Eloy (92 años): «En el centro de día aprendió de nuevo a vestirse, ponerse de pie, sentarse...»

Después del confinamiento muchos han llegado a sus centros de día «muy bajos de moral, hablando solo de lo negativo, algunos muy desorientados por falta de rutinas», advierten los expertos

Carlota Fominaya

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«Cuando conocimos a Eloy en 2019 era una persona apática, tímida, reservada, debido en parte a sus graves problemas de visión y audición, por los que tiene una minusvalía del 67 por ciento. Llegó en silla de ruedas y el andador para usarlo “lo justo” en la rehabilitación del hospital», rememora Andrea López, terapeuta ocupacional del Centro de Día de Stima (Aluche, Madrid) .

A pesar de sus déficits tanto de vista como de oído, es una persona con mucho ingenio y destreza manipulativa, a la que siempre le había gustado la marquetería y llegó a tener incluso una ebanistería propia. Tras múltiples caídas y sus consecuentes roturas de fémur, de pelvis y de vértebras, llegó un momento en el que este viudo ya no podía vivir solo, pero la familia quería que mejorara su autonomía. Allí, con mucha terapia centrada en los aspectos cognitivos, fisioterapia y terapia ocupacional, lograron una gran recuperación en sus actividades diarias.

Gracias a un fuerte entrenamiento Eloy volvió a aprender cosas tan aparentemente sencillas de la vida diaria como difíciles cuando hay problemas de memoria: «aquí le volvimos a enseñar a vestirse, ponerse de pie, sentarse, mantener un control postural adecuado…».

La pandemia le devolvió a la casilla de salida en todos los aspectos . «A pesar de todas las actividades que se mandaron a la familia, no es lo mismo. Cuando volvió al centro, volvía a presentar un retraso en la movilidad y en el aspecto cognitivo. Pero con mucho esfuerzo se ha logrado que Eloy vuelva a caminar, vestirse e, incluso, que deje atrás el andador y nos estemos planteando el uso de un bastón. Él personalmente notó esa falta de actividad y mostró muchas ganas de volver a recuperar tanto lo que había ganado como lo que había perdido en estos meses», señala López.

Al final en casa, ya sea por la pandemia, las navidades o Filomena, reflexiona esta experta, «los mayores pasan de estar activos a estar pasivos, y esto es algo que marca toda la diferencia. Muchos han dejado de comer solos, de socializar y de caminar como Eloy…Y anímicamente eso se nota. Después del confinamiento muchos han llegado muy bajos de moral, hablando solo de lo negativo, algunos muy desorientados por falta de rutinas que incluso no sabían si habían llegado a volver al centro después de Navidad… Al venir aquí también se ha trabajado mucho el refuerzo positivo y la relación con los demás. La estimulación que se realiza en un centro de día es a todos los niveles. Un segundo encierro motivado por la tercera ola sería terrible », concluye.

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