«No puede ser que un virus edadista contagie a nuestra sociedad un edadismo aparentemente superado»
Hoy 15 de junio, Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, un informe de La Caixa pone sobre la mesa cómo debe ser el trato a los mayores
Tras la crisis vivida hoy, 15 de junio, con motivo del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez , el Programa de Personas Mayores de La Caixa, a partir del informe «Reflexiones sobre el buen trato a los mayores durante la Covid-19», pone sobre la mesa el trato y el papel que hemos asignado a los mayores en esta pandemia .
El informe parte de la premisa de que la crisis ha acrecentado las dificultades previamente existentes para percibir la «igual dignidad» del colectivo de las personas mayores ; en particular, ha dejado a oscuras a las personas mayores más vulnerables y con necesidad de ayuda. Ante este nuevo escenario, el «edadismo» –discriminación a personas o colectivos por motivos de edad– se ha podido ver intensificado y, por ello, es necesario hacer una revisión.
El confinamiento ha podido agravar las situaciones de soledad en las personas mayores , por el aislamiento social impuesto y la falta de relaciones que tienen muchas de ellas. Esta experiencia ha puesto de manifiesto la relevancia de los recursos y fortalezas personales para hacer frente a esta coyuntura.
Entre las principales conclusiones del informe, se desprende la necesidad de fomentar la igualdad de derechos entre las personas, independientemente de su edad; promover la toma de conciencia sobre el maltrato y el abuso a los mayores, así como incentivar el buen trato en las comunidades de personas interdependientes.
El informe también recuerda que los mayores son adultos y ciudadanos con los mismos derechos que otros, independientemente de su vulnerabilidad y necesidad de ayuda. De este modo, invita a la ciudadanía a tomar conciencia de la condición vulnerable de la vida y de la necesidad intrínseca de los cuidados: no hay vida, sin cuidados.
La crisis sanitaria, concluyen desde este estudio realizado por La Caixa, nos deja algunos aprendizajes que deben acompañarnos en la reflexión como sociedad, entre los que destacan los siguientes:
1. Todas las personas somos vulnerables y, por lo tanto, dependientes unas de otras. En consecuencia, la autosufi- ciencia es puro espejismo, pues nuestra autonomía siempre es interdependiente.
2. Cuando aumenta la fragilidad , no disminuye la dignidad, por lo que merecemos ser bien tratados, con un cuidado solícito que hace bien a quien lo recibe y también a quien lo procura.
3. Nuestro bienestar futuro depende de nuestro compromiso y responsabilidad individual en lo colectivo , ya que, si los demás «enferman» o son «mal tratados», enfermamos y nos deshuma- nizamos todos.
4. El aislamiento social impuesto y la soledad no deseada no son inocuos. Los conocimientos de los expertos son, por supuesto, imprescindibles, pero también el compartir, el cariño, la empatía, la compasión y el apoyo mutuo.
5. Tenemos mucho que mejorar en el buen trato y el respeto de los derechos de las personas mayores . No puede ser que un virus edadista (el SARS-CoV-2 o cualquier otro) contagie también a nuestra sociedad un edadismo aparentemente superado .
6. La crisis sanitaria ha puesto de manifiesto que en cualquier momento podemos morir, y que no es lo mismo morir bien que mal, aislados o acompañados, porque morir siempre es «con-morir», como vivir siempre es «con-vivir».
7. El acompañamiento en simetría moral, sin dominio ni abandono, es imprescindible para el buen trato . Debemos acompañar a las personas para que retomen el control de su vida post-COVID responsablemente, aprendiendo a vivir en situaciones de vulnerabilidad y mejorando la gestión de emociones y pérdidas.
8. El confinamiento exitoso de las personas mayores nos enseña una lección: el valor de las fortalezas personales en la vejez y la trascendencia de los «recursos personales» para afrontar situaciones de fragilidad y vulnerabilidad. Los mayores que mejor han soportado esta situación están caracterizados por un patrón claro: son personas optimistas, agradecidas, con recursos personales a los que acuden ante la indefensión, con flexibilidad para cambiar de roles, y con capacidad para ser cuidadores y para dejarse cuidar. Poseen una red social a la que se sienten vinculados y comprometidos, y a la que han seguido aportando desde su confinamiento.
9. El acompañamiento vuelve a ser central . Debemos acompañar a las personas facilitándoles la gestión de la vida post-COVID: aprender a vivir en situaciones de vulnerabilidad, mejorar la gestión de emociones y pérdidas, boicotear el miedo, retomar el control de nuestra vida.
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