo: una sensación de abandono, de privación emocional y una sensación de importancia y valía profesional cada vez menores. La tragedia del padre ausente es tan triste como evitable», advierte este experto. «La clave para mantener una relación íntima y verdadera con nuestros hijos está al alcance de todos, pero hay que ponerla en práctica», sugiere. «Para empezar, esté atento a sus hijos. Esto quiere decir pasar más tiempo con ellos, mostrar interés en sus actividades y hacer con ellos cosas divertidas y recreativas de forma regular», recomienda. «Pruebe a dedicar algún tiempo al día para conversar, a hacer preguntas, a mostrar afecto, y a construir lazos emocionalmente duraderos que podrán ayudar a resistir problemas futuros».

3) El progenitor que hace del mundo un lugar horrible. «Sin duda, el mundo puede ser un lugar aterrador para niños y adultos. Sin embargo, el problema se agrava cuando damos tanta importancia a las cosas malas que al final parece que el mundo es peor de lo que en realidad es. El resultado es que al final asustamos a nuestros hijos, que crecen inseguros y temerosos», indica Jackson. «Igual de importante es que los niños conozcan las precuaciones adecuadas y qué hacer cuando se enfrentan a un peligro verdadero. Enseñe a su hijo a pensar en diferentes opciones ante una emergencia, por ejemplo. Los niños que saben qué hacer en situaciones peligrosas no tendrán miedo a la gente, ni al mundo en general».

4) El que no se comunica correctamente con sus hijos . «Hay padres que muestran una actitud distante y despreocupada con sus hijos. Aún peor: los hay que comunican con una una actitud crítica, que puede llegar a ser degradante y vergonzosa», señala este experto. «Cuidado aquí. Porque cualquier diálogo entre padres e hijos debería proteger la integridad del niño y su autoestima, además de desarrollar su sentido de la identidad», aconseja. «Se puede mejorar esto de varias formas: expresando sus deseos cuando estos parecen obvios, proporcionando una salida creativa a los sentimientos…», apunta.

5) El que levanta luchas de poder o el clásico «veremos quién grita más». «Estas luchas de poder no pueden ser del todo evitadas -reconoce Jackson-, pero sí se pueden prevenir a veces”. «En las luchas de poder el padre u otro adulto intenta forzar al niño a la sumisión con amenazas de una batalla que acabará ganando. Pero los niños tienen la misma necesidad que los adultos de mantener su orgullo y su dignidad incluso cuando son pequeños», señala Jackson. Es por esto que para «ganar» esa lucha de poder, «es mejor no gritar ni amenazar, sino mantener la calma. Ser demasiado emocional o intentar controlar el comportamiento del niño solo empeora las cosas. Pero si los conflictos entre padres e hijos se acaban por hace crónicos o simplemente demasiado agresivos, deberían acudir a un profesional», concluye.

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